No a las muertes en el Estrecho

Los países llamados ‘‘occidentales” y sus acólitos creyeron apaciguar el viejo desorden que se resquebraja por cientos de fisuras -sus injusticias y sus desigualdades más sangrantes- orquestando una Guerra del Golfo y prometiendo ladina y falazmente un Nuevo Orden Internacional.

Un orden diseñado para tranquilizar a los causantes de los desórdenes y de los desequilibrios mundiales. Un orden para asegurar la preeminencia monopolista de sus mercados y sus multinacionales. Un orden para meter en cintura a los Pueblos del Sur que sueñen con levantar su cabeza y tengan el atrevimiento de exigir lo que para nosotros es normal y justo tener.

Mas los Pueblos del Sur están vivos y -aunque sometidos- siguen pariendo hijos que quieren y necesitan ser alimentados, al menos.

Por eso, empujan las fronteras aquí alzadas para detener su avance y entrada. Millones de personas hambrientas nos miran cómo vivimos y derrochamos en constante despilfarro lo que ellos precisan para no morir.

Es sabido que el 50 por 100 de la población de África vive en la miseria absoluta y que el número de países africanos subdesarrollados ha pasado en la década última de 16 a 28, dos tercios del total mundial de países empobrecidos, expoliados para mantener nuestro tren de vida.

Nuestro vecino más cercano, Marruecos, tiene un índice de crecimiento de habitantes del 3 por 100 anual, uno de los más altos del mundo. Si actualmente tiene 23 millones de habitantes, en el año 2000 alcanzará los 40 millones. La mitad de su población es menor de diecinueve años.

La presión es imparable por más que se cierren las puertas. Vendrán a comer de nuestra repleta mesa, ya que no estimulamos su propio desarrollo a fin de que puedan vivir en su propia tierra. Vendrán. Están viniendo. Solamente les separa una delgada distancia de agua.

El Mediterráneo, nuestro mar -Mare Nostrum- testigo en el curso de los siglos del parto y del ocaso de pueblos y culturas, que baña cálidamente los costados de naciones diversas como signo de un hermanamiento que aún no llega, hace tiempo que está siendo la tumba -o fosa común- de inmigrantes africanos que intentan alcanzar la otra orilla.

Una orilla que, de lejos, brilla con todo lo que a ellos les falta: estabilidad política, riquezas, bienes para consumir, libertades y democracia.

En la orilla pobre miles se aprestan a subir en frágiles barquitas con un sueño obsesivo: lograr huir del hambre y trabajar en la orilla rica. ¿No es el mismo mar de todos?… ¿No es para todos la vida?… ¿Por qué sollozar aquí si allí puede estar la dicha?…

Por intentarlo pagan un alto precio: en monedas y en vidas. El Estrecho abre sus fauces cada día. La esperanza se hace riesgo y el riesgo trae su contrapartida: cuerpos yertos en la arena de la orilla rica.

Ya son demasiados los muertos ahogados. ¡Ya está bien! ¡Cese la sangría!

Los Centros de Acogida para Emigrantes queremos romper la escandalosa pasividad ciudadana al escuchar día tras día la noticia: “Otro inmigrante ahogado en las costas de Almería”.

No nos resignamos a estar callados cuando está en juego la vida. Denunciamos al Estado marroquí que mantiene injustas estructuras de pobreza, escandalosas desigualdades sociales y empuja así a muchos a una salida desesperada.

Denunciamos a las redes mafiosas de traficantes de inmigrantes, que se enriquecen con el dolor y la muerte.

Denunciamos la carencia en Andalucía de Centros de Atención apropiados para los inmigrantes ilegales detenidos y el duro trato policial que han de sufrir con frecuencia.

Nos comprometemos a seguir atendiendo cada día más eficazmente a los inmigrantes que llegan a nuestros Centros de Acogida andaluces, tanto legales como ilegales.

Nos esforzaremos por sensibilizar a la opinión pública y a las instituciones sobre esta dura y acuciante realidad de los inmigrantes económicos en nuestro país, discriminados en sus derechos humanos, no por ser extranjeros sino por ser pobres, pues el clasismo es siempre la raíz del racismo.

Finalmente, hacemos un llamamiento a todas las personas sensibles y de buena voluntad, a las organizaciones sociales, sindicales, políticas, religiosas y culturales para que se manifiesten con nosotros siempre que suceda una muerte en el Estrecho.

Esforcémonos todos por lograr un Mediterráneo solidario, justo, en paz y tolerante.

Misión del Sur

 

Deja una respuesta