LOS MOVIMIENTOS DENTRO DE LAS ORGANIZACIONES

HACIA UN NUEVO MODELO DE ORGANIZACIÓN POLÍTICA

Javier Martínez

 Es un debate extendido en nuestra sociedad la desafección de la ciudadanía hacia la política en general y la mala valoración dada a los políticos en las encuestas de opinión. Pero no está tan analizada la opinión que la afiliación de las organizaciones políticas tienen sobre estas cuestiones.

Sirvan estas líneas para introducir el debate utilizando la opinión de un grupo reducido de la afiliación de una de las organizaciones con representación parlamentaria en las instituciones estatales y muchas de las autonómicas.

Es necesario tener en cuenta que la afiliación de las organizaciones no está aislada de la sociedad en la que viven. De esa sociedad en la que se está dejando de lado el bien común, la preocupación por lo que es de todos, se han puesto las bases para facilitar la desilusión y la desafección hacia la vida pública y, lo que es más importante, a pensar en mí como individuo y no en nosotros como sociedad. Sin embargo esas personas, a pesar de ese entorno, siguen apostando por la participación interna en esas organizaciones para buscar alternativas a esta sociedad.

Por otro lado, algunos autores plantean la poca importancia que para las organizaciones políticas actuales tiene la afiliación. Para defender esta postura esgrimen razones del siguiente tipo: la utilización de los medios de comunicación de masas como forma de publicitar sus propuestas o la financiación a través del presupuesto público. Estos son dos ejemplos por los que ya no parece necesario tener un gran número de personas que dediquen esfuerzos para mantener la actividad de los partidos permitiendo que puedan estar gobernados o dirigidos por unas “élites” que no tengan que rendir cuentas de sus acciones en el interior de sus propias organizaciones.

A pesar de todas las presiones exteriores, el individualismo dominando la sociedad y las minorías dirigiendo los partidos, está surgiendo una reacción en la sociedad, con los nuevos movimientos sociales, y entre la afiliación de algunos partidos, pidiendo una regeneración activa de lo público y una mayor participación en las organizaciones que permitieran abrir debates para ofrecer propuestas y alternativas sobre las que sustentar un nuevo sistema político, social y económico.

Las reacciones externas, las de los nuevos movimientos sociales, están siendo muy visibles. Los medios de comunicación y las movilizaciones masivas y contundentes que llevan a cabo los sitúan en el punto de mira de los medios de comunicación. En un primer momento la información fue fruto de la sorpresa, cuando parecía que el individualismo no tendría respuesta en las sociedades de nuestro entorno, surge un movimiento, al margen de las organizaciones tradicionales, que es capaz de enfrentar los problemas reales de la ciudadanía y plantar cara al “orden establecido”. En la actualidad, pasados dos años desde su aparición, si nos referimos al 15M como buque insignia de esos movimientos, para desacreditar o ensalzar estas nuevas formas de movilización, dependiendo de las posiciones políticas defendidas.

Sin embargo están quedando menos visibilizados los movimientos que están surgiendo en el interior de algunos partidos, aunque tampoco son nuevos, para que esa regeneración que parece mover la sociedad entre dentro de estas organizaciones. Es más, cuando salen a la luz pública se utilizan como desavenencias internas, acusando a esas organizaciones de “jaula de grillos”.

Sobre esta última cuestión, los movimientos dentro de las organizaciones, es sobre la que nos interesa detenernos en estas líneas. Sobre estas presiones desde el interior que hacen esfuerzos por cambios profundos en su organización que permitan una mayor democracia interna y transparencia como reflejo de los que se pide en las calles para las instituciones públicas. Estas presiones que pretenden una movilización interna para que sea la afiliación la que realmente tenga el control de lo que ocurre allí donde tienen representación y pueda hacer un seguimiento efectivo de todas sus propuestas y en todos los ámbitos de actuación.

Esas situaciones se están dando en la actualidad dentro de algunas organizaciones. Aunque sería interesante diferenciarlas de esos otros movimientos, que siempre se han dado, de luchas de poder, de personas o grupos que quieren posicionarse para dirigir la organización pero que, en el fondo, pretenden pocos cambios en sus estructuras internas, que es donde suelen estar la mayoría de las dificultades para caminar hacia un nuevo modelo de organización política. Un modelo que permita abrir puertas y ventanas a la regeneración democrática y participativa y que ofrezca paredes de cristal a todo el electorado para dar a conocer lo que ocurre en su interior.

Dar ese salto en las organizaciones, sobre todo en aquellas en las que se defienden propuestas parecidas a las que plantean los nuevos movimientos sociales y que por tanto no es la política la que la aleja de esa parte de la sociedad sino la forma de llevarla a cabo, implica dar un paso previo que fomente una actitud crítica entre su afiliación. No cuestionarse el modelo de partido puede suponer su propio declive. No buscar nuevos modelos organizativos puede suponer la desaparición de las estructuras de los partidos tal como los conocemos en la actualidad.

