MARÍA LUISA MOLTÓ

El tema que abordamos en este número es sobre el papel de la mujer en la economía, y para ello conversamos con María Luisa Moltó, directora del Institut Universitari d’Estudi de la Dona (Universitat de València).

 Amparo Madrigal

 María Luisa Moltó es economista, profesora de la Universitat de València. Inició sus estudios de economía en el año 68 motivada por las posibilidades de intervención social que permitía esta profesión. Fue posteriormente, cuando realizó un diploma en estadísticas en la London School of Economics, que se interesó por el tema de las mujeres y el feminismo. Allí conoció a economistas de EE.UU. e Inglaterra interesadas en los temas de las mujeres. Al regresar de Londres realizó su primera investigación sobre el trabajo de las mujeres en Vall d’Uxó. El pueblo lo eligió porque era un sitio de mucha economía sumergida en el sector del calzado. Años después, desde 1990 hasta 2006, formó parte del grupo de expertas de la Comisión Europea sobre Género y Empleo.

En tus estudios, uno de los temas abordados es el trabajo de las mujeres. Se dice que las mujeres se han incorporado recientemente al mercado laboral, pero la verdad es que siempre han aportado a la economía.

Ese es un sesgo que tiene todavía hoy en día el análisis económico, que no considera para nada el trabajo de las mujeres dentro de los hogares, y el trabajo que también hacen otros miembros del hogar, incluidos los hombres. Actualmente, si cuantificamos el valor del trabajo doméstico, la aportación de las mujeres es de un 75%, pero los hombres también tienen una aportación del 25%, lo que pasa es que está fuera de las cuentas nacionales, no se contabiliza. Claro, el resto de la economía funciona gracias a que existe este trabajo doméstico.

Realmente el sostenimiento de la economía está basado en el trabajo no remunerado, que además permanece invisible. El tema no es que ese trabajo deba ser pagado, es que debe ser repartido más equitativamente dentro de los hogares, y por lo tanto las políticas públicas deben favorecer ese reparto más equitativo, pero en todo caso sí que debe ser contabilizado.

Recientemente, el sistema europeo de cuentas ha incorporado a los sistemas nacionales de contabilidad el trabajo que hacen las personas dentro del hogar. Las reformas de casas, el trabajo del campo, el trabajo para el autoconsumo, de recolección de cosechas, de productos lácteos, etc., aparecen en la contabilidad nacional. Por tanto, ¿por qué no debe aparecer todo el trabajo doméstico que se hace? Ese es un tema en el que estoy trabajando ahora.

Algunas compañeras reivindican que el trabajo del hogar se valore y/o cotice para no depender del marido ni de una pensión de viudedad.

Lo que sería socialmente deseable es que tanto los hombres como las mujeres tuvieran empleo y a la vez participaran en el trabajo doméstico. Pero hasta llegar a ese ideal hay muchas situaciones que hay que contemplar. Las mujeres del Sur de Europa se han incorporado recientemente de forma masiva al mercado laboral, por lo que muchas no cuentan con una hoja de empleo, y por ello no tienen cotizaciones a la seguridad social ni tienen derecho a una pensión contributiva. Al final con lo que se quedan es con una pensión que es mínima, y la tienen las mujeres que se han casado, pero las que han estado solteras y han cuidado a sus padres, a sus sobrinos, etcétera, no tienen ni el derecho a una pensión de viudedad.

Una posibilidad es que esa pensión de viudedad desaparezca y haya una Renta de Ciudadanía, que consiste en que por el hecho de formar parte de una sociedad, cuando una persona se hace mayor, recibe un dinero que le permite vivir dignamente, independientemente de que haya trabajado dentro del hogar, fuera del hogar o donde haya trabajado. Otra posibilidad es vía seguridad social. El tema de la pensión de viudedad es un tema problemático, pero es verdad que las pensiones de viudedad poco a poco van desapareciendo, pero mientras tanto hay que dar soluciones; entonces, o bien se suben y se da una pensión digna, o se complementa. Esto dentro de unos años no pasará, la mayor parte de las mujeres cobrarán pensiones por haber ejercido una actividad laboral.

