CCP Valladolid
Cristianas Populares de Valladolid hemos tenido unas jornadas en torno a la teología de la liberación y el compromiso liberador. Pensamos que nuestras reflexiones pueden ser útiles a otras Comunidades y por eso las presentamos en nuestra revista. Nunca será posible ni tampoco deseable hacer un trasvase literal de la teoría y praxis de la teología de la liberación, tal y como se ha vivido y se vive en América Latina, pero también es cierto que importa mucho acoger las sugerencias y responder al reto que muchas veces nos han hecho y siguen haciendo los teólogos y comunidades de aquellos países hermanos. No se trata de que sintamos simpatía y admiración por sus luchas. Importa más que apliquemos a nuestra realidad tanto social como eclesial los esquemas hechos vida por ellos.
Algunos enunciados de la teología de la liberación:
- El pueblo del evangelio es un pueblo de hermanos y camina por la tierra a la luz de Cristo hacia la casa del Padre.
- En la tierra del evangelio hay lugar y vida para todos.
- El pueblo del evangelio en sus comunicados reserva el primer lugar al pequeño, al pobre, al débil, al marginado, al niño, al joven y al anciano.
- El pueblo del evangelio sabe que la historia de cada día, marcada por el dolor o por la alegría, prosigue la misión de Jesús y por eso viviendo en unión con Cristo, conoce, vive, celebra y anuncia el Reino de la vida, el proyecto de Jesús.
- La fe cristiana vivida en profundidad y celebrada en comunidad induce al compromiso transformador de la realidad injusta.
- Hambre de Dios sin hambre de pan. En esta expresión se encuentran los dos polos que sustentan la teología de la liberación.
- La teología de la liberación se hace desde este lugar social: los oprimidos.
- Los análisis de la realidad se ponen al servicio de la teología liberadora.
- Sólo partiendo de la entrañable unión fe-vida, evangelio-praxis, podemos hacer creíble el misterio cristiano, el misterio Iglesia.
- En América Latina el Evangelio, la Biblia, es leída y meditada en centenares de círculos políticos y en millares de comunidades de Base, como la gran fuente de contestación profética del sistema de explotación y como germen de compromiso liberador.
- La propuesta del Concilio Vaticano II de que la Iglesia entera se haga pueblo peregrino de Dios, constituye un reto y un desafío que se tomaron muy en serio la Iglesia Popular de América Latina y la teología de la liberación.
Nos sentimos interpelados:
Estos enunciados de la Teología de la Liberación nos sugieren una serie de interpelaciones, que a su vez son preguntas que exigen una respuesta por nuestra parte. Vivimos en una sociedad en la que el problema más acuciante no es el hambre de pan de la mayoría de la gente, pero a su vez en una sociedad que no es fraterna, ni justa. Es individualista, en gran parte metida en un consumismo despilfarrador y loco. Los valores de solidaridad no son efectivos. Y desde luego al que no llega se le margina, se le escupe. Las Comunidades Cristianas y la mayoría de los que vivimos en ellas tenemos resueltos los problemas básicos de vivienda y comida. Nos interpela la marginación, la pobreza, la opresión.
Nuestra lectura de la Biblia y del Evangelio no llega a ser esa vida que debería ser. En las Comunidades tendemos a ser como fueron las primitivas comunidades cristianas, pero en muchos aspectos estamos lejos.
LINEAS OPERATIVAS DE ACCIÓN:
Formamos cuatro grupos y cada uno estudió una de estas pistas:
- ¿Qué hacer y qué aportar para ir construyendo entre todos una Iglesia de base que sea entre nosotros concreción histórica del pueblo de Dios?
- ¿Qué respuestas personales y comunitarias podemos dar a la pobreza, marginaciones y opresiones de nuestra sociedad?
- ¿Qué hacer para que la Comunidad o el pequeño grupo sea lugar de acogida, estímulo, impulso y alternativa liberadora?
- Estar atentos a los signos de los tiempos quiere decir que debemos tener los ojos abiertos con mirada creyente y ser sensible a los nuevos aires y cambios de la sociedad. Estos signos de los tiempos nos piden nuevas formas de compromiso liberador y nuevas formas de Iglesia.
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Vimos claro que tenemos que abrirnos, integrarnos entre la gente sencilla que tiene una religiosidad popular en algunos aspectos alienante y alienada, pero que es fuente de esperanza y de amor.
Reflexionamos sobre los aspectos consumistas de nuestra propia vida.
Repasamos nuestras plataformas y nuestras pobres respuestas a los nuevos tiempos con su nuevo orden: represión policial, desesperanza, impotencia, drogadicción, analfabetismo funcional, minorías culturales, gitanos, extranjeros, racismo…
Hay muchas respuestas que apuntan algo desconcertadamente hacia una nueva sociedad y esas son las que debemos asumir, potenciar, y hacer operativas: objeción fiscal, pacifismo, feminismo, ecologismo, desobediencia civil, insumisión, educación participativa…
Hubo un momento en que las organizaciones populares y de barrio tuvieron un protagonismo, que ha sido usurpado por lo político, al asumir las instituciones los espacios que pertenecen a las organizaciones populares. Tenemos que luchar para que nuestra democracia no sea sólo una democracia política sino una democracia participativa.