LOS MALABARES DE LAS MADRES SOLAS EN EL SALVADOR

Blanca Aragón Rubio

Educadora 

El Salvador es el llamado “Pulgarcito de América”, un pequeño país que recoge una gran diversidad social y política.

A pesar de las nuevas esperanzas por el cambio de partido político en el gobierno, la situación actual ha venido determinada por la guerra finalizada en el año 1992, pero que ha condicionado la vida cotidiana de las familias salvadoreñas durante los siguientes 17 años. El gobierno conservador instalado durante todo ese tiempo ha contribuido a la actual crisis económica y social. La pobreza y la violencia son los principales problemas del país, ambas afectando de especial forma a las mujeres, quienes son las protagonistas de la pobreza y las principales víctimas directas o indirectas de la violencia.

En El Salvador, las mujeres están más empobrecidas que los pobres: tienen menos propiedades que los hombres, la mayoría de propiedades está a nombre de los hombres de la casa, por esto mismo, no tienen posibilidades de créditos; además, hacen la mayor parte del trabajo no remunerado del país (incluyendo el trabado doméstico y familiar, el trabajo social y comunitario y el trabajo voluntario) y cuando hacen trabajo remunerado cobran menos que los hombres (“Los salarios de las trabajadoras representan en promedio 88.5% de los masculinos”#1) y en peores condiciones (“la tasa de subempleo de las mujeres es 30% más alta que la de los hombres.”2). Y para guinda del pastel, deben sostener el hogar.

El 35.2% de los hogares del “Pulgarcito de América” son regentados por mujeres3. Esto, según el enfoque tradicional de la familia, significa que más de la tercera parte de las familias son mujeres solas con sus hijos/as, porque desde el enfoque patriarcal, si en un hogar hay un hombre (marido, compañero o padres), independientemente de si asume su responsabilidad o no, se considera que él es el jefe de hogar.

Sin embargo, si preguntamos a las mujeres ¿Quién es el o la jefa de hogar? Muchas, el 86.3%, según una encuesta de mujeres realizada por Las Dignas4 en dos zonas rurales del país, se consideran jefas de hogar. Claro, son mujeres empoderadas, que tienen conciencia de que si les toca asumir toda la responsabilidad del hogar, deberían también tener el poder de decisión, independientemente de si tienen pareja o no.

Y ¿qué hacen las mujeres para sostener el hogar? El principal problema es el económico. Y hacen y hacemos todo tipo de malabares para conseguir pagar los gastos cada mes.

En el área rural, las mujeres se dedican a criar gallinas, cerdos y otros animales pequeños (porque los animales grandes son casi siempre cosa de hombres, aunque muchas se dedican también a la cría de vacas lecheras). Tienen sus pequeñas huertas donde, además de conseguir variar la alimentación, les da para la venta entre las vecinas; hacen pan, tortillas u otras comidas para la venta.

En el área urbana, las posibilidades son más variadas, pero todas ellas en el marco del comercio informal. Las mujeres venden de todo. Unas organizadamente con AVON, AMWAY o cualquier otra multinacional del catálogo; y otras, por iniciativa propia y temporal. De manera que si vas a cualquier ministerio a la hora de almuerzo, a cualquier maquila a la hora de salida, a cualquier escuela a la hora del recreo, o a cualquier ONG a cualquier hora, te encuentras en un mercado donde puedes comprar desde tomates y limones, pantalones vaqueros, ropa interior, libros o joyas de oro. Esto como iniciativa de las mismas empleadas cuyo salario no da para mantener el hogar u otras no empleadas que van de oficina en oficina enseñando su muestrario. Te lo venden todo, incluso a plazos si quieres, porque sabiendo que son compañeras de trabajo, tienen la casi certeza de que les vas a pagar.

En mi caso también soy jefa de hogar, madre de una niña de siete años que adopté hace cinco; madre sola empoderada (les dejo la inquietud de si tengo pareja o no porque eso es circunstancial en mi vida, lo importante es que, con pareja o sin ella, yo siempre seré madre soltera y en eso coincido con muchas de mis amigas, porque finalmente quien deja de trabajar ante la enfermedad de una hija, o quien va a las reuniones escolares, etc., somos las madres).

Mi experiencia en el campo de la economía ha dado un cambio grande. De ser asalariada de una ONG, con un salario bastante decente (casi 1.000 dólares) en un puesto de asesora y coordinadora en Las Dignas, decidí aplicar la equidad de género que predico, abriendo un colegio privado en una zona de contrastes sociales, donde se mezclan familias con recursos económicos que buscan la calidad de la educación o un colegio con equidad de género, con familias de escasos recursos pero que han quedado fuera de la escuela pública.

