Félix Placer CCP de Euskal Herria
Hace ya tiempo que se debate en nuestras comunidades el problema del pluralismo. No podía ser menos en una sociedad conflictiva y compleja como la nuestra. Sin embargo, aún no lo habíamos afrontado en toda su amplitud y con las exigencias y dificultades que podía plantearnos.
Decidimos estudiarlo a fondo y desde hace más de un año venimos trabajando y reflexionando sobre este tema con especial interés, sin olvidar otros que son también muy importantes para nosotros: el euskera, temas del Congreso de París, etc.
A partir de un primer borrador
Elaborado con las aportaciones de las comunidades, tuvimos una convivencia o jornada de estudio en marzo de este año. Nos reunimos cuarenta representantes de los diversos grupos de Euskal Herria. Se aceptó, en sus líneas generales, el documento presentado, que ya se había discutido en cada una de las comunidades. Nuestra reflexión se centró sobre todo en las conclusiones operativas. «Las líneas generales son fáciles de aceptar -se decía- el problema se plantea cuando se aplican a temas y problemas concretos».
- ALGUNAS CONSTATACIONES Y PREGUNTAS
Observamos que la diversidad y complejidad de los problemas de nuestro entorno incide en nuestros posicionamientos como personas y comunidades: tanto en nuestra manera de entender y de comprometernos en los procesos populares, como en la misma manera de vivir en Iglesia y de asumir nuestras opciones comunitarias ante los desafíos de los acontecimientos y necesidades que nuestro pueblo experimenta.
Ante estas situaciones y exigencias nos cuestionamos sobre nuestra forma de entender la comunidad y nos formulamos varias preguntas: ¿qué es ser comunidad? ¿qué es lo que convoca y reúne hoy a nuestras comunidades? ¿a qué nos compromete ser comunidades cristianas populares? ¿qué consecuencias puede tener abrirnos a modelos distintos de comunidad y hasta dónde podemos asumirlos dentro de un pluralismo coherente?
Estas cuestiones nos llevan a otras aún más profundas que afectan a nuestras mismas posiciones básicas: ¿cómo definir y expresar lo que somos y queremos como creyentes en Jesús y constructores de su Reino de justicia y de paz en nuestro pueblo? ¿Con qué planteamientos sociopolíticos son compatibles nuestras opciones de pueblo y de clase? ¿Hasta dónde y en qué niveles son compatibles nuestras opciones y líneas? ¿Cómo debemos concretar y relacionar hoy las opciones de pueblo y de clase? ¿Hasta dónde y en qué niveles y dimensiones es compatible un pluralismo creyente en nuestras comunidades que no destruya la cohesión y que mantenga la unidad, la coherencia y la eficacia?
- NUESTRO CRITERIO PARA UN PLURALISMO COHERENTE Y EFICAZ
Como comunidades cristianas populares sentimos la necesidad de estar unidos en la misma fe en Jesús de Nazaret desde la realidad concreta que nuestro pueblo vive y con una postura clara y definida de liberación hacia y con quienes son pobres y están oprimidos.
Constatamos que, dentro de esos contextos, nuestra opción de pueblo y de clase en favor de las realidades más oprimidas y desfavorecidas implica también posiciones y praxis políticas diferenciadas, de manera que nuestro movimiento cristiano de base no puede identificarse con unas determinadas siglas políticas.
La praxis liberadora ante las múltiples necesidades de nuestra realidad social y nacional se expresa entre nosotros de formas muy variadas, en compromisos diferentes y en lugares diversos: desde la lucha por los derechos colectivos de nuestro pueblo, por su cultura y lengua, por su entorno ecológico, por su normalización sociopolítica en unas justas condiciones, hasta la lucha contra toda forma de marginación en todos los niveles y sectores de nuestra sociedad. Esta diversidad de formas de acción e inserción en los procesos populares es la expresión de nuestra fe encarnada y contextualizada.
- UNA PRAXIS PLURAL, FIEL A NUESTRAS OPCIONES
Nuestra praxis parte de análisis hechos desde unas determinadas coordenadas que nos vienen dadas por nuestra opción de pueblo y de clase, es decir, por nuestras aspiraciones y luchas por conseguir un pueblo libre y soberano y una sociedad fraternal e igualitaria, por la fe que profesamos en la utopía del Reino de Dios que nos impulsa a una transformación radical en las personas, en las estructuras y sistemas.
Desde esas opciones elegimos aquellos esquemas sociopolíticos de análisis de la realidad que nos ayuden a descubrir los mecanismos generadores de las injusticias desde una perspectiva crítico-dialéctica que nos hace ver las causas de tales situaciones y sus contradicciones y nos ofrecen los medios para superarlos.
Las mediaciones socioanalíticas son plurales y deben favorecer el descubrimiento de las opresiones y contradicciones y ser aptas para introducirnos en la dialéctica de la opresión-liberación de los pueblos, de sus necesidades y demandas a las que hemos de responder en solidaridad con otros grupos y colectivos y desde nuestra específica opción cristiana.
- ALGUNAS CONCLUSIONES OPERATIVAS
Este punto es el que más reflexión y conflictos nos plantea y sobre el que estamos ahora trabajando. En nuestra convivencia se apuntaron líneas a seguir, que deberán ser trabajadas en los distintos grupos sin que veamos todavía claros los puntos de acuerdo.
Entre las diversas aportaciones se indicaron las siguientes:
No cabe un pluralismo auténtico que no vaya unido a un compromiso con las causas populares de los más explotados y oprimidos de nuestro pueblo. Nuestra lectura común y confrontada del evangelio debe hacerse desde esas realidades.
Para ello es necesaria -se dijo- una mayor concreción. Hay problemas concretos como pueden ser el posicionamiento ante la violencia, la estrategia global ante el estatuto de autonomía y autodeterminación, las opciones concretas de carácter nacionalista o socialista, el euskera… que requieren un análisis más matizado del pluralismo.
Se apuntó también la importancia de una apertura de nuestros grupos a otros que no tienen relación con la Iglesia oficial y que están en búsqueda de un planteamiento de fe. En la relación con las parroquias constatamos que hay diferentes experiencias y praxis en nuestras comunidades y que nuestra inserción y contacto con ellas debe ser asimismo plural según las circunstancias y contextos.
Ante la existencia en el interior de las comunidades de diferentes polos de referencia políticos, aunque en teoría pueden convivir en la misma comunidad, en la práctica es difícil. En todo caso debemos evitar la dicotomía establecida por el poder entre la mayoría/minoría.
Las CCP de Euskal Herria seguimos trabajando este tema que nos parece muy importante para nuestro futuro a fin de mantener nuestra identidad y de promover un movimiento cristiano de base que amplíe la influencia de nuestras opciones y haga cada vez más real la liberación del Reino de Dios en nuestro pueblo.
Os agradeceremos también vuestras sugerencias y aportaciones en esta búsqueda común.
Félix Placer CCP de Euskal Herria