Para leer: Cambiar el mundo desde arriba

Cambiar el mundo desde arriba. Los límites el progresismo

Decio Machado y Raúl Zibechi

Zambra/Baladre/Libros en Acción/CGT

176 páginas

Recensión de Emiliano de Tapia

“Ha llegado la hora de abandonar la calle y pasar a la lucha al ámbito institucional”: es una frase repetida hasta la saciedad tras un periodo de luchas callejeras. Una frase que resume la concepción de que el poder está en las instituciones y que es a través de ellas como se puede transformar la realidad. Una concepción que confunde gobierno con poder y que ha generado grandes frustraciones a lo largo de la historia en los movimientos sociales y sobre la que Decio Machado y Raúl Zibechi reflexionan en su libro.

El Texto analiza cómo tras una década de convulsiones sociales en América latina (la última década del siglo XX), que puso en jaque a los gobiernos neoliberales de varios países de la zona, se pasó a otra década de gobiernos progresistas que, con el apoyo de los movimientos sociales, tomaron las instituciones con la idea o promesa de generar cambios estructurales de calado. Pero, dado que basaron sus políticas en cuatro elementos comunes: “el fortalecimiento/reposicionamiento de los Estados, la aplicación de políticas sociales compensatorias como eje de las nuevas gobernabilidades, el modelo extractivo de producción y exportación de commodities como base de la economía y la realización de grandes obras de infraestructura”, no llevaron a cabo los cambios esperados.

Se dedicaron a administrar la herencia estatal de manera distinta a la llevada a cabo en el periodo neoliberal, pero “bajo el discurso de la participación ciudadana y la incorporación de los sectores históricamente olvidados de nuestra sociedad, estos regímenes entendieron la democracia de forma minimalista, como meros procesos electorales, vaciando de contenidos -mediante políticas clientelares- a las organizaciones y movimientos sociales que se habían empoderado durante la etapa de resistencia al neoliberalismo, produciendo ciudadanías inactivas, en lugar de promover sociedades concientizadas y libres de la inseguridades que el capitalismo difunde”.

Sus políticas redujeron de forma importante la pobreza, en gran medida debido al ciclo económico alcista, pero fueron incapaces de reducir las desigualdades; al contrario, generaron nuevas élites entre los gestores, las cuales, alejadas de la población que las impulsó a las instituciones, consensuaron con las clases dominantes tradicionales las grandes medidas económicas, respetando los privilegios de estas últimas.

El libro se completa con cuatro aportaciones al tema desde la realidad de la península: “¿Y qué hay de la lucha contra el patriarcado?”, de Alicia Alonso, Rosa Zafra y Paloma Monleón; “Entre la toma de las instituciones y la creación”, de Luis González y Nacho García; “El escenario: 15 de mayo de 2011”, de Ruth López e Isa Alvarez; y “La peligrosa relación entre institución y movimientos en catalana terra”, de Jordi Martí.

Un libro que quizás sirva, como escriben Machado y Zibechi, para “que las generaciones más jóvenes y sobre todo las mujeres y los indígenas, puedan repensar esta historia con  menos prejuicios y sin la carga de los varones adultos. Ellas han cambiado su lugar en el mundo desde la cotidianeidad, interpelando a las instituciones pero no dependiendo de ellas, ni esperando que sean las encargadas de procesar esos cambios”.

Emiliano de Tapia

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