SÍ QUE HAY ALTERNATIVAS
DESDE LA ÉTICA
Frente a las políticas de austeridad que se están imponiendo desde la “buena dirección” y las justificaciones en que se apoyan, Utopía sigue apostando por “otras salidas alternativas” menos traumáticas y más estimulantes. En esta ocasión lo hacemos “desde la ética” y, más en concreto, desde esa confianza existencial, consecuencia de la verdad básica que necesita cualquier proyecto humano colectivo para existir.
Ya no vale aquello de que “una mentira repetida acaba convirtiéndose en verdad”. No se puede pedir peras al olmo: un aeropuerto sin aviones, una estación del AVE en campo abierto, la especulación del suelo o la corrupción empresarial y política seguirán siendo verdaderas mentiras, aunque demagógicamente se las quiera vender como de utilidad pública. Nos gustaría contar con la fina ironía de Voltaire en Cándido para denunciar este engaño ante las víctimas de nuestro tiempo. Porque tampoco hoy es verdad, como cínicamente pretende demostrar el Dr. Pangloss ante el protagonista de la novela, que lo que se ha hecho o se está haciendo es lo mejor que podría hacerse para bien de la comunidad general, por más que “todo se hace para bien en el mejor de los mundos”. Estamos convencidos de que hay otros modos más éticos de hacer las cosas: sin trampa, nepotismo ni soborno, contando con la complicidad, confianza y la participación ciudadana. Esta forma de proceder contribuye más directamente y mejor al bienestar común.
Tampoco nos conmueve ya el supuesto heroísmo oculto de aquellos salvadores de la patria que “no hacen lo que prometen, porque hacen lo que tienen que hacer”. Y lo que tienen que hacer lo saben solo ellos y quienes, como la inefable Troika, les marcan el camino a seguir. Nos indigna este tipo de “confesiones” que pretende ocultar el fracaso propio cargando las consecuencias sobre la sufrida espalda de la ciudadanía.
La verdad siempre resultará una flor frágil ante el poderoso azote de ese vendaval que no tiene escrúpulos en acudir al engaño para afirmar su poder. Engaño cuya perversión alcanza su cenit cuando llega a consagrar la mentira como principio de acción política, de la propaganda comercial o del medio de comunicación de masas. Todo obedece, como en el apologismo político del Dr. Pangloss, al mismo propósito: a justificar y encubrir los verdaderos e insaciables intereses de los señores que dominan la escena mundial.
Hoy como ayer sigue siendo de rabiosa actualidad la Fábula de la Colmena del médico holandés Bernard Mandeville (s. XVIII). Por más mistificaciones que se quieran hacer, los zánganos de entonces como los de ahora siguen siendo vividores y parásitos en la colmena humana. Pues está suficientemente probado que sus vicios privados no causan bienestar en lo social y colectivo, sino dolor y tortura en la comunidad humana, principalmente en su sección más excluida y desprotegida.
Frente al determinismo panglossiano, conformista, falto de ética y mentiroso que, desde la política oficial, está encubriendo el individualismo y la corrupción, la frivolidad y el consumismo, Utopía apuesta por el arraigo en otros valores alternativos que, como la confianza existencial humana, surgen desde la verdad de una vida justa, solidaria y responsable.