Comunidades rurales del Noroeste de Salamanca
Para un creyente tiene que estar claro que no podemos desentendernos del mundo en que vivimos. Tenemos que tomar conciencia de las necesidades que hay a nuestro alrededor y trabajar para ir dando respuestas solidarias y transformadoras.
Nos encontramos en la zona N.O. de Salamanca, en la frontera con Portugal, donde el 65% de la población es mayor de 70 años. Después de 4 años viviendo en esta zona y trabajando con el sector de la 3ª Edad descubrimos situaciones de extrema necesidad y abandono unidas a un carácter difícil y falta de acercamiento familiar. Fue entonces, hace 8 años, cuando ante la necesidad de acoger a dos ancianos y disponiendo de las casas parroquiales de Villarino y Pereña, creímos que el que estas estuvieran abiertas a acoger a estos ancianos/as era un testimonio y gesto de servicio que la Iglesia debía hacer en esta zona.
Los casos se sucedieron. Hubo temporadas en que se les dio respuesta en sus propias casas, otros venían a comer, pasar el rato… pero, para otros, esto era insuficiente y la acogida en casa se hizo definitiva. Hace dos años, el número de personas mayores necesitadas de una atención continua ha aumentado excesivamente. Las situaciones de enfermedad y deterioro por los años, la falta de condiciones de habitabilidad de sus viviendas… hacen que unas veces, a petición de los propios ancianos que se acercan en busca de ayudas, y otras, siendo nosotros quienes les ofrecemos la casa, se vayan acogiendo cada vez más ancianos.
Actualmente vivimos en la casa parroquial de Villarino 16 personas, 12 de ellas ancianas llegadas desde distintos pueblos de la zona. Cada uno con su problemática personal, social, familiar, sanitaria… Cuatro de ellas, aun queriendo y necesitándolo, no pueden pernoctar en la casa por limitación de espacio.
Esta tarea se nos ha impuesto desde el compromiso que, como creyentes, tenemos, y que nos urge a dar respuesta a las necesidades de los que son excluidos de esta sociedad porque no tienen posibilidades humanas para poder producir y valerse. El problema cada vez es mayor en una zona como ésta donde parece no haber salida para nadie.
Colaboran también en esta tarea otras personas de la comunidad que la comparten cada uno dentro de sus posibilidades. También intentamos que aquéllas que tienen familia, ésta asuma su responsabilidad y tenga un mayor acercamiento.
Otro aspecto que tenemos en cuenta es que la Administración Pública se vaya acercando a dar respuesta a estos problemas y desde hace año y medio se tiene un concierto con el IMSERSO. No es este, para nosotros, un gesto de caridad y comprensión, sino de solidaridad y de justicia a un problema cada vez más acuciante dentro de otros caminos complementarios para la atención y servicio al anciano.