Comunicado: Convivencias de las Comunidades Cristianas de Base de Murcia.

Convivencias de las Comunidades Cristianas de Base de Murcia.

Verano 2013.

Juan Antonio Cabezos y Mª Pura Berzal Viana.

Como todos los veranos y siguiendo la tradición de más de cuarenta años de andadura, las Comunidades Cristianas de Base de Murcia hemos celebrado nuestras habituales convivencias de verano.

La primera convivencia se celebró del 11 al 16 de agosto y hemos tenido la suerte de compartir nuestro tiempo con Juan José Tamayo del que, como es sobradamente conocido, no es necesario hacer una presentación.

Tamayo, con su enorme capacidad intelectual, nos hablo sobre las utopías basándose en el último libro publicado y que lleva por título “Invitación a la utopía”. En el género utopía hay dos clases: una es la descripción de una ciudad ideal ( e incluso la antiutopía) y el otro, obra de investigadores, es la síntesis de la producción utópica. En el apartado “síntesis” existen dos magnas obras como son “El pensamiento utópico en el mundo occidental” de Frank E. Manuel y “El viaje a través de la utopía” de María Luisa Benera, fallecida a los 31 años de edad. Pues bien, a estas dos magníficas obras hay que añadir “La invitación a la utopía”, porque incorpora la utopía feminista, la utopía de Jesús y la utopía de la globalización y, de este modo, se completan las dos obras anteriores.

El ritmo de trabajo fue muy intenso con dos charlas por la mañana y una por la tarde, con sus correspondientes debates y ruedas de preguntas. Juan José se centró en la utopía de Jesús haciendo una magnifica síntesis de todas las aportaciones realizadas por los investigadores; habló sobre la desconocida, y poco investigada, utopía feminista; introdujo temas que no estaban en el libro como el decálogo de la utopía, incidió en los pecados contra la utopía y finalizó con la utopía alter globalizadora.

Además de las conferencias hubo cine, fiesta, baño en la piscina, información sobre la construcción de un comedor, proyecto de las Comunidades Cristianas de Base de la Región de Murcia, en Mozambique.

Para la segunda convivencia(del 18 al 23 de Agosto), siguiendo la línea emprendida hace unos años en torno a un nuevo paradigma de la espiritualidad, contamos con José Arregi y el tema: “Apuntes de teología ecológica”. El ponente, con sus documentadas exposiciones consiguió entusiasmarnos y despertar nuestro interés, suscitando interesantes diálogos entre los 50 participantes que asistimos.

 La teología ecológica es una novedosa y atractiva propuesta, con la que ya tuvimos una primera aproximación  a través de José María Vigil en el verano de 2011. Una teología elaborada desde el paradigma ecológico, que provoca asombro y reverencia hacia todo; que invita a mirar todo cuanto existe como algo sagrado, habitando desde el corazón, en todo el universo, el Misterio con todos sus nombres. Ello supone una nueva forma de vivir la fe. Creemos que las religiones están llamadas a recuperar esa intuición ecológica originaria.

Es preciso actualizar la teología, que ha de hablar de todo en concordancia con lo que las ciencias actuales nos dicen, lo que implica superar la concepción antropocéntrica y dualista, a fin de aportar una nueva visión de la divinidad y una nueva imagen de nosotros mismos.

Arregi comenzó  haciendo un análisis de la situación de nuestro planeta hoy, con las crisis energética y alimentaria, el cambio climático, el problema del agua potable…… así como de las causas por las que se ha llegado a esta situación de emergencia en un sistema insostenible.

A lo largo de los días se fueron abordando los siguientes aspectos:

  1. Lectura meditativa del Génesis. Se trata de ver la creación como una gestación poética, inacabada, concebida desde la cosmogénesis que  la ciencia actual nos explica. Esta concepclón nos incita a ser creadores de la vida, junto con un Dios que no está fuera sino en el centro y cuyo Espíritu aletea en todo.
  2. El ser humano en la historia del cosmos y en la vida. Avanzar en el conocimiento del universo nos empequeñece, pero a su vez nos ensancha el espíritu y el horizonte. Hemos de seguir creciendo en una espiritualidad que rompa la dicotomía entre naturaleza e historia, sintiendo y experimentando que los seres humanos formamos parte de esa naturaleza en comunión con las demás especies.
  3. Ética ecológica. Vamos tomando conciencia de la necesidad de revisar los conceptos de libertad, culpa, castigo, perdón….., abogando por una ética de la vida, que es la misma para todos. La cuestión es qué debemos hacer para procurar el bienestar de todas las criaturas.
  4. Una espiritualidad ecológica que nos ayude a vivir plenamente centrados en nuestro ser, pacificándonos, sin ahogar el Espíritu en las formas religiosas. Una espiritualidad mística y laica  traducida en amor a la vida que se manifiesta en todos los seres, que abarque a todos los ámbitos de nuestra existencia, comprendiendo que espíritu no es opuesto a cuerpo y que todo lo que ayuda a crecer y no hace daño, es bueno.
  5. Cristología ecológica. Aunque no podemos decir que Jesús fue ecologista en los términos que hablamos ahora, sí podemos decir que rompió muchos tabúes que tienen que ver con el cuidado y la armonía de la vida y el respeto mutuo; él se sintió integrado en la naturaleza admirando la Creación. Curó sin romper las leyes naturales y devolviendo la confianza a quien curaba, teniendo  en cuenta la situación emocional, social y política que genera la enfermedad.
  6. Imagen ecológica de Dios. Es preciso superar el dualismo (mundo- Dios).No podemos creer en un Dios a imagen humana, ni imaginarlo como “alguien” o algo distinto y exterior, o como juez justo, padre misericordioso y exigente a la vez. No lo podemos pensar con parámetros numéricos, espaciales o temporales; no tenemos un lenguaje para expresarlo. Dios es el Misterio del mundo inexplicable de belleza y amor, en el que somos. Un Dios que actúa desde el mundo, que alienta, que crea, que relaciona y que padece hasta que toda la realidad llegue a su plenitud.
  7. Esperanza para toda la Creación, para todas las criaturas que vivimos una comunidad de destino. Todos los seres vivos nacen, crecen, viven y mueren, En la vida mortal está la vida eterna. Lo importante es vivir hoy como merecería la pena hacerlo para vivir eternamente.

Además del tiempo dedicado a todas estas reflexiones, propiciamos espacios para una meditación al comienzo de la mañana, un rato de oración a la tarde y algo lúdico y festivo para la velada de la noche. (Hay que destacar un recital de un cantautor murciano de gran sensibilidad poética y social y un “ritual de la luna”, aprovechando que era noche de luna llena en plena naturaleza).

Toda la convivencia se desarrolló en un ambiente de fraternidad, cercanía, cariño y comunicación sincera. Una rica experiencia que nos ayuda a mantener viva y actualizada nuestra vocación cristiana.

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