Luis Pernía (CCP Antequera)
Es una historia de complicidad, que se inició hace más de seis meses en un pequeño rincón de Málaga, cerca del conflictivo barrio de La Palma Palmilla, al calor del la Asociación Malaika. Es la historia de Rosa, Yeni, Amparo, etc… que empezaron a reunirse unidas por un mismo vínculo: las dificultades de convivencia con su pareja y el maltrato. En un clima de sinceridad y con la ayuda de voluntarios psicólogos de la Asociación Malaika iniciaron la andadura de hablar, de comunicarse, de verbalizar en alto su sufrimiento interior ante las imposturas de que supone la inmigración y el añadido de una difícil convivencia con sus compañeros de vida.
Al principio fue un abrirse lento y temeroso, como el que se lanzaba al vacío. Luego el dialogo fue sustanciándose sobre hechos de la vida real que hay que ver de frente. Era una pequeña bola de nieve que empezaba a caer de la montaña, porque luego se fueron uniendo otro y otra mujer de diversos países y con diferentes historias, hasta constituir un grupo nutrido con vocación de seguir aumentado.
Todas las tardes del domingo paraguayas, argentinas, bolivianas, también algunas subsaharianas se reúnen para hablar de sus problemas de convivencia y para rescatar su identidad de mujeres. La empatía compartiendo esta experiencia les ha llevado a hacerla extensiva a otras actividades, fundamentalmente a salir juntas y participar en diversos eventos proinmigrantes.
Al hacer un balance de esta saludable experiencia no deja de sorprender la capacidad de solidaridad que engendra el compartir el difícil camino de la convivencia con sus compañeros de vida, aunque procedan de los más diversos países. Y es una evidencia las ganas con que esperan a esa tarde del domingo para ver a sus amigas, ya no solo con visión de autoayuda, sino de unir esfuerzos como inmigrantes y como mujeres para hacer frente al duro peaje de la vida.
L. P. (CCP Antequera)