Y no nos estamos refiriendo a cambios en las partes más visibles de estas organizaciones sino a cambios profundos, a cambios que modifiquen la forma de entender la propia organización y la relación que han de mantener con otras personas y organizaciones que están fuera de sus estructuras.

En esa dirección estamos trabajando en el interior de IU proponiendo el debate y la actitud crítica como forma de mejorar la organización y favorecer una mayor democratización, algo que únicamente se puede conseguir aumentando el grado de participación de toda la afiliación en todo el proceso de toma de decisiones.

Pero no es suficiente mejorar internamente, es necesario que el grado de permeabilidad de la organización con la sociedad sea muy elevado para que los problemas de las personas sean el origen de la búsqueda de propuestas de la organización. Realizar la actividad política de espaldas a los problemas de las personas es una de las razones que pueden hacer que la política sea el debate de unos pocos cuando en realidad tendría que estar en el centro de la sociedad. Lo público, como algo nuestro, algo que nos pertenece a todos y todas, no puede quedar en grupos minoritarios de personas, sin que la mayoría de la sociedad pida cuentas de lo que se está haciendo con lo suyo.

Pero tampoco es suficiente con que la permeabilidad sirva para conocer lo que pasa fuera del partido, es necesario que los de fuera tengan mecanismos para poder participar en el interior de las organizaciones aunque no tengan la intención o no quieran cumplir el requisito de la afiliación.

Cómo dar ese paso es uno de los debates que hay que abrir. No habrá recetas mágicas, pero hay que afrontarlo con decisión si queremos dar un vuelco en el interior de las organizaciones para hacerlas más atractivas al conjunto de la sociedad y, sobre todo, más útiles para la ciudadanía.

Si queremos que los partidos sean una herramienta al servicio de la sociedad es necesario explorar ese camino, porque si no este tipo de organizaciones pueden acabar siendo un fin en sí mismas, sin otro objetivo que conseguir el mayor número de representantes públicos, para colocar a más de “los suyos” en lugares que les permitan disfrutar de una serie de privilegios a los que no pueden acceder los que se queden fuera de la participación en la vida de las instituciones públicas.

Si además queremos erradicar las prácticas corruptas de la vida pública o al menos de la vida de las organizaciones políticas -lo público y las corruptelas se están dando también fuera de las organizaciones políticas- es imprescindible un seguimiento de toda la actividad de la organización por la mayor parte de sus miembros. No es inevitable que un individuo cometa un error, o esté haciendo fraude con su cargo, pero sí es evitable que, si eso ocurre, la organización no tenga mecanismos para tomar las medidas oportunas para que esa persona deje, inmediatamente, de representarle. En ese camino hacia la transparencia y la dignificación de la política y de lo público evitemos que toda persona que utiliza inadecuadamente un cargo en representación de la organización pueda seguir haciéndolo una vez detectado el fraude. Algunos creemos que eso únicamente se puede conseguir con mayor democracia y transparencia interna y con una mayor implicación de toda la afiliación en las tareas de control y seguimiento de las personas que están representando a esa organización en cualquiera de los ámbitos que sea.

La siguiente cuestión que nos tendríamos que plantear es si la afiliación está dispuesta a adquirir ese compromiso, o incluso si la sociedad lo está. Esa sería la gran cuestión para erradicar las prácticas corruptas y para que los valores colectivos se prioricen sobre los individuales. Es decir, ¿queremos que otros vigilen por nosotros de nuestros asuntos, o preferimos ser nosotros mismos los que tengamos el control?

Después de una larga trayectoria en la que el común de los mortales se ha desentendido de lo que ocurre a su alrededor no es fácil que, de forma automática, como por arte de magia, surja un interés por conocer lo que pasa en nuestro entorno. Es preciso realizar una labor de toma de conciencia para que la gran mayoría tome las riendas de sus asuntos, de los asuntos comunes y de los que afectan a otras personas que, aunque no conocemos, están compartiendo con nosotros este espacio que habitamos, nuestro planeta.

En las organizaciones políticas se dan las condiciones para, en un entorno más reducido que el conjunto de la sociedad, poner en práctica el control, por parte de la mayoría, de los intereses colectivos.

Si no nos implicamos o tomamos parte en lo que son asuntos comunes (nuestro partido, nuestro pueblo o ciudad, nuestra sociedad, nuestro planeta), fácilmente dejamos esos espacios para que los ocupen aquellos que igual no tienen entre sus intereses lo que es de todos.

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