DECIR Solidaridad es decir “la ternura de los pueblos”. Los Comités Óscar Romero del Estado español recogieron las palabras de D. Pedro Casaldáliga y las hicieron suyas. Hoy hablamos con el Comité de Zaragoza. Este año cumple su veintiún aniversario y queremos acercarnos a su realidad: quiénes son, qué hacen y, sobre todo, cómo lo hacen. Nuestra revista Utopía quiere conocer qué significa, cómo se contaría y cómo viviría la Buena Noticia un grupo de solidaridad que trata de acercar y vivir la utopía de Monseñor Romero, después del veinticinco aniversario de su martirio.
Nos lo explican desde su fe, con hechos, sin mayúsculas y en el andar del “día a día”. Son gente cercana, de base, casados y solteros, educadores/as, que, como bien explican más adelante, Romero “les enredó la vida para llenarles de vida”.
Buena Noticia, amigos. Qué difícil definirla en los tiempos que corren. Explicadnos cómo la definiríais.
Utopía, Evangelio, Buena Noticia. Tres palabras con mayúsculas en las que creemos, intentamos vivir y no hay otra forma de sentirlas que desde una profunda y exultante alegría.
Porque desde la «noche oscura», ni siquiera desde la «madrugada», se explicita la Utopía. Con el neoliberalismo brutal que nos envuelve, prepotente y excluyente, que se apodera de todo para tornarlo mercado y lucro, nosotros y nosotras nos negamos a aceptar su yugo. Creemos que ya es «mediodía» y que otro mundo es posible. Somos, queremos y vamos haciendo otra Humanidad.
Permitidnos, amigos, este pequeño preámbulo que desde el principio quiere ser nuestra declaración de intenciones.
¿Y por qué desde Romero?
«Si me muero resucitaré en el pueblo salvadoreño». Se equivocaba Romero. No sólo resucitó en su pueblo, sino que 26 años después, la solidaridad cristiana, la «dada y recibida», la «ternura de los pueblos», tiene sentido desde la vida y la muerte de Monseñor. Y esa vida y esa muerte nos “enredó la vida”.
Esa declaración de intenciones, en la práctica, cómo la explicitaríais.
Frente al fracaso, el Reino; ante la pasividad, el invento; del voluntariado a la militancia; con lo local a lo mundial; frente a una Iglesia centrada en lo sacramental, el convencimiento de que fuera de la Iglesia sí hay salvación, y de que todos juntos tenemos que hacer posible esa otra Humanidad. Si hoy el Reino de los cielos tiene validez es porque no es sólo para unos cuantos; la Buena Noticia de la justicia y la fraternidad no sólo ha de cumplirse en el mundo ultraterreno, sino que hay que comenzar a vivirla y a ponerla en práctica aquí y ahora, junto a todos los pueblos y a sus gentes.
Por ello, nuestra espiritualidad es la de la Esperanza, fundamentada en la vida y ejemplo de Jesús de Nazaret, y en la de aquellos testigos que como Romero se tomaron en serio este proyecto y lo vivieron con coherencia y radicalidad.
Habláis de Romero, ¿qué rasgos distinguen a los Comités Óscar Romero del resto de las organizaciones?
Decíamos que el testimonio y la muerte de Romero nos enredó la vida. Un buen amigo nuestro, José María Vigil, escribía no hace mucho: «Creo que los Comités Óscar Romero realizan una solidaridad concientizadora, comunicacional, simbólica. O sea, no son la típica organización que todo lo cifra en enviar alimentos, ropa y medicinas u objetivos de desarrollo económico, sino que su objetivo primario es el desarrollo de la conciencia, de la dignidad colectiva como pueblo, de la mentalidad, de la construcción del otro mundo posible. Son una praxis (transformación social) ya que la historia no se transforma sólo modificando las condiciones económico-políticas, sino también y muy principalmente transformando las condiciones mentales».
Nos preguntabais cómo contamos la Buena Noticia para hacerla inteligible: desde ese principio primario que escribía José María, desde la opción por los pobres, desde el pluralismo religioso, desde la persistencia y, como buenos mañicos, desde la tozudez.
En el día a día, si tuvierais que explicar a alguien que quisiera incorporarse al Comité y os preguntara: pero vosotros, ¿qué hacéis?
Publicamos las experiencias de los pueblos, sus teólogos, sus organizaciones y gentes en nuestros «Documentos del Ocote Encendido», constante y gratuitamente en un 90% de sus 1.000 ejemplares. Somos editores para todo el Estado español de la «Agenda Latinoamericana-Mundial», con un cariño y un entusiasmo a veces incomprendido, pero continuo en la reflexión, en la innovación, en el acercamiento a colectivos, organizaciones, ciudades y pueblos.
Apoyamos proyectos de organización que casi nadie apoya, como la Iglesia de los Pobres en Nicaragua y las comunidades negras en el Chocó colombiano. Editamos libros, «sin salida» para ciertas editoriales, de autores y teólogos que nos parece que tienen cosas que decir, cosas que liberan a muchas personas de pesados fardos de creencias que oprimen y no dejan ser libres para vivir con libertad nuestra propia humanidad.
O sea, que vuestro quehacer se destina a la solidaridad con América Latina…
Nos conmovemos con el sufrimiento de los pueblos africanos extendiendo su clamor y su esperanza, porque existen los medios para acabar con su dolor, pero falta, entre otras cosas, voluntad política para hacerlo.
¿Y cómo os organizáis?
Nos juntamos dos veces por semana, fielmente desde hace años, para descargar y despachar el «maldito» correo electrónico, contestar todos los que podemos, organizar el desaliento, mandar paquetes por doquier, reflexionar, formarnos, enfadarnos, querernos, alegrarnos con los compañeros y compañeras…
Celebramos festivamente la salida y entrada de los años; oramos en común un sábado al mes; recordamos cada 24 de marzo a nuestro querido Romero; merendamos en las fiestas de cumpleaños, tomamos cerveza después de las reuniones y nos reímos bastante.
Sois en el Estado un buen número de Comités, ¿cómo os coordináis?
Creemos firmemente que es importante trabajar en red, y por eso nos “enredamos” constante y conscientemente para que nuestro trabajo no sea aislado y solitario. Nos coordinamos a nivel local con colectivos solidarios y con otros grupos, cristianos o no; nos reunimos cada cuatro meses con el resto de los comités Óscar Romero del Estado español para seguir construyendo comunitariamente y fortalecernos en nuestro caminar solidario, y también cada dos años con los comités del resto del mundo para mantener viva la memoria histórica de Monseñor, participando activamente para que la coordinación sea una realidad esperanzadora.
Todo lo hacemos con espíritu comunitario, sabiendo que otro mundo es posible y que, por lo tanto, otra Iglesia también es posible. ¿Cómo hacemos que la Buena Noticia sea inteligible? Pues no sabemos muy bien, quizás con lo que hacemos y como lo hacemos. Eso sí, como todo, tozudamente.
Ah, se nos olvidaba. El mensaje de Jesús, como el de Romero, también nos enredó la vida. Y además de lo que os hemos contado, nos llenó la vida.
Gracias.