Consejo de la Comunidad
No sabríamos decir si la evolución en la celebración de la Eucaristía ha sido consecuencia de la evolución de la Comunidad de Santo Tomás de Aquino o más bien la Comunidad ha crecido en su fe y en su vivencia gracias al sentido que para ella ha tenido la celebración eucarística.
Lo que sí está claro es que, en el final de los años 70, la Parroquia Universitaria quiso llevar a la práctica la apertura propuesta por el Concilio Vaticano II. Para lo cual emprendió, entre otras revisiones que no son objeto de esta reflexión, una profunda renovación litúrgica, sobre todo en aquellos sacramentos más próximos o más vividos por la entonces autodenominada Parroquia-Comunidad: Eucaristía, Penitencia, Bautismo y Matrimonio.
En lo tocante a la Eucaristía, destacamos dos aspectos: el fomento de la participación y el desarrollo de los momentos celebrativos.
Partiendo de la participación en los momentos más “tradicionales” –lecturas, ofrendas, oraciones–, se llegó, muy pronto, a la participación comunitaria en la homilía. A partir de aquí, hemos venido desarrollando toda un proceso que, dirigido inicialmente por una “Comisión de Liturgia” que programaba los ciclos de celebraciones y realizaba la preparación próxima de cada Eucaristía, ha llegado a implicar a toda la comunidad, organizada en “Grupos de preparación”, en la preparación y organización de las celebraciones eucarísticas. En dos reuniones semanales el Grupo de Preparación elige el tema-motivo de la celebración, lo organiza y estructura en clave celebrativa, coordina sus diferentes lenguajes, símbolos y momentos, y dinamiza y provoca la participación de toda la comunidad en la celebración. Los motivos suelen surgir de la lectura creyente de los diferentes momentos por los que va atravesando la comunidad humana, local y global. Se completan también con los motivos propios que va generando la propia comunidad.
Estos Grupos de Preparación, formados por siete u ocho personas, conforman uno de los núcleos fundamentales del vivir de la Comunidad. Los Grupos permanecen constantes durante dos años, cambiando su constitución al final de cada ciclo. Actualmente existen ocho Grupos, lo que supone unas sesenta personas comprometidas en esta actividad celebrativa de la comunidad.
Existió en los comienzos, exigida por la necesidad de integrar a los más jóvenes en la dirección a que estaba apuntando la Comunidad, la “celebración catequética” –“Misa de Familias” la denominábamos–, que desarrollaba los aspectos mas simbólicos y celebrativos de la Eucaristía. Pero el crecimiento “vegetativo” de la Comunidad, con falta de una renovación por abajo, ha hecho imposible, a pesar de todos los esfuerzos realizados, su continuación. Somos conscientes de la pérdida que esto supone en creatividad y frescura. Pero, como dirá acertadamente el Chalet, “todo tiene su tiempo”.
Pero volvamos a la dialéctica inicial: La Comunidad constata, año tras año, su crecimiento en la vivencia y el compromiso que, consecuencia de la Fe en Jesús, le impulsa a luchar y trabajar por otro mundo posible, más justo, más solidario, más “Reino” y es en la Eucaristía dominical donde comparte y celebra su vivencia, su lucha y, hay que decirlo, también su incoherencia. Quizás debemos y podemos enunciarlo al revés: de la participación celebrativa de toda la Comunidad en la Comida Eucarística, con todo su sentido real, y, por ello, sacramental, se constata con mayor claridad la situación real de nuestro mundo, sus posibilidades de trasformación y se impulsa el compromiso.
Por ello, las grandes líneas de trabajo que la Comunidad se ha ido fijando como objetivos a alcanzar han surgido de las celebraciones. Citaremos, en primer lugar, la preocupación por la Justicia que es, según José M.ª Castillo (Cf. La Alternativa Cristiana: Donde no hay justicia, no hay Eucaristía), el punto de partida de la celebración. Lo que se traduce en proyectos concretos de apoyo a los más débiles en el tercero y cuarto mundo –“danos hoy nuestro pan de cada día”–. Otros compromisos nos implican en movimientos ciudadanos por la Paz y en la implicación e impulso a la Plataforma para el Encuentro Interreligioso como medio de construcción de la Paz en el Mundo.