Editorial: Espiritualidad y ética del cuidado

Espiritualidad y ética del cuidado.

Cuidados para todos/as.

“Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Es un mandamiento central en el Evangelio de Jesús. “¿Y quién es mi prójimo?” La respuesta de Jesús abre una gran puerta: no es alguien de tu familia, ni un amigo, ni otro fariseo cercano, ni siquiera un miembro del pueblo judío. Es un samaritano, un odiado hereje, un enemigo. Ese es tu prójimo. Por esa gran puerta que abrió Jesús, hoy entra una masa inmensa, miles de millones de seres humanos. Todos son nuestros prójimos.

Amar supone preocuparse, cuidar al otro como nos cuidamos a nosotros mismos. Jesús no critica que nos cuidemos a nosotros mismos. Esa trasnochada religiosidad que nos empuja a maltratarnos con penitencias y sacrificios tiene el peligro de que consideremos normal que el prójimo también tenga que sufrir y padecer. Está bien que cuidemos nuestra salud, nuestro bienestar… pero igual tenemos que cuidar a nuestros prójimos, a esos miles de millones de hombres y mujeres que nos acompañan en la aventura de la vida.

El cuidado de los cercanos.

Naturalmente no es lo mismo la manera de cuidar a un prójimo cercano que a un niño nigeriano. A los cercanos les ofrecemos nuestra atención, nuestro afecto, nuestra amistad cordial y nuestra solidaridad en sus dificultades. Pero ¿cómo podemos cuidar al niño nigeriano y a los millones y millones de niños, de personas mayores y de ancianos que en el mundo padecen hambre, no tienen sanidad ni vivienda digna, que se enfrentan a un porvenir muy sombrío porque en su mundo reina la pobreza y la explotación?

Son prójimos a los que tenemos que amar y cuidar, pero la forma de hacerlo es muy distinta. En primer lugar, debemos tener en cuenta que los bienes de la tierra son limitados. Si nosotros consumimos más de lo que necesitamos, estamos impidiendo, o por lo menos dificultando muy seriamente, que otros muchos tengan el mínimo imprescindible para la vida. Es necesario que seamos conscientes de lo que supone la fiebre consumista a que nos empuja el sistema capitalista: muchísimo pan para unos y hambre para otros muchos.  

Todos los políticos (no) son iguales.

¿Y cómo podemos conseguir que el cuidado llegue más allá de nuestro entorno inmediato? Se trataría de lograr un mundo más justo donde a todos se les respeten sus derechos humanos. Pues eso es fundamentalmente una cuestión política. Por tanto, no podemos ver la política como un tema que no nos importa. Ni podemos refugiarnos en lo de que “todos los políticos son iguales”. Todos los políticos son seres humanos, con sus fallos y sus deficiencias, pero es radicalmente falso que todos sean iguales. Hay políticos que, con todos sus aciertos y errores, tratan de conseguir un mundo más justo, un mundo donde se respeten los derechos humanos de todos. Otros, por el contrario, defienden una política que lleva a la desigualdad y la segregación, hasta llegar a la xenofobia más inhumana.

Activismo vs. voto cada 4 años.

Tenemos que ser conscientes de que nuestros comportamientos tienen una repercusión en la  marcha de la sociedad. Y nuestra responsabilidad no se limita a depositar un voto cada cuatro años. No exige la pertenencia a un determinado partido político, pero sí la actividad en movimientos sociales, o como sea, pero buscando siempre un mundo acogedor para todos los habitantes  de la tierra.

Ese es el cuidado a que nos llama la buena noticia de Jesús de Nazaret. 

En este final del año 2.022 acaba el ciclo “Los cuidados en el centro de la vida”. UTOPÍA os desea felicidad lo menos utópica posible y lo mejor para el año que empieza

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