Alfonso Hernández
¿Por qué tengo esperanza?
Porque, cuando me levanto por las mañanas, veo que sigue saliendo el sol sobre todos: inmigrantes y nativos, pobres y ricos, justos e injustos, buenos y malos.
Porque, cuando tomo el autobús, decir “buenos días” al conductor me humaniza y si me devuelve el saludo con una sonrisa, me ilumina el día.
Porque, cuando llego al trabajo y alguien me dice lo mal que está todo, que los inmigrantes nos invaden, que a fulano le han detectado un cáncer o que no nos ha tocado la primitiva, siento la necesidad de aconsejar, de acoger, de hablar, de explicar.
Porque, cuando salgo a tomar café, la camarera me llama por mi nombre, me sonríe y me pregunta cómo me va el día.
Porque, cuando intento descansar un poco después de comer, suena el teléfono y me preguntan si podemos vernos,
porque en el barrio hay algún problema urgente que resolver.
Porque, cuando en la reunión que hemos tenido he dicho algo comprometido, al día siguiente se ha tergiversado y soy la comidilla del barrio. Y porque en la próxima reunión voy a rogar que si algo no se entiende, me pidan explicaciones y, nuevamente, seguirá sin entenderse y seguiré estando en boca de la gente.
Porque cuando oigo “Me he comprado un chalet a base de pedir préstamos. Como los pobres”, algo se remueve dentro de mí y no tengo más remedio que contestar, a veces airadamente, que los pobres ni tienen chalet ni acceso a préstamos.
Porque “han entrado en mi casa y me han robado. Esos ecuatorianos, esos moros de mierda. Fusilados no pagan. Y luego, no te metas con ellos. En la cárcel, todo privilegios: En las consultas de médicos, todo gratis y, además, los primeros y mejor atendidos.” “¡Qué lastima que vosotros no disfrutéis de esos privilegios!”, les he contestado alguna vez.
Porque me duele ver la miseria y la marginación y me niego a creer que no haya solución.
Porque, a pesar de todo, hay quien no ve “Gran hermano”, ni “La isla”, ni “Tómbola”, ni …
“Porque”- como decía Celaya – “vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quienes somos, nuestras vidas no pueden ser, sin pecado, un adorno.”
Porque he visto personas hundidas en el fango salir a flote, con la ayuda de otros.
Porque, gracias a esos otros, yo he salido también a flote desde mi alcoholismo crónico.
Porque tengo muchas más razones que no caben aquí y
Porque todos los días incorporo a mi lista más razones.