Dolor por los desahucios

Con los ojos llenos de lágrimas, no puedo sino recordar los miles de desahcios que se están produciendo en este país. Y ahora se van a sentar los representantes de los partidos mayoritarios para ver qué se puede hacer: Seguramente crearán una comisión que se reunirá para ver cuándo se vuelve a reunir, en un bucle continuo al que ya nos tienen acostumbrados con otros temas como la deuda, el rescate, la ayuda a la banca… todos los temas problemáticos se pueden convertir en reuniones (con sus asesores correspondientes: estos que no falten ya que tenemos que pagar a los compañeros).

Lo que me parece muy grave es que la jerarquía de nuestra iglesia sólo se manifieste de forma tan suave que parece que han olvidado hace mucho la radicalidad y la ternura hacia los pobres de la que hacía gala Jesús de Nazaret, a quien queremos seguir. ¿Cuántos palacios episcopales hay en este país? ¿Cuántas iglesias a las que acuden muy pocas personas y que podrían ir a otra cercana?

Cuando se habla de la “Nueva Evangelización” yo me pregunto: ¿Qué maravillosa respuesta desde los que tienen todo hacia los que nada tienen que abrir alguna de esas iglesias vacías y esos palacios episcopales a los desahuciados? ¿No sería una manifestación, en el hoy y ahora dolorido de tantas personas, de que creemos que el Reino se hace aquí y que cuando rezamos el Padrenuestro éste nos interpela? Si hace falta, se desacralizan temporalmente, aunque yo creo que no haría falta desacralizar la casa de Dios para que los elegidos por Él pudieran tener un techo para cobijarse.

Tambien quiero exponeros otra petición que se está haciendo desde hace mucho, pero que parece llegar a oídos sordos: que en cada desahucio haya algún cura y alguna monja vestidos con sotana y hábito (no importaría que el que se presentara fuera algún que otro cardenal de los que se expresan tan suavemente). No sé si frenaría alguno pero, estaríamos manifestándonos al lado de los que peor lo pasan.

Dice un amigo que “con el dolor de los pobres están escritas las palabras de Jesús”. Desde ahí, un abrazo compartido con todos los que ya no van teniendo ni fuerzas para darlo.

Mª Carmen Caravantes

 Miembro de Cristian@s de Base de Madrid

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