Se dice que la economía es la ciencia que estudia la creación y distribución de la riqueza, pero si analizamos la situación social de las mujeres en el mundo, vemos que esta ciencia no ha tenido en cuenta en los beneficios a las mujeres, es decir que no ha tenido en cuenta a ese 50% de la población que somos las mujeres en el mundo. ¿A qué crees que se debe esto?

Es verdad que estudia la producción de bienes y servicios y la distribución de la riqueza, pero en la economía hay dos partes: una es el análisis económico más ortodoxo que trata a los agentes económicos, y los agentes son las empresas, son los trabajadores, y en todo caso allí hay abstracción del sexo de la persona. No se observa cómo es la realidad, que está formada por hombres y por mujeres, además con una distribución del 50% que no se corresponde con la distribución del poder ni de los recursos económicos, ni con el acceso a los servicios.

Sin embargo, en Economía del Desarrollo sí que se ha estudiado más este tema. Por ejemplo: los microcréditos. Éstos se los dan a las mujeres porque eso asegura que el dinero se va a utilizar adecuadamente y además garantiza que lo devuelvan; mientras que en el caso de los hombres se ha visto en muchas ocasiones cómo despilfarraban el dinero, no eran capaces de sacarle rendimiento, no tenían constancia, etc.

Recuerdo un año que estuve en Estado Unidos y decían que era exigir a las mujeres demasiado, que los microcréditos también desestructuraban sociedades, porque ponían a las mujeres en una situación que tenían que devolver esos microcréditos y creaban al final problemas dentro de las comunidades, pero eso no es lo más relevante. Puede haber comunidades donde cree problemas sociales, pero a nivel general la experiencia ha sido muy interesante, y se ha demostrado que las mujeres son capaces de administrar, porque toda su vida han administrado el hogar y administrado los recursos escasos, que es la ciencia más complicada.

¿Cómo afecta la crisis económica actual a las mujeres?

Los programas de reforma que se están haciendo en España van dirigidos a sectores de empleo masculinizados –la construcción, la industria del automóvil, etcétera–, quedando las mujeres totalmente invisibilizadas. Por una parte están protegidas de la crisis porque están en sectores donde no ha impactado todavía, pero esta es una crisis larga, y en esta situación todos los sectores se ven afectados.

Al final son las mujeres las que sufren un impacto de la crisis más virulento sobre sus vidas, porque son ellas las que están en mayor proporción en contratos temporales, en contratos precarios, con salarios más bajos.

Se dice que el modelo capitalista es un modelo patriarcal, de dominación, explotación, etcétera. Dentro de las posibles alternativas de solución a la crisis ¿existe algún modelo económico que no sea volver a lo anterior?

Ahora en todo el mundo, inclusive en España, se habla del cambio del modelo productivo, pero claro eso es un enunciado muy general y muy socorrido y allí cabe todo. Yo asistí al Congreso de Economía Feminista, y justamente se planteó este tema, y al final salió un comunicado que se ha enviado a la International Association of Women Economist, y bueno, lo que allí decíamos es: “La crisis no la han provocado las mujeres, por lo tanto la responsabilidad está clara de quién es”. No la han provocado las mujeres pero sí que nos han llamado para solucionarla, por ejemplo en Islandia los dos principales bancos ahora están dirigidos por mujeres.

Además decíamos en el manifiesto que esta es una crisis ética y de valores, porque la avaricia, la codicia, la falta de transparencia, todo esto es lo que ha permitido los bonos basura, y todo el desencadenante de la crisis financiera; si no hubiera habido todo eso, quizá no se hubiera producido.

En el caso de la construcción, por ejemplo, se ha construido más y más sin saber para qué se construía, porque ni aunque tuviéramos segundas, terceras, cuartas residencia se podrían ocupar, y sobre todo a esos precios. Mucha gente –sobre todo parejas jóvenes o gente sola– se independizaría si tuviera posibilidades de acceder a una vivienda, pero con esos precios no se puede. Sobre todo en zona de la costa que es irrecuperable, se ha comprometido no sólo el bienestar de los que estamos ahora, sino el bienestar de generaciones futuras. El problema del consumismo excesivo es que todo el despilfarro de recursos no es mero despilfarro, es que crea nuevas necesidades y nuevos problemas como la gestión de los residuos tóxicos y contaminantes.

