Ciencia y Religión.
Farid Yazdani.
Ciencia y religión, dos principales fuentes de conocimiento y prácticas de las sociedades humanas. ¿En qué medida pueden dialogar y tener acercamientos? ¿Existen pruebas históricas que avalen tal posibilidad?
Hace unos días me llegó un artículo en el que el autor trataba de esclarecer la necesidad de diálogo entre la ciencia y la religión como las dos principales fuentes de conocimiento y prácticas que las sociedades humanas hemos conocido hasta ahora. Aunque la ciencia ha estado siempre acompañando al ser humano en su curiosidad para conocer y comprender el medio que lo rodeaba, sin embargo el concepto científico es algo bien reciente, más aun la existencia de una comunidad científica. Por ello, en el pasado no podría haber existido tal diálogo, entre religión y ciencia.
Análisis simplista.
En dicho artículo, el autor mencionaba como ejemplo de ese equilibro a la civilización islámica y su proceso evolutivo, sin embargo tal afirmación merece ser analizada y revisada.
El primer punto que nos induce a un grado elevado de confusión y, en consecuencia, a la construcción de conceptos muy simplistas, es la asociación directa entre una realidad y una creencia. Por ejemplo, creer que la posesión elevada de dinero garantiza el bienestar. Tal creencia no es más que una falacia, ya que el dinero es una herramienta para facilitar la transacción y el bienestar es un equilibrio entre la paz mental y el acceso a las necesidades básicas, como explica la pirámide de Maslow. Volvamos al análisis de la sociedad islámica. Para empezar hay que separar la fuente de la inspiración religiosa de la religión que surge de ella porque si no, lo que hacemos es asociar el valor de la fuente por el carácter resultante de la religión visible y sus prácticas.
También hubo revelación.
La civilización islámica, desde su formación y hasta el día de hoy, es una civilización bélica, imperialista y nada dialogante. Allí donde llegaba sometía a la gente a su propio relato existencial como el único válido. Basta estudiar la historia, inclusive las que han sido escritas por ellos mismos. Dicho lo cual, también hemos de tener en cuenta que ese argumento es solo una parte de la ecuación. Hubo una revelación, una liberación de energías trascendentales que con el paso de tiempo transformó a algunas personas sensibles que se manifestó en creaciones artísticas y en descubrimientos del medio. Todos los avances y las aportaciones que hicieron estas personas no podían ser fruto de una puesta en escena sanguinaria y cruel sino de una trascendencia que moldeó el carácter a estados elevados de iluminación y, en consecuencia, se manifestaron en forma de arte, filosofía y otros conocimientos.
Hasta el siglo XVI en la sociedad cristiana el estudio de los medios estaba prácticamente en manos de los religiosos, y los que no eran sacerdotes tenían una fuerte convicción religiosa (el profesor Eduardo Battaner López lo desengrana muy cuidadosamente en su libro “Los físicos y Dios”); por tanto, había muy poca dicotomía al respecto. Sin duda, hubo excepciones y, gracias a ellas, el resurgimiento de nuevas líneas de pensamiento y de actuación. A partir de entonces, y especialmente gracias al surgimiento del protestantismo, los pensadores europeos se sintieron suficientemente seguros para manifestar su punto de vista sin que eso supusiera su fin físico y social.
Religión vs. Materialismo?
Lo que los pensadores y los científicos europeos aprendieron a cuestionar y rechazar no era la transcendencia sino, con total acierto, la religión, esa que impulsa las creencias mágicas y supersticiones destructivas, esa que ha hecho, y todavía hace, una pedagogía de anular el pensamiento crítico y por tanto liberador. Afirmar que rechazar la religión nos lleva al materialismo es mucho suponer y necesita una profunda revisión.
El actual pensador e historiador Yuval Noah Harari hace un recorrido magistral de la historia humana y, a pesar de que se declara ateo, no deja de afirmar el carácter trascendental de los humanos, y lo que les ha dado supremacía frente a las otras especies es precisamente su realidad intangible que les capacita para hallazgos trascendentales.
El pensamiento crítico
Sin duda, la ciencia no puede ni debe entrar en diálogo con la religión que menoscaba el pensamiento crítico y liberador, ya que, lejos de ayudarles a introducir nuevas líneas de pensamiento y en consecuencia de actuación, les legitima en su postura como garantes de la ética y moral e impulsores de la espiritualidad. El pensamiento crítico es una de las más potentes herramientas que tiene el ser humano para defender y proteger la existencia integral.
No nos confundamos, la religión no ha logrado introducir una pedagogía progresista en su línea de pensamiento y actuación. Toda la transformación que se ha logrado es gracias a las energías transformadoras (también llamadas espirituales) que aparecieron en diferentes tiempos y lugares. Aun así, Bahá’u’lláh, el último de una larga lista de fuentes de inspiración socio-espiritual, afirmó algo muy liberador para la humanidad: Si la religión no cumple con su cometido de ser causa de bienestar, paz y progreso, es mejor no tenerla. No se trata de renunciar a la espiritualidad, que es la principal fuente de humanización, sino más bien de ser cautelosos con qué consideramos “religión” o “religiosos” y su papel en el desarrollo de la humanidad.
A la vista de lo expuesto, podemos afirmar que no debemos alimentar y apoyar aquellos discursos que tratan de mermar nuestra capacidad de pensamiento crítico, aunque vengan de fuentes científicas, religiosas, culturales u otras.
1 comentario
Un saludo Farid, magistral la exposición,de ciencia y religión………mi opinión es q no pueden ir de la mano………..