Entre los/as primeros/as encontramos a trabajadores/as de ONG, profesionales y otra gente, algunas “un poco fufurufas”. Entre las segundas tenemo, sobre todo, niños y niñas del vecindario que se ahorran el transporte porque vienen caminando, o que han quedado fuera de la escuela pública (algunos/as por ser menores de 4 años, porque en mi colegio recibo desde 1 año de edad), otros/as porque llegaron tarde a matricularse y ya estaba lleno el cupo (un 25% de la población en edad escolar queda fuera del sistema educativo, público y privado, cada año por la falta de escuelas5) y otros/as porque han sido expulsados por faltas de comportamiento. De tal manera que con esta diversidad, alguna ganancia tenemos que tener. Así que decidimos (en plural porque somos dos socias) que quienes puedan pagar, deben pagar y quienes no puedan, hay que subvencionarlos/as. Para eso, a cada familia le establecemos una cuota según su posibilidad de pago: desde $10.00 la mínima a $60.00 la máxima. Y con esto esperamos cubrir todos los gastos.

El objetivo es hacer una educación alternativa. Incorporar el enfoque de género en la escuela, tanto en los contenidos que los niños y niñas aprenden, como en las relaciones, en los libros, etc. Así que dedico y dedicamos mucho tiempo a buscar información sobre las mujeres en las diferentes áreas: en la prehistoria y en la historia, en el arte, en la ciencia, en la literatura. Buscamos libros de cuentos donde las mujeres no sean princesas pasmadas a la espera de un príncipe, ni brujas horribles que siembran maldad; trabajamos la corresponsabilidad en la familia: una de las materias que tenemos la llamamos “vida práctica” donde se dan clases de cocina para que el alumnado aprenda a relacionarse con las herramientas del hogar y a valorar el trabajo doméstico; en cada aula hay un lavadero para lavar platos y una pila para lavar ropa, etc. Esto lo hemos aprendido del método Montessori, ya que una de nuestras propuestas es acercar este método, que siempre ha sido para familias de dinero, a niños/as a quienes creemos que este tipo de educación les va a favorecer, como son niños/as con problemas de conductas, con aprendizaje más lento, con dificultades económicas, etc., porque así aprenden jugando y del contexto, tienen atención personalizada con sólo 15 niños/as por clase, tienen su propio ritmo de aprendizaje y son responsables porque cada día eligen el trabajo que quieren hacer, etc.

Sabemos que es un método caro, y por supuesto que en los primeros años (iniciamos en el 2006 con 15 estudiantes) no fue posible ser rentables, sobrevivimos de las donaciones que algunas personas solidarias de Madrid y Andalucía nos enviaron y en este año 2009, con el colegio lleno, en su máxima capacidad (60 estudiantes), ¡¡¡ESTAMOS LOGRANDO SOSTENERNOS!!! Con las aclaraciones de que: no estamos pagando a Paco Soto6 la inversión en local que nos dio y tenemos unos salarios que dan vergüenza. Yo, que paso todo el día en el colegio, sólo me alcanza para pagarme 400 dólares al mes. ¡¡¡Cómo me acuerdo de mi salario de Las Dignas!!! Las maestras, que trabajan sólo la mañana, cobran 200 dólares, y el personal de limpieza y apoyo el mismo salario, aunque trabajan la jornada completa.

Y aquí es donde vienen los malabares de las madres solas.

En mi caso, después de salir del colegio y atender a mi hija hasta que se acuesta, inicio mi tercera jornada. Como no se me dan bien las ventas por catálogo, vendo mis conocimientos y doy asesorías, cursillos (los fines de semana), hago evaluaciones de proyectos, sistematizaciones, investigaciones, etcétera, sobre los temas que son mi especialidad: género y educación.

Pero dentro de lo que cabe, reconozco que no puedo quejarme, el trabajo me sobra (el tiempo me falta) y aunque muchos de estos trabajos no son muy bien pagados, me da para lograr salir adelante, mantener mi hogar con algunos pequeños lujos. Y gracias a ellos soy una mujer que hace sus sueños, independiente, autónoma, SOLA Y EMPODERADA.

 

1 Programa de las Naciones Unidas El Salvador. Informe sobre desarrollo humano, El Salvador, 2007-2008, pág. 231. http://www.pnud.org.sv/2007/idh/content/view/25/101/ – Visto el 13 de julio de 2009.

2 Ibíd. Pág. 230.

3 Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (año 2007) de la Dirección General de Estadísticas y Censos de El Salvador (Digestyc). Ministerio de Economía.

4 Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida (Las Dignas) de El Salvador. Organización no Gubernamental de Mujeres que trabaja por la sensibilización en género, el empoderamiento de las mujeres y la incidencia en políticas públicas.

5 Aragón Rubio M. Blanca. La Educación en El Salvador, ¿Es igual para las niñas y niños? Estudio sobre el cumplimiento del objetivo 5 de la Conferencia Mundial de Dakar 2000. Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida (Las Dignas) y Concertación Educativa de El Salvador (CEES). San Salvador, Agosto 2006.

6 Imagino que muchas personas conocerán a Paco Soto, un cura de CCP de Andalucía que está trabajando en El Salvador.

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