Cristianos de Base de La Rioja
Hace diez años, un grupo de mujeres que trabajábamos en el servicio doméstico comenzamos a plantearnos interrogantes sobre nuestra situación: teníamos horarios de hasta doce horas diarias, un salario que nunca nos permitiría vivir por nuestra cuenta, tareas no delimitadas, y la mayoría de nosotras no contábamos con seguridad social; quienes sí la tenían tampoco estaban mucho mejor porque podían ser despedidas y se encontraban una vez más en el paro, sólo que sin cobrarlo.
Llegar a la conclusión de que somos trabajadoras y que vivimos una marginación laboral y social no fue fácil. Estás a solas en tu lugar de trabajo, sin compañeras que apoyen a la hora de exigir nuestros derechos; todo está envuelto en la frase “eres una más de la familia”, incluso algún regalo que los empleadores/as te hacen por tu cumpleaños o Reyes “en prenda de su amor”.
El contacto con otras mujeres que están en la misma situación te ayuda a ser consciente, a ver la farsa que queda patente cuando, en lugar de pedir un frasco de colonia, exiges que te paguen lo que te corresponde, te afilien a la seguridad social o disminuyan tus horas de trabajo; entonces automáticamente dejas de “formar parte de su familia” para convertirte en una ingrata. Pero, vamos a ver: ¿Quién ha sido ingrato con quién? ¿O es que los/las empleadores/as acuden a su trabajo a cuenta de la gratitud que sienten por sus empresarios? ¿Es que ellos no exigen unas condiciones laborales justas? Si su patronal decidiese hacerles un regalo para Navidad y quedarse con su paga, ¿cuál sería la respuesta de los trabajadores? ¿Serían ingratos?
En 1985 el PSOE aprobó el Decreto-Ley que regulaba nuestra situación. Se esperaban mejoras, pero todo continuó igual:
No se nos contrata por el INEM. Dice la ley que los contratos pueden ser orales, y así los hace todo el mundo para evitar problemas. No existen pruebas que demuestren en qué condiciones trabajamos.
Existen descuentos de hasta el 45% del salario en concepto de manutención y alojamiento. Así es que trabajar 40 o más horas semanales y cobrar 30.000 ptas. al mes resulta ser una situación legal.
Aparece una nueva figura legal, el “desistimiento del empleador”, o, lo que es lo mismo, el que el jefe o la jefa te mande a la calle porque tiene derecho a “desistir de ti”, sin necesidad de motivos y sin que esto le suponga ninguna sanción legal.
Pertenecemos a un régimen especial de la seguridad social que, entre otras cosas, nos niega el derecho a cobrar el desempleo.
Los llamados “tiempos de presencia” no se pagan como el tiempo de una mujer que realiza un trabajo normalizado; no se valoran; son gratis.
NUESTRO COMPROMISO
En 1988 legalizamos como asociación el colectivo TADA (Trabajadoras Asalariadas en Domicilio Ajeno) y desde el año pasado estamos afiliadas a CC.OO. Durante este tiempo nos hemos dedicado a informar a otras mujeres sobre cuál es su situación y qué derechos tienen, así como a apoyar a cualquier trabajadora que decida poner fin a su situación de explotación para que se cumpla la ley en su caso concreto. Hemos hecho también denuncias públicas como modo de sensibilizar a la sociedad en general y a otras trabajadoras en particular. También ha habido una labor de asesoramiento en casos de demanda entre la UMAC (Unidad de Mediación, Arbitraje y Conciliación) o ante el Tribunal de lo Social.
Es preciso decir que, a pesar de las dificultades (aislamiento, presiones de los/las empleadores/as, el penoso Decreto-Ley del Gobierno), siempre han sido positivas estas denuncias e incluso hemos ganado un juicio en el Tribunal de lo Social.
Hemos comprendido que es muy importante que exista este tipo de compromiso. La mujer continúa en la esfera de la vida privada, considerada no productiva. Somos “tan baratas” que cualquiera puede contratarnos, y la Administración sigue ahorrándose adoptar medidas que favorezcan el acceso al mundo del trabajo, en condiciones justas, a toda mujer que lo desee.
No suele cuestionarse la división de tareas por sexos. El hogar sigue siendo responsabilidad de la mujer; si ésta trabaja fuera, se delegan en otra mujer esas tareas. Distintos grupos de Trabajadoras de Hogar del Estado Español venimos reuniéndonos, en un intento de dar fuerza a nuestras denuncias. El objetivo principal es acabar con ese Decreto que sigue marginándonos del resto de los trabajadores y trabajadoras. Exigimos que se nos considere dentro del Estatuto de los Trabajadores. Aunque el proceso sea lento y duro.
Os invitamos, como cristianas y cristianos, a que quienes estéis interesados en el problema compartáis nuestro problema