Otro ejemplo en el caso de Valencia es el tema de la huerta, que ahora es un bien escaso. Antes la zona de huerta era patrimonio estricto de unos pocos, pero de disfrute general porque teníamos buenos productos que ahora nos vienen de invernaderos.

Por otra parte, habría que buscar alternativas al consumismo, no se necesita consumir tanto. No hay necesidad de cambiar el coche cada dos años, hay que acabar el consumismo excesivo, educar a la población en un consumo menor, y dar alternativas, porque muchas veces la gente se va a los centros comerciales y acaba comprando porque no tienen alternativas de ocio más interesantes. Pero ¿vivimos mejor consumiendo tanto, o viviríamos mejor trabajando un poquito menos, teniendo más tiempo disponible? Esta es una visión que las mujeres la tienen más clara, porque son quienes tienen problemas de conciliar tiempos, lo viven en carne propia.

¿Y existen propuestas económicas feministas?

Realmente en economía hay muchos temas que desde la perspectiva de género se han considerado importantes, y que tardan muchos años en ser admitidos socialmente como temas fundamentales.

El tema de los presupuestos de género que ahora se habla en todas partes, pero primero fue en Nueva Zelanda en 1984, luego fue Canadá, y después en Suramérica. Allí ha habido muchísimo movimiento porque allí estaba el tema de los presupuestos participativos, que está algo ligado. En España, la Ministra de Igualdad por primera vez exigió que en los Presupuestos Generales del Estado del 2009 se incluyera el informe de Impacto de Género; no son presupuestos desde la perspectiva de género, es un informe exclusivamente. Sin embargo, a nivel de Comunidades Autónomas se está haciendo un esfuerzo muy importante, sobre todo en Andalucía.

Este proceso es muy largo, porque poner la perspectiva de género en todos los capítulos presupuestarios es complicado. El presupuesto desde la perspectiva de género no es un presupuesto para hombres y otro para mujeres; es que se contemplen las necesidades de las mujeres y de los hombres, y se distribuyan los gastos.

Por otro lado, el problema de la desigualdad se manifiesta en el área económica en una dificultad por parte de las mujeres del acceso a recursos de todo tipo, entre ellos está el recurso tiempo, que es otro recurso que en los libros de economía prácticamente se ignora. En países desarrollados muchas veces no se requieren más recursos económicos, sino más servicios y más tiempo. Armonizar el tema de los tiempos y de los cuidados.

No queremos trabajos con jornada a tiempo parcial, ni jornada a tiempo completo exclusivamente, queremos una disminución general del tiempo de trabajo, pasar a jornadas de 35 o 30 horas para todo el mundo. Esa es una de las innovaciones que a lo mejor ahora se puede hacer y tener más aceptación. Si hay tanto paro, repartamos en la medida de lo posible el empleo, aunque el empleo no se puede repartir, o quizá sí, pero hay mentes muy cerradas para estos temas, pero lo que está claro es que la gente no quiere trabajar tantas horas.

La verdad es que es un momento de crisis, pero a la vez es un momento de grandes oportunidades, y creo que las mujeres tenemos que lanzarnos a la palestra y decir lo que opinamos, porque muchas cosas caerán en saco roto, pero otras no. Es un momento importante porque como dice Cristina Carrasco, que es otra gran economista: “La economía lo que tiene que procurar es que vivamos bien, y un elemento importante en el vivir bien es el tema de los cuidados”. Esto se tiene que estudiar más en el futuro y hacer políticas en base a lo que se vea que es importante.

Hay mucho por hacer, pero se piensa y reflexiona poco, y en ese sentido desde la economía feminista se pueden hacer propuestas interesantes, porque no se tiene la cabeza forzada con un esquema rígido, sino que se han trabajado temas muy diferentes y se han introducido perspectivas disciplinares muy amplias. Por ejemplo, de las crisis económicas del pasado se puede aprender mucho, por ello es muy importante tener una perspectiva histórica.

Tener perspectivas amplias, flexibles, analizar los temas sin prejuicios. Creo que las mujeres lo aplicamos más y lo tenemos más en cuenta. Pero el problema, sobre todo en la economía feminista, es que todavía es un núcleo muy pequeño, en ningún área es dominante, ni en la economía, ni entre los colegios de economistas.

Y para concluir, ¿crees que la pobreza realmente se puede erