Entrevista: Mayerly Garzón Mora.

Javier Martínez Andrade

Mayerly Garzón Mora.

  1. Cuéntanos quién eres.

Soy Mayerly Garzón Mora, abogada y educadora popular, defensora de comunidades victimas del despojo y violación de derechos humanos por parte de empresas extractivistas en Colombia. Hago parte del Colectivo Soberanía y Naturaleza, proceso social que trabaja en conflictos socio-ambientales y hace parte del movimiento social y político Congreso de los Pueblos.

  1. ¿Por qué estás ahora en Asturias?

Estoy en Asturias como consecuencia de la persecución política y amenazas en contra de mi vida. Cerca de setenta personas defensoras de derechos humanos han sido asesinadas este año en Colombia, y muchos de mis compañeros/as fueron encarcelados injustamente. 

Me encuentro refugiada temporalmente por el Programa Asturiano de Atención a Víctimas de la Violencia en Colombia.

  1. ¿Por qué te has tenido que ir de Colombia?

He tenido que salir de mi territorio por la cada vez mayor fuerza del paramilitarismo colombiano y la poca acción estatal para eliminar de raíz estos grupos, que, de la mano de las empresas y de las fuerzas policiales y militares, han utilizado el terror para acallar las exigencias sociales. Mi situación y la de miles de colombianas que hoy se encuentran perseguidas es prueba real de la paramilitarización y el uso del terrorismo estatal como estrategia y política para mantener el modelo económico privatizador y acaparador, que, cada vez más, agudiza la brecha de desigualdad en el país.

  1. ¿Cuál es la situación políticosocial de Colombia hoy en día?

La situación en Colombia la caracterizo desde tres actores decisivos en la historia inmediata y a largo plazo del país: el primero son las guerrillas de las FARC-EP y el ELN, que le han dado apuesta a la salida política y negociada al conflicto interno armado; evidencia de ello son los diálogos de paz en La Habana y los diálogos que prontamente se abrirán en Ecuador; esto le significa al país la construcción de política sin armas, le significa sobre todo prescindir de la mal puesta categoría de “terroristas” como argumento de actores armados para eliminar físicamente al pueblo colombiano. Este proceso de paz no es un escenario de rendición de las guerrillas; por el contrario, este escenario permitirá que las y los colombianos que hoy militan con los fusiles puedan hacer país desde escenarios amplios y ante el fin del conflicto sean reconocidos como sujetos políticos que mantienen sus reivindicaciones sociales, culturales, políticas y económicas.

El segundo corresponde al gobierno colombiano encabezado por el presidente Juan Manuel Santos, un gobierno que abre la posibilidad de negociar con las insurgencias, con el fin de extender un proyecto económico ligado a la oligarquía colombiana y a los intereses de multinacionales en el país. Proyecta el escenario de los diálogos con las insurgencias como la posibilidad de implementar una paz neoliberal, que dé cuenta del proyecto de desarrollo y financiarización de los bienes comunes. Basta revisar el Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 para comprender que el gobierno sigue priorizando la inversión para la guerra y no para la paz, toda vez que continúa con la profundización de las causas estructurales del conflicto, como la concentración de la propiedad de las tierras, la militarización y la entrada libre a las multinacionales extractivistas.

El tercero, pero no menos importante, es el movimiento social y popular colombiano, que, a pesar de la persecución, encarcelamiento y desaparición, hoy se mantiene organizado y exige participación real y decisiva en el proceso de construcción de paz, genera espacios de unidad y acción para la paz con justicia social, como la Mesa Social por la Paz, que es un escenario de decisión para la sociedad colombiana, donde tengamos no solo voz sino también poder de negociación para poner en la mesa la agenda común que hemos venido trabajando desde hace muchos años con las diferentes exigencias nacionales, regionales y sectoriales. Es tarea del pueblo colombiano hacer de esta posibilidad de paz un escenario de transformación social verdadera, donde nuestras apuestas políticas sean puestas en práctica y sean evidencia en el cambio de la vida de las y los colombianos.

  1. ¿Por qué defender los Derechos Humanos en Colombia puede costarte la vida?

La defensa de derechos humanos en Colombia puede costarte la vida porque en una falsa democracia priman los intereses económicos, el dinero, la empresa y las armas; en un país donde más del 40% del territorio esta concesionado al extractivismo, la vida y dignidad de las personas no valen nada, y el despojo y la violación de derechos humanos son tan cotidianos que terminan aceptándose, y cuando inicias acciones de defensa de las comunidades eres tildada de terrorista. Así mismo, la paramilitarización del estado y la vinculación de estos grupos de extrema derecha con las empresas han generado un exterminio y estigmatización de los y las defensoras de derechos humanos.

  1. ¿Crees que en Europa, y más concretamente en España, conocemos esa situación de Colombia?

La situación colombiana está muy invisibilizada y tergiversada, y no porque al pueblo español no le interese, sino porque los medios de comunicación han disfrazado el conflicto interno social político y armado colombiano como un grupo de gente al que le gusta disparar y hacer la guerra porque son terroristas, negando las causas de desigualdad, injusticia, hambre, desempleo, marginalidad, entre muchas otras; y le han hecho invisible porque parece que en este mundo la “democracia” es intocable y no puede aceptarse la crítica a un sistema donde ni siquiera hay libertad para votar y ejercer por lo menos un solo día las bondades del sistema. Estamos hablando de la democracia más vieja de Latinoamérica; y Europa, que tanta alarma ha puesto por el contexto venezolano, no parece inquietarse y preguntar qué pasó con los 7.000.000 de hectáreas despojadas en Colombia, los 4,9 millones de personas desplazadas, los 9.500 presos políticos, el genocidio político de los movimientos políticos A Luchar y Unión Patriótica, las cifras de desempleo, la muerte infantil por desnutrición, el analfabetismo, entre muchos otros conflictos que no se muestran ante la comunidad española y europea.

  1. ¿Te has sentido acogida en España, y más concretamente en Asturias?

Sí, me he sentido muy acogida. Los y las asturianas han hecho parte de la posibilidad de continuar en la justa lucha del pueblo colombiano, me han brindado no solamente las condiciones económicas para estar refugiada, sino la solidaridad, compañía y fraternidad para afrontar mejor el desarraigo que genera un desplazamiento. Este pueblo que hoy ya siento como parte de mi historia me ha acogido a mí y a mis otras cuatro compañeras, y ha generado esfuerzos reales para que la situación de Colombia sea visible y, mediante la solidad internacional, sea posible la paz con justicia social en Colombia.

Muchas gracias por tu testimonio y por tu tiempo. Deseamos que tu trabajo por la PAZ y la JUSTICIA en Colombia siga siendo fructífero y que sea un paso más en el camino de la UTOPIA. Gracias de nuevo

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