DESOBEDECER PARA SER PERSONAS

Manolo SÁEZ BAYONA

Miembro de Zambra y las Gentes de Baladre

 

Escribir sobre lo que una viene haciendo y viviendo desde hace treinta años de manera colectiva, en la medida que ha podido y que hemos encontrado una brecha, es difícil. Las dificultades vienen por diferentes lados y tienen el rostro de diferentes dudas: por dónde empezar, cómo hilvanar tantos recuerdos parciales pero colectivos, dónde poner el acento de lo que hemos vivido… Pero voy a intentarlo, procurando enmarcar lo realizado, desde nosotras, solas y con otras, hasta los retos actuales de las nuevas iniciativas de desobediencia ante el terrorismo de los mercados económicos, dígase de las empresas del capital y la gestión de este terror por parte de instituciones como la UE.

TREINTA AÑOS DESOBEDECIENDO ANTE LA INJUSTICIA Y EL TERROR

Fue al inicio de la década de los años ochenta del siglo pasado cuando personas que carecíamos de recursos suficientes y estables (llamadas y conocidas entonces como paradas) comprendimos la dimensión de la palabra DESOBEDECER, en la acepción más pura de incumplir conscientemente asumiendo las consecuencias de nuestros actos. Lo primero que tuvimos que hacer es comprender la necesidad de la desobediencia para evitar la muerte en vida, al sometimiento. Aquello no era fácil, pues teníamos que sacar de encima esa sensación de responsabilidad que nos trasladaban cantidad de sectores de la sociedad, de ser los propios causantes y culpables de nuestro paro laboral. Entender aquella situación de paro, como carencia de recursos estables y suficientes, fue difícil, era un parto complicado, además de asumir que teníamos delante un fracaso absoluto de una sociedad. Aquellas reflexiones nos llevaron a una campaña de concienciación para nosotras y para otras: El paro es un fracaso social y NO personal.

Partiendo de comprender la situación de una y de todas, pudimos comenzar a ver la inviabilidad del capitalismo, su fracaso y por lo tanto la necesidad de superarlo. Acometiendo maneras de actuar que incorporasen la nueva sociedad a parir/construir entre muchas. Desde esa manera de situarnos ante la vida, de hacerla posible y viable, es desde donde asumimos las gentes de Baladre la DESOBEDIENCIA CIVIL.

Cuando discutíamos cómo generar las mejores condiciones ante la represión que nos iba a traer y trajo la desobediencia del orden establecido, sus leyes y normas, vimos con claridad que la coordinación Baladre no podía ser un espacio de relación para la lucha y búsqueda, limitado por el marco de las legalidades. En consecuencia asumimos conscientemente ser una coordinación de personas y grupos sin formas jurídicas, eludiendo registros, pensando en vernos para desobedecer, para salir del marco pseudodemocrático capitalista para eludir la represión sistemática de toda disidencia que ya entonces ponían en marcha las instituciones de la llamada monarquía democrática del actual Estado español. Aquella decisión fue algo consensuado, estamos fuera de sus leyes y registros para poder luchar en las mejoras de condiciones, eludiendo esquemas de representación y delegaciones jerárquicas. De alguna manera nuestras formas de organización y relación tienen que poder ayudar/posibilitar el buen desarrollo de la DESOBEDIENCIA.

Nunca ha sido un problema en estos treinta años de Baladre jugar a la simulación de legalizaciones de asociaciones para conseguir objetivos puntuales o parciales en el marco de un territorio o sector. Lo que conseguimos con esta manera de actuar bajo el marco legal siempre lo hemos visto como una manera de ampliar las brechas, la desobediencia, preservando a la coordinación Baladre donde tiene que estar: fuera de la legalidad. Si lo vemos necesario usamos decenas de marcas para acceder a iniciativas puntuales en el terreno local, como herramientas puntuales, medios pero siempre con la conciencia de no hipotecar nuestras luchas.

De alguna manera nuestra forma de relación para el apoyo mutuo: coordinación de personas y grupos, es el suelo del que partimos para poder avanzar en la desobediencia en estos treinta años.

BLOQUEOS, SABOTAJES, EXPROPIACIONES DE ALIMENTOS, OKUPACIONES… SIEMPRE CON OTRAS

Recordaros que en nuestro caso, desde el origen hablamos de personas y grupos que carecen de los más básicos recursos y que nos situamos en el marco de luchas colectivas, más allá de problemas individuales. Desde ahí fue muy sencillo llegar a iniciativas y campañas del tipo a la de QUIEN NO TIENE, NO PAGA.

