Diez consejos para los militantes de izquierdas

Alfonso de Maruri Álvarez

Durante cuatro números de Utopía vamos a tratar los diez consejos que Frei Betto da los militantes de izquierdas.

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Primero una brevísima reseña, resumida de los números 78 y 79 de la revista Éxodo, sobre Carlos Alberto Libanio Christo, conocido como “Frei Betto”, un fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación.

Nace en 1944 en Belo Horizonte, Brasil, militante en su juventud de la JEC y periodista. Su obra “Das Catacumbas”, cartas escritas desde la prisión militar, en la que estuvo por sus ideas y militancia de izquierdas, fue conocida en todo el mundo,  tanto esta obra, como el resto de sus más de cincuenta libros han sido alabados  por la izquierdas y vilipendiados por la derecha más reaccionaria.

Ha ejercido su tarea pastoral en las Comunidades Eclesiales de Base en barrios obreros de Sao Paulo. Miembro del Partido del Trabajo y colaborador con Lula, de quien ha   sido consejero y coordinado desde el gobierno brasileño el Proyecto Hambre Cero. Proyecto y consejería que abandonó por discrepancias con la política económica de Lula.

Es mi intención escribir  dos o tres consejos en cada revista, hacer un comentario de los mismos y plantear alguna propuesta, siempre abierta al compromiso personal del lector.

Vamos con los dos primeros consejos de Frei Betto para los militantes de izquierdas .

1.- “MANTENGA VIVA LA INDIGNACIÓN.
Verifique periódicamente si usted es realmente de izquierda. Adopte el criterio de Norberto Bobbio: la derecha considera la desigualdad social tan natural como la diferencia entre el día y la noche. La izquierda lo enfrenta como una aberración que debe ser erradicada.

Cuidado: usted puede estar contaminado por el virus social-demócrata, cuyos principales síntomas son usar métodos de derecha para obtener conquistas de izquierda y, en caso de conflicto, desagradar a los pequeños para no quedar mal con los grandes”.

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2.- “LA CABEZA PISA DONDE LOS PIES PISAN.
No se puede ser de izquierda sin “ensuciar” los zapatos allá donde el pueblo vive, lucha, sufre. Alégrate y comparte sus creencias y victorias. Teoría sin práctica es hacer el juego a la derecha”.

Recuerdo un profesor de Filosofía,  en mis años jóvenes, tiempos de la dictadura,  que decía que no entendía lo que había pasado con él, ya que llevaba más de cuarenta años pensando exactamente lo mismo y al principio le decían que era avanzado, sin embargo ahora le tachaban de carca y reaccionario sin haber cambiado nada… La anécdota es totalmente cierta y el buen hombre lo decía absolutamente convencido.

Mucho me temo que frecuentemente hacemos lo mismo que mi antiguo profesor, no nos movemos, no evolucionamos, no leemos, no contrastamos nuestras opiniones y pareceres y seguimos con la certeza de que nosotros seguimos siendo de izquierdas: “no nos hemos movido…”

Una certeza: lo que no avanza retrocede, no se queda en el mismo lugar. O vamos hacia adelante o vamos hacia atrás. No hay término medio.

Amiga/o: para un momento entre los ruidos y las prisas, reflexiona, interioriza, piensa. ¿Qué sientes en tu ser más profundo cuando lees en la prensa que un chaval africano de veinte años ha caído de la rueda de repuesto de un autocar y ha sido aplastado por las ruedas de atrás del mismo vehiculo en el que pensaba pasar a la península? ¿Eres capaz de mirar cara a  cara al que te pide en la calle? ¿Te reconoces a ti mismo en el africano muerto en la patera? Evidentemente puedes ser tú o yo, nacer aquí o allí es cuestión de azar… o del capricho de unos mapas hechos en un despacho.

¿Y ante la injusticia hecha sobre otra persona? ¿Piensas que el jefe, o el de arriba tiene sus razones o hay motivos que no conocemos y…? Cuando lees noticia de presos o pasas por una prisión en uno de tus viajes ¿crees que “casi todos merecen un castigo”? ¿y ante el dolor? ¿ante los sueldos miserables de viudas, pensionistas, determinados trabajadores? ¿Y ante…?

Amiga/o no esperes mi respuesta, no pienses que te voy a decir lo que debes pensar ante todo eso y ante otras muchas situaciones que tú y yo conocemos. Simplemente mira  tu grado de indignación.

Cuando lleguemos a la otra vida, seguramente que Dios nos mirará solamente las manos y los zapatos, pero será al revés de cómo lo hacía nuestra madre cuando éramos pequeños, ella las quería limpias y los quería relucientes. Dios las quiere callosas,  agrietadas, con roña en las arrugas. ¿Y los zapatos? Llenos de barro, rotos, con la suela comida de acompañar por malos caminos al hermano que sufre y busca. Manos y zapatos sucios, llenos de barro por habernos metido en el charco equivocado, porque nos hemos movido nos hemos equivocado, y nos hemos manchado. Y hemos ayudado a salir del charco al hermano enfangado.

Mala señal si las uñas están perfectas, de cara manicura, manos blancas, limpísimas, sin callos, sin grietas, sin arrugas. Zapatos impolutos, de limpiabotas… Hermana/o, párate, mira tus manos, mira tus zapatos.

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