Diego Cañamero: el compromiso de un jornalero andaluz.
Entrevistado por Esteban Tabares.
-¿Qué juicio haces del proyecto de una Europa unida?
Está claro que hay dos proyectos para la construcción de una Europa unida. Las multinacionales y el gran capital tienen una manera de construir Europa bajo el punto de vista económico y rentabilista, que proporcione mayores beneficios a los ricos. En cambio, desde la clase trabajadora y también en el SOC pensamos que una Europa unida debe hacerse en base a la solidaridad, al reparto equitativo y sobre todo buscando un intercambio igualitario no solamente en Europa, sino teniendo en cuenta también al Tercer Mundo.
-¿Qué consecuencias tiene ya para Andalucía en general?
Cuando España entró en la CEE en el año 1986 se hizo con unos fines políticos, para romper el aislamiento provocado por el franquismo. Al partido socialista le interesaba una rápida integración para mejorar nuestra imagen a nivel internacional. Pero no se tuvo debidamente en cuenta la situación económica y social de aquellos momentos. Por eso, no se ha tratado dignamente lo que nosotros podríamos representar, de un modo especial en la agricultura y en el turismo. Este está sujeto a los vaivenes de los conflictos internacionales, mientras que la agricultura queda marginada frente a los fuertes intereses de los grandes agricultores del norte europeo y de las empresas agroalimentarias.
-En particular, ¿cómo se manifiesta toda esta situación en la vida diaria de los jornaleros andaluces?
Los jornaleros tenemos un panorama muy difícil debido a que todo desarrollo ha llegado siempre tarde a Andalucía. Los sucesivos Gobiernos no han sido capaces de incorporar toda la mano de obra sobrante de la agricultura en la industria y los servicios. Por eso, cuatrocientos mil jornaleros andaluces nos hemos quedado sin trabajo y sin tierra. Hubo un intento por parte del Gobierno andaluz de poner algún remedio a tal situación mediante su fracasada reforma agraria, que no ha solucionado en absoluto esa necesidad histórica del jornalero de tener tierra y trabajo.
La integración en Europa empuja a nuestra agricultura hacia una situación marginal, para que no suponga una amenaza a los intereses de Estados Unidos, Alemania o Inglaterra. La agricultura supone solo el 3,5 por ciento del PIB europeo, pero las medidas de la PAC y del GATT aún suponen mayores recortes para el campo europeo. De ahí que, si Andalucía tiene una gran base agrícola, ya podemos imaginar las graves consecuencias para la vida de los jornaleros: paro permanente y subsidio de desempleo permanente.
-¿Qué futuro queda para la agricultura en Andalucía?
Como resultado de todos los acuerdos europeos que nos van llegando, la agricultura va a sufrir unas duras medidas. En los próximos diez años dicen que pueden desaparecer unos 80.000 agricultores. Habrá, por lo tanto, menos jornales y descenderá el nivel de vida de los jornaleros escandalosamente. Las perspectivas para nosotros son de desastre. ¿Qué perspectivas hay desde el aspecto sindical? Pues organizarnos mejor y plantear un desarrollo rural que contemple no solamente el trabajo en la agricultura, sino en otras áreas económicas.
-¿Qué futuro hay para la gente de los pueblos? ¿Cómo podrán vivir?
Aquí hemos de poner en juego mucha imaginación y astucia. No sólo hay que batallar y reivindicar. Nosotros pensamos que hace falta una reforma agraria, pero dentro de un esquema diferente al diseñado en la CEE. Habría que enmarcarla en un contexto mediterráneo y hacia el Tercer Mundo. Realizar una agricultura que busque un equilibrio.
Otros sectores productivos.
Hemos de fortalecer la organización sindical para afrontar la dureza de la situación que llegará en los próximos años. En el medio rural, respetuosa con el trabajo y con el medio ambiente.
Es preciso también diversificar la vida económica rural: pequeñas cooperativas, la artesanía local, el turismo rural en algunas zonas, la repoblación forestal, etc.
-Planteas algunas salidas y crees que la vida puede ser de otra manera. ¿Es posible?
Sí. Es muy difícil porque estamos dentro de un contexto internacional donde la economía está muy controlada por las multinacionales y por los Gobiernos de las grandes naciones, que imponen sus propios intereses al resto… Creo que son necesarias las iniciativas locales de pequeños grupos que busquen otras salidas, sin entrar tanto en el consumo y en ganar más dinero. Grupos que hacen intercambios con otros grupos, pueblos o comarcas, que usan los recursos propios, que buscan la autoformación y la capacitación, etc.
-¿Qué camino le queda en tal situación a un sindicato radical como es el SOC?
En nuestro último Congreso decíamos: «CAMBIA LA REALIDAD, CAMBIA EL SINDICATO». Es decir, que el sindicato ha de adaptarse a esta nueva situación que hay en el medio rural. El jornalero ya no es quien vive exclusivamente del trabajo en el campo. Ahora se vive de diferentes maneras: trabaja en la construcción, en los hoteles de la costa, en la aceituna, cobra el paro, etc. Hace falta, por tanto, que el sindicato abarque toda esa nueva problemática laboral y social, de modo que llegue a ser más un sindicato rural que un sindicato agrario únicamente.
-Pasemos al terreno personal. Ya llevas muchos años en la lucha, ¿por qué sigues en ella?
La respuesta es fácil: mientras haya problemas una persona consciente no puede permanecer con los brazos cruzados. Si así lo hiciese sería cómplice de toda la barbarie que se está cometiendo aquí y en cualquier rincón de la tierra. Cualquier persona que piense que las cosas no funcionan bien, que hay abusos y situaciones injustas y no hiciera nada, sería cómplice del mal que critica. Mi compromiso lo sigo manteniendo porque hoy es injustificable no querer comprometerse.
-Si hay tan pocas y tan difíciles salidas y las que se encuentran las bloquean, ¿por qué seguir empujando contra un muro que no se cae?
Los procesos históricos son más largos que nuestras vidas. En el corto espacio de tiempo que tenemos, debemos hacer todo lo posible por mejorar la situación, aunque no veamos los resultados inmediatos.
Vivimos, queremos a veces cambiar las cosas y olvidamos que hay que mirar a largo plazo.
No creo que haya algo que no caiga. Todos los imperios cayeron. Todo lo que es injusto tiene que caer. Si ahora mismo hay un muro injusto (la insolidaridad, la muerte de miles de niños, el hambre, la miseria, las guerras, etc.), ese muro tendrá que caer algún día. Pero hace falta empujar todos en la misma dirección. Estoy convencido de que, si hoy es difícil, mañana será más fácil. Hay que organizarse, tener paciencia, trabajar, luchar…
-En tu compromiso sindical tienes compañeros y has conocido personas del ámbito cristiano que comparten la misma lucha. ¿Qué aportación hacen a la lucha obrera?
Desde mi experiencia tengo que decir que casi los mejores militantes y la gente más comprometida los he encontrado en el movimiento cristiano. En nuestro mismo sindicato del SOC hay cristianos de base totalmente comprometidos desde hace muchos años, mucho antes de que yo militase. Y no solamente en el sindicato, sino también en otras organizaciones de base conozco a cristianos que son militantes de día entero, totalmente entregados a la causa, sin buscar ningún privilegio sino sólo la solidaridad y la justicia.
Entrevistó: ESTEBAN TABARES