Desde nuestros orígenes supimos que nuestra carencia de alimentos era parte del terror que imponen estas sociedades para someternos. Por ello comenzamos a sacar carros de comida en las grandes superficies comerciales, en muchos casos llegando a acuerdos de que todos los meses nos pasarían todo tipo de alimentos tocados o próximos a caducar. Eran años donde teníamos que llenar carros de alimentos, ponernos ante las cajas, pedir una reunión con la gerencia, y corriendo nos atendían y por lo general accedían a nuestras exigencias. Algo parecido sucedía con el transporte, algo fundamental en las sociedades en que vivimos, si no teníamos recursos no po­díamos movernos, por lo que se nos excluye doblemente. Nuestras primeras acciones de tomar autobuses urbanos y llevarlos al Ayuntamiento de turno eran actos que generaban muchísimas simpatías, casi nunca el conductor nos llevaba a la comisaría del lugar, aunque alguna vez sí sucedió. La repetición de estas acciones tuvo sus frutos en alguna ciudad media, consiguiendo la gratuidad del transporte para aquellas personas que carecíamos de recursos estables y suficientes.

Una de las acciones que llevamos treinta años realizando es la de las okupaciones de oficinas de Ayuntamientos, sobre todo de las áreas de Bienestar Social; paralizar la actividad para mejorar prestaciones, sacar adelante nuevos derechos, evitar un desahucio, un corte de luz, del agua.

Cuando lo realizamos con constancia, midiendo nuestras fuerzas, a nuestro ritmo, desde nuestras necesidades y urgencias, cuando ha sido así, conseguimos cambiar reglamentos restrictivos en temas de prestaciones y ayudas, resolver problemas de máxima urgencia. Estas okupaciones de instituciones públicas y privadas (empresas que gestionan y sacan beneficio a servicios básicos: electricidad, agua, Cajas de Ahorro, transporte, INEM, vivienda, escuelas y colegios, instalaciones deportivas…) las hemos entendido como una manera de generar pedagogía social, de situar nuestras justas reivindicaciones que parten de carencias múltiples y como parte de procesos de cambio, de transformación.

Bueno es recordar cómo se consiguieron paralizar desahucios de viviendas en 1984, o en esos años que las Cajas asumieran los intereses de los créditos hipotecarios de personas empobrecidas, sin olvidarnos del mantenimiento de acceso a servicios básicos (luz, agua, educación, instalaciones deportivas…) para quienes carecían de recursos suficiente y estables.

Hasta se consiguió en algún territorio una renta mínima local, que incluía dinero para comprar ropa (vale de compra bimensual) y dinero para poder acceder a comedores o comprar alimentos. Nada de esto fue posible sin ALIANZAS, siempre hemos actuado con otras, desde la coordinadora de Curas de Euskal Herria, a grupos de Caritas aislados, organizaciones sociales de todo tipo, sindicatos de lucha, muchas asociaciones sectoriales… Son treinta años de darnos cuenta que solas a ningún lugar y con otras: muchas cosas son posibles. Era ilusionante, y lo sigue siendo, cuando ante unas viviendas vacías abríamos las puertas y comenzaban a vivir decenas de familias en ellas. Cómo partiendo de esas okupaciones conseguíamos que se construyesen viviendas sociales de bajísimo alquiler, bajo el eufemismo de viviendas sociales. En los ochenta, noventa y en el nuevo siglo, esta actividad es casi constante, bajo el lema de: GENTES SIN CASAS PARA LAS CASAS SIN GENTE. Igualmente okupamos, siempre que podemos acumular fuerzas, espacios vacios para desarrollar Centros Sociales y Culturales. SIN OLVIDARNOS DE TODAS Y CADA UNA DE LAS OKUPACIONES DE TIERRAS PARA ASUMIR NUESTRA NECESIDAD DE DISPONER DE TIERRA PARA CULTIVAR DE OTRA MANERA, NUESTROS ALIMENTOS Y LOS DE OTRAS. Cada vez más estas actuaciones nos llevan a vincular la salida del mundo rural a la salida del llamado mundo de la exclusión urbana, de los barrios periféricos, donde nos parieron y seguimos viviendo. Recuperar la tierra para todas, para satisfacer necesidades colectivas de todo tipo está siendo, y lo fue desde el inicio, uno de nuestros principales ejes de actuación.

APOYO MUTUO PARA PODER DESOBEDECER MÁS Y MEJOR

Si algo hemos aprendido en estos treinta años de desobediencias constantes y diferentes, es que es central, fundamental el apoyo mutuo, en un sentido amplísimo. No hablamos solo de cuestiones básicas económicas o materiales, hablamos y reiteramos la importancia de CUIDARNOS, de atendernos, de darnos afecto, de saber recibirlo y demandarlo, de ser parte del dar y el recibir. Y mucho más de pasar del yo, que nos aísla y limita al NOSOTRAS con más potencial liberador. Entender que agredirnos a cualquiera, persona o grupo, es agredirnos a todas es fundamental; pasar de comprender y entender, al sentir, para actuar es urgente y muy necesario. Para nosotras que venimos treinta años tomando plazas e instituciones, encadenándonos a todo lo que toque (puertas, semáforos, edificios…) para frenar la injusticia, para poner límites al terror, no es nada nuevo asamblearnos el 15 de mayo, o cualquier otro día; tomar o rodear un 25 de septiembre un Congreso o cualquier otro día. Pero nos alegra infinitamente que seamos parte de las miles de personas que lo llevan adelante. Esa actitud de apoyo mutuo sincero, de suma de voluntades, eludiendo la aparición de siglas, de solicitar permisos… eso nos encanta, nos alegra la vida. Los dos últimos años son muchísimas las decenas de miles de personas que estamos desobedeciendo en el día a día, más allá de siglas sociológicas (15-M o similares), la realidad es que gracias a muchísimas tenemos delante un nuevo escenario, donde la desobediencia ya no se cuestiona como herramienta y medio, sino que se asume masivamente, aunque sea como actos puntuales en muchas ocasiones, bajo lógicas de acción y reacción…

Gracias al apoyo mutuo, a la suma de voluntades, a la actitud de que aquí no sobra nadie, nos encontramos con un escenario de una gran oportunidad de incorporar más voluntades a la DESOBEDIENCIA y construir formas de relación que sean, que están siendo el germen de una nueva sociedad, que superar, sí o sí, a la locura del capitalismo y terrorismo de Estado o de supra-Estados como la UE.

Ramón Fernández Durán nos hablaba en sus últimos textos de que el emperador está desnudo (el capitalismo se muestra tal cual es, terror puro para las personas y el sistema que solo prima el beneficio del 1% de la humanidad), ahora muchos miles de personas lo vemos, lo ponemos en común analizándolo, pero sobre todo actuamos en consecuencia: DESOBEDECIENDO MÁS Y MEJOR, a la par que estamos en nuestros proyectos que algunas llaman del pro-común, de satisfacer las necesidades más básicas juntas, fuera del dios Mercado y sus diferentes lógicas e instituciones.

POR ESO, PARA SER PERSONAS Y POSIBILITAR CONDICIONES DE VIDA DIGNAS PARA TODAS EN CUALQUIER LUGAR, TENEMOS LA OBLIGACIÓN DE DESOBEDECER MÁS Y MEJOR.

Ahora tendremos que pensar en cómo superar la lógica de las multas administrativas, el pago de monedas por desobedecerles, para ello estaría bien que generemos las condiciones para convocar o avisar acciones de desobediencia, partiendo de personas que no tengan cuentas corrientes a sus nombres, ni propiedades o similares. Para que el conflicto genere un DESBORDAMIENTO, que intente llevarnos antes sus jueces a sus circos y espectáculos injusto, que les forcemos a la tensión de meternos en sus cárceles, cómo eludirlas y fugarnos, cómo incumplir todo aquello que sea someternos, siempre midiendo nuestras fuerzas, desde nuestros intereses. Hemos de visualizar nuestra desobediencia, hemos de mostrarla como parte de las herramientas que nos llevan al camino de la emancipación, de la superación del terrorismo capitalista. Eso sí, hagámoslo juntas, no es cuestión de mártires o acciones aisladas, hemos de conseguir hacerlo grupalmente, cuidándonos y atendiéndonos adecuadamente. Hagámoslo, mejor dicho sigamos haciéndolo las que ya estamos en ello, lo vemos y sobre todo deseamos y podemos desobedecer, rompamos el absurdo de esperar a que lo hagan las que no tienen nada. Ellas, las sin nada, bastante tienen, tenemos, con conseguir superar esa carencia de alimentos y recursos básicos para nuestras vidas. LA DESOBEDIENCIA ES UNA RESPONSABILIDAD ANTE LA INJUSTICIA, EL DOLOR Y EL TERROR DEL CAPITALISMO y nos hace merecedoras de llamarnos y ser personas.


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