La enfermedad en el corazón humano ha dañado y enfermado también la tierra, la madre y hermana del hombre y la mujer y la casa común de todos los seres vivos, nos recuerda el papa Francisco en su contundente encíclica Laudato si´.
La preocupación por la casa común también es el tema de la Conferencia Mundial del Cambio Climático celebrada en Francia meses atrás. En esta Conferencia los mismos países que se han negado a cumplir los acuerdos de las Conferencias pasadas son los que hoy se reúnen para constatar que, por no hacer nada, la vida del planeta está casi en extinción.
Las especies animales, el agua y la flora están en peligro mortal. Y en países como China, hasta el aire resulta imposible respirarlo, porque mata.
Los países ricos y sus ricos ciudadanos, así como las corporaciones empresariales, explotan la riqueza del planeta por codicia, y los pobres, para sobrevivir, rebuscan, usan, trabajan en lo que pueden. ¡Hasta dónde hemos llegado como humanidad, que se está haciendo difícil habitar el mismo planeta que sostuvo la vida humana por miles y millones de años! Si Hobbes estuviera vivo, diría que el hombre no solo es un lobo para el hombre sino para todo lo creado. Es el depredador por excelencia, y no para subsistir.
“Hay esperanza siempre que se tomen decisiones éticas. El planeta enfermo puede recuperarse”. El papa Francisco hace un llamado a la familia humana a buscar un desarrollo sostenible e integral como principio del cambio.
Es un cambio interior lo que se necesita para salvar la Tierra, y parte del convencimiento de que la vida vale más que todas las riquezas de este mundo. Pero ese cambio interior debe conducir a un cambio en las legislaciones de los países.
Cuidar de la Tierra es entonces cuidar del otro y de todo. Cuidar de las generaciones futuras despojándonos de cosas inútiles, del consumismo y de la codicia humana que lleva a las masas a convertirse en esclavos del coche último modelo, de la moda y de todo aquello que no solo daña el planeta sino al mismo ser humano.
No hay vuelta atrás. O cambiamos o perecemos. El cambio es la única esperanza posible para los ricos y para los pobres.