Los mismos autores de “En la espiral de la Energía”, a los que hemos hecho referencia en algún momento, Ramón y Luis, apuntan que “sería un error histórico autoengañarnos proyectando posibles futuros alentadores que es difícil que sucedan. Sin embargo,… mediante el trabajo colectivo consciente y empático, es posible construir un mundo diverso, sostenible, justo y solidario sobre las ruinas de esta civilización… Los escenarios que tenemos por delante son radicalmente distintos a los del pasado… Necesitamos sentarnos colectivamente a discutir con un pensamiento múltiple y complejo”.
Esta tarea colectiva parece ser el ámbito para plantearnos cómo desentrañar definitivamente el capitalismo; para cuidar y defender derechos tan fundamentales e innegociables como la alimentación o la vivienda; la apuesta creyente por un mundo laico y plural; la defensa de un mundo sin barreras, sin nacionalismos, sin muros y sin vallas, empeñados en la tarea de construir un mundo para las personas y para todas las personas, al margen de condicionantes históricos, culturales, económicos o de civilización; el empeño determinante por defender los bienes comunes frente a la propiedad privada; la incondicional defensa de la igualdad de género y la visibilización de la situación de la mujer; o el reto de la ecología en todos los ámbitos donde se plantea como urgente el cambio climático, la agroecología o la defensa de la Casa Común.
¡Nadie ha dicho y nadie creerá que esta tarea de apostar por el futuro va a ser fácil! Algunas de las personas que hemos crecido con la fuerza de la UTOPIA vamos a hacer un esfuerzo por señalar en estas páginas, en claves de futuro, algunas de las intuiciones descubiertas durante 25 años.
Todos nosotros y nosotras estamos obligados a poner el empeño necesario, la alegría contagiosa, la libertad obligada o la justicia por derecho, para apuntar no sin esfuerzo otras vías para la felicidad humana.
Sin ingenuidad alguna, “En la espiral de la Energía”, texto ya citado, entiende y propone que “estamos en un momento de cambios radicales: el colapso del capitalismo global y su civilización. Para construir sociedades justas, democráticas y sostenibles durante este proceso, creemos que es esencial comprender mejor elementos sustanciales de la historia de la humanidad y del futuro más probable”.
Sintiendo que nada es fácil, estos mismos autores nos apuntan que “los tiempos que se nos avecinan estarán más marcados por la barbarie que por la liberación”. Y a pesar de la dureza de la afirmación, sin embargo, “hay razones sólidas para la esperanza”.
A quienes se han atrevido valientemente a plantear apuestas de futuro hemos de situarlos en medio de estas propuestas y fundadas afirmaciones.
Un cristiano ha de tener presente que, probablemente, Jesús de Nazaret pronunció las Bienaventuranzas en una situación de colapso, de “no salida” de su propio pueblo, sumido en la injusticia, en la opresión y el empobrecimiento para una aplastante mayoría de su gente. Pero, sin embargo, tal como las leen José Ignacio y María López Vigil en Un Tal Jesús, “las Bienaventuranzas son un anuncio de que Dios interviene ya: se proclama la esperanza que pondrá en marcha un cambio de la historia a favor de los oprimidos”. Lección viva para el momento actual y futuro.
Situadas aquí las apuestas del futuro a construir, hacemos que igualmente sean de todos y de todas las afirmaciones que José Iglesias hace en el librito “De la renta básica a la riqueza comunal”: “La riqueza no desaparece con la acción caritativa de las ONGs dedicadas a bancos de alimentos”, por ejemplo; “si queremos que desaparezca la pobreza, hay que luchar contra la riqueza”.