(Leído al final de la Asamblea 2005)
Estamos aquí para recordar que este año 2005 la ciudadanía global no nos resignamos a que la mitad de la población mundial viva en la pobreza. Y a recordar de nuevo que existen medios suficientes, tecnologías, desarrollo y capacidad para afrontar uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad: la pobreza.
No nos resignamos a que mueran cada día de hambre 30.000 seres humanos, cuando hay recursos para todos. No nos resignamos a que cada año mueran 10 millones de niños y niñas menores de cinco años por causas fácilmente evitables. No nos resignamos a que 50 millones de personas estén infectadas con el VIH y la gran mayoría no tenga acceso a tratamientos ni a atención médica. No nos resignamos a ver cómo el deterioro ecológico del Planeta avanza convirtiendo el mundo en un lugar más precario para la vida, especialmente en los países más pobres.
La persistencia de la pobreza y la desigualdad en el mundo de hoy no se puede justificar. Actualmente, el 10% más rico del planeta disfruta del 70% de las riquezas, y las brechas de pobreza siguen creciendo. El compromiso internacional, para dar un primer paso en la erradicación de la pobreza, está materializado en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y tan sólo exige voluntad política por parte de los Estados y de las organizaciones internacionales. Según Naciones Unidas, los países ricos deberían invertir al menos el doble de lo actual para alcanzar los Objetivos del Milenio, lo que representa la quinta parte del presupuesto militar anual.
Aún estamos a tiempo si nos movemos, aunque ya vamos retrasados. Si no cambian las cosas para el año 2015, morirán 45 millones de niños y niñas y 97 millones de menores seguirán sin escolarizar.
Por eso, la Campaña Pobreza Cero quiere recordar que los líderes mundiales tienen una larga lista de promesas incumplidas, tales como los compromisos de incremento de la Ayuda Oficial al desarrollo, la necesidad de abordar los problemas de deuda externa y los cambios urgentes de las reglas actuales de comercio internacional que se necesitarían para un reparto justo y equitativo de sus beneficios.
Las medidas que se han tomado siguen siendo insuficientes. Hace casi cuarenta años que se estableció la necesidad de que los países desarrollados destinaran el 0,7% de su riqueza para el desarrollo de los países empobrecidos, pero en la actualidad, el conjunto de los países desarrollados apenas destina un 0,24%. Las acciones anunciadas contra la deuda el mes pasado por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son así mismo insuficientes. Si el objetivo real fuera permitir el cumplimiento de los Objetivos del Milenio sería imprescindible que se cancelara inmediatamente el total de la deuda a los 62 países más empobrecidos del mundo.
Por ello os animamos a que continuemos movilizándonos y presionando a nuestros representantes políticos para que formalicen un Pacto de Estado para erradicar la pobreza mundial, para que, con compromisos muy concretos, España contribuya al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Y a tan pocos días de la cumbre ministerial de la Organización Mundial del Comercio, pedimos que se cambien las reglas del comercio internacional para que, en lugar de imponerse un modelo único que impulsa la privatización, liberalización y mercantilización de todos los bienes y recursos, se garantice el derecho de los pueblos a definir su propio modelo de desarrollo y a aplicar aquellas políticas más acordes con su realidad y sus objetivos de desarrollo humano.
Madrid, 20 de noviembre de 2005