Jornadas de reflexión de CCP
Las C.C.P. funcionan y se coordinan en el Estado español desde hace aproximadamente veinte años. El franquismo decaía y la Iglesia que surgió del Vaticano II estaba muy viva. Desde entonces, han sido una de las expresiones de la Iglesia de Base, en la que la opción por los desfavorecidos, el protagonismo primario de los laicos, la igualdad de la mujer, los derechos de los pueblos y el compromiso socio-político son ejes constantes del trabajo por el Reino del Padre, como conclusión lógica de la fe en Jesús, que lleva a una espiritualidad encarnada sobre todo en las realidades más oprimidas.
Pero en veinte años han cambiado muchas cosas. Estamos en la época del «nuevo orden» (léase «desorden») mundial propuesto y controlado por EE.UU. Ha caído el muro de Berlín, el mapa de Europa del Este cambia constantemente, la guerra del Golfo ha agravado problemas, ha crecido el militarismo en algunos países, el Tercer Mundo vive en condiciones cada vez más caóticas, las migraciones desde los países pobres a los países ricos van en aumento, ha aparecido un molesto y extenso Cuarto Mundo (drogas, SIDA, emigrantes…) dentro del Primer Mundo.
Al mismo tiempo, Europa Occidental se consolida como un centro de poder y de riqueza en continuo crecimiento, a costa de desvincularse de la solidaridad con los pueblos pobres y humillados. El Estado Español, acomodándose en el espacio de «nuevo rico», ha perdido independencia política y económica, y ha vuelto sus ojos al «dios dinero» europeo y norteamericano, olvidándose de la fraternidad con América Latina y los países árabes, al mismo tiempo que da marcha atrás en derechos y libertades fundamentales (Ley de Extranjería, Ley de Seguridad Ciudadana, informatización de datos de la vida privada de los ciudadanos…). Y, como firma de todo esto, nos encontramos el vacío de valores, el desinterés social por objetivos serios, el bajo índice de asociacionismo, etc.
Por otra parte, también en la Iglesia ha habido cambios. El proceso de involución es cada día más acusado: temor a las voces críticas, auge de movimientos conservadores, desconfianza en los laicos que no se dejan domesticar, marginación de la mujer, política de indiferencia respecto a grupos que por su espíritu de denuncia resultan molestos, proyecto de evangelización para recuperar el modelo de cristiandad perdida, ausencia de relación -por parte de quienes ocupan cargos en la Iglesia- con grupos cristianos que no sean directamente controlados por ellos, proceso de parroquialización y de configuración de un modelo monolítico de Iglesia, enclaustramiento de algunos seminarios, nombramientos de obispos muy conservadores y sumisos…
Pero, afortunadamente, no todo son sombras ni en la sociedad ni en la Iglesia. Aparecen o se mantienen grupos, partidos políticos, comunidades, asociaciones populares, movimientos alternativos, etc., que creen en la utopía y que trabajan por hacerla posible. El ecologismo, los movimientos por la paz, el ecumenismo, los colectivos feministas, los teólogos y teólogas que están más cerca de la Palabra de Dios y de lo que pasa en la calle que de los despachos y las cátedras, los comités de solidaridad con el Tercer Mundo y muchas realidades más.
LAS LÍNEAS DE FUTURO
En el contexto descrito arriba hemos reflexionado en Godelleta, sobre todo, de cara al futuro, es decir, al modo de encarnación que nos pide hoy la fe en Jesús. Arcadi Oliveres -desde la economía- y Julio Lois -desde la teología- nos ayudaron con sus ponencias a situarnos en el punto de lanzamiento para estar atentos a los nuevos signos de los tiempos. Estas son algunas de las conclusiones centrales:
Vida interna de las C.C.P.
a. Espiritualidad
Se toma conciencia de la necesidad de una espiritualidad reforzada y renovada en el ámbito comunitario, en la que tengan un lugar central la contemplación, el silencio, la imaginación, la creatividad y el lenguaje no-verbal y simbólico. La oración ha de seguir insertada en la vida, iluminada por Jesús y su Evangelio, y unida al compromiso con los pobres.
b. Elaboración teológica
En la Comunidad se hace teología a partir de vivencias reales. Conviene fomentar un ministerio comunitario encargado de la recogida y elaboración de lo que la Comunidad reflexiona. Los teólogos y otros profesionales tienen que ayudar en esta experiencia y en su sistematización y formulación.
c. Continuidad y expansión de las Comunidades
Lo importante es el trabajo por el Reino. Hay que estar abiertos no sólo para que otros vengan, sino para salir, crear nuevas Comunidades, ayudar a las de jóvenes y aprovechar plataformas de Iglesia ya existentes para la formación de niños y jóvenes.
Dimensión eclesial
a. Organización
Se hace necesario reforzar la coordinación-organización pero sin perder la identidad profética. Hay que reconocer y desarrollar los carismas comunitarios. Se acuerda potenciar la Revista «UTOPIA» y se asume el compromiso de dar continuidad a las Jornadas de Reflexión y de reforzar la coordinación jóvenes-adultos.
b. Diálogo y convergencia
Desde la identidad de las C.C.P., se asume la responsabilidad de colaborar en la construcción de la Iglesia de Base, creando plataformas de encuentro.
c. Comunión dialéctica y crítica
Siendo lo esencial el reconocimiento en la vida y en el servicio al Reino, y teniendo en cuenta que lo primero que busca el profeta no es ser reconocido por instancias jerárquicas, apuntamos a una presencia activa y comprometida en organizaciones institucionales. Reclamamos el derecho a ser reconocidos no sólo por la base eclesial sino por la jerarquía -siguiendo sus propios documentos-, sin esperar necesariamente su bendición, ni caer en la domesticación, ni aceptar el modelo de Iglesia territorial, clerical y machista como Iglesia de Jesús.
Presencia en la sociedad
a. Opción por los pobres
Confiamos en la capacidad del pueblo para construir una sociedad igualitaria, justa y fraterna según el proyecto de Dios. Como consecuencia, hacemos opción por la causa de los pobres, entendiendo por tales las personas y pueblos que sufren discriminación, exclusión, marginación u opresión por causas económicas, sociales, de sexo, raza, etnia, cultura o vulnerabilidad personal. Denunciamos el sistema capitalista como causa estructural de la pobreza.
b. Compromisos
El compromiso debe estar orientado preferentemente al cambio de las estructuras sociales, participando en movimientos alternativos, sin recelo sistemático hacia los partidos políticos y superando la brecha entre quienes trabajan en partidos y sindicatos y quienes se dedican a un trabajo de tipo social.
c. Solidaridad con el Tercer y Cuarto Mundos
Actualmente, nuestra solidaridad con el Tercer Mundo se orienta principalmente hacia América Latina, pero debemos sensibilizarnos hacia otros lugares. La solidaridad con el Cuarto Mundo es más costosa, pero debemos tratar de acercarnos a las personas de ese Mundo, promoviendo asociacionismo que facilite su autoliberación; luchar con las estructuras y leyes de nuestro Gobierno que les oprimen; trabajar por sensibilizar y hacer solidarios a los ciudadanos ante esta problemática. Finalmente, nos interrogamos acerca de si la Teología de la Liberación europea tendría que elaborarse desde la realidad del Cuarto Mundo.