Iglesia de Base de Madrid. III Asamblea General.

Carlos Pereda

Desde nuestro origen en 1984, los cristianos de base de Madrid hemos tenido un medio para expresarnos colectivamente: las asambleas generales. La primera, que duró un año, sirvió para definirnos y organizarnos; la segunda duró más o menos el mismo tiempo y giró en torno a nuestra opción por los pobres; la tercera se puso en marcha en mayo de 1990 y se espera termine en la primavera de 1992. No se trata de encuentros puntuales sino de procesos en los que participan activamente todas las comunidades.

El método escogido en las dos primeras asambleas fue el de encuestas abiertas, según un temario decidido por representantes de las comunidades. En la tercera asamblea se dejó el método de encuestas que se estaba volviendo «poco popular» para algunos. A cambio, se pusieron en marcha dos medios concretos: un seminario o serie de encuentros sobre el tema escogido, con participación de representantes de las comunidades y de expertos invitados; y una carpeta de trabajo y documentación. Ambas cosas ya se han realizado.

La finalidad o tema central de la III Asamblea General se decidió por mayoría a partir de las 45 propuestas presentadas por las comunidades. Dos tercios de esas propuestas giraban en torno a la siguiente cuestión: qué podemos aportar como cristianos a los grandes cambios de nuestra época. Entre estos cambios sobresalía la nueva configuración de Europa, tanto por la integración económica y política de la Comunidad Europea, donde se sitúa España, como por la transformación que están experimentando los países del Este, que ahonda la crisis de la izquierda y sitúa en nuevas coordenadas las relaciones Norte-Sur y otros grandes temas de nuestro tiempo, como la paz y el desarme. A estos puntos se unió después, con ocasión de la guerra del Golfo, el del Islam, así como la naciente configuración de un nuevo orden mundial liderado por Estados Unidos.

Como fruto del seminario, las comunidades están ahora trabajando un documento borrador que recoge la opinión de los cristianos de base ante los cambios de nuestra época. Este documento provisional analiza brevemente los siguientes puntos:

Interdependencia mundial: Ahora es más difícil aislarse, buscar soluciones al margen de los demás; y a la inversa, lo que hagamos puede tener repercusión muy amplia si somos capaces de engarzar con otros movimientos que apunten en la misma dirección.

La división Norte/Sur: Sigue siendo el principal problema mundial y ha crecido en la década de los 80. El tercer mundo ha contribuido sustancialmente al superdesarrollo de los países ricos y éstos, a cambio, tratan de crear un «cordón sanitario» cerrando sus fronteras a los inmigrantes del Sur.

Crisis ecológica: El modelo de producción y consumo hoy dominante tiene un efecto devastador sobre el medio ambiente, siendo los países del Norte los principales responsables del despilfarro de energía y materias primas no renovables en una espiral de consumo que se identifica con desarrollo.

Cambios en la Europa del Este: Frente a interpretaciones interesadas, hay que afirmar que no se ha venido abajo la utopía socialista sino unos regímenes cuya organización social, política y económica estaba marcada por la jerarquización y una burocracia paralizante.

Crisis de la izquierda: La izquierda tradicional se muestra en aparente declive, mientras se reafirman el capitalismo de mercado y los nacionalismos. El hueco dejado por las ideologías del cambio social se rellena con el discurso plano de la modernidad y la posmodernidad, o da lugar a una exacerbación de los nacionalismos históricos.

Islam y cristianismo: Ambas religiones juegan hoy un papel ambivalente. Mientras unos las utilizan para defender sus intereses particulares, otros ponen de manifiesto su mensaje liberador (la «utopía» cristiana, la «yihad» islámica). Si superamos los prejuicios del pasado, musulmanes y cristianos podemos ser compañeros de viaje.

Nuevo orden mundial: A pesar de que puede llegar a adoptar políticas aparentemente progresistas, el nuevo orden esbozado por Estados Unidos no parece perseguir otro fin que legitimar el viejo orden, en especial las profundas desigualdades a nivel internacional.

Alternativas: Los cambios en los países del Este y el que se difumine de la escena política la confrontación Este-Oeste puede dar un impulso a la búsqueda de nuevas alternativas. Así lo entienden diversos movimientos surgidos en todo el mundo, con más intensidad en el hemisferio Sur, que tratan de encontrar nuevas soluciones a los problemas del subdesarrollo económico y la dependencia política. Tras un primer momento de confusión y desánimo, se quiere superar el verticalismo e ideologismo de la izquierda marxista dando paso a lo que se ha llamado «socialismo de las mayorías», «radicalización de la democracia», etc.

Una vez terminada esta fase de reflexión, la Asamblea entrará en la recta final: adoptar posiciones y compromisos concretos como Iglesia de Base de Madrid.

Carlos Pereda

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