V Centenario ¿de qué?

CCP Albacete

A partir de hoy la Comisión «Contra la celebración del V Centenario» integrada por distintos colectivos ciudadanos: Comité de Solidaridad «Oscar Romero», Entrepueblos, I.U., Justicia y Paz, JEC, Comunidades Cristianas Populares, queremos reflexionar sobre estas tres líneas: Memoria, denuncia y compromiso.

MEMORIA. El V Centenario es un hecho histórico ineludible. Está ahí, largo como los siglos y vivo como la corriente impetuosa de un continente. Y a nosotros nos envuelve hoy, arremansados apenas los mil vaivenes de la historia. No nos es posible sustraernos de él. Nos pertenece y le pertenecemos. Por eso, sin salimos, queremos mirarlo de frente, lo que ante todo significa abrir la memoria a lo ocurrido en el siglo XVI y en los siglos posteriores hasta nuestros días. Recordar aquí significa contar la verdad, toda ella, sin mermas ni triunfalismo para adentrarnos a cuerpo limpio en el escenario de la realidad.

DENUNCIA. Seguramente tendremos cosas buenas de que felicitarnos. Pero así, en conjunto, el recuento nos va a producir gran sonrojo. Con toda seguridad, si no es que todavía, con orgullo civilizado y pretextos mal disimulados, queremos autoconvencernos de haber hecho gestas épicas y transformaciones audaces y positivas. Pero ya la historia y un grado elemental de cultura y ética humana nos imponen denunciar el estrago cometido de etnocidio (un siglo y medio después de la conquista habían desaparecido casi 100 millones de seres humanos), esclavitud y expoliación. Y, ante él, sentir cierto desasosiego. Acabamos con lo de ellos para imponerles lo nuestro.

COMPROMISO. La primera exigencia de este compromiso sería atrevernos a pedir disculpas, pues nuestra sociedad del bienestar existe gracias al malestar de las grandes masas latinoamericanas. Pedir disculpas públicamente y con dignidad. Aunque la historia, en este sentido, nos disuade de todo optimismo. Nunca Occidente pidió perdón, porque no sabe perdonar. Y luego, reparar el mal cometido, es decir, aplicar la solidaridad justa, que les debemos en cantidades inconmensurables, y no exigirles -por simple coherencia- el pago de la deuda externa (la deuda global de América Latina con España oscila entre 11.000 y 12.000 millones de dólares). Somos nosotros los endeudados.

Desde esta perspectiva lo que hoy queda aún por hacer es un descubrimiento de aquello que está encubierto; es decir, una posibilitación real de que surja el «nuevo mundo», no como repetición del «viejo mundo», sino como verdadera «novedad».

Las preguntas esenciales ahora son: ¿es esto posible?, ¿es puramente utópico?, ¿tiene realmente solución la problemática de nuestro «viejo mundo»?, ¿qué tenemos que celebrar?. ¿V CENTENARIO DE QUÉ?

CCP Albacete, 12 octubre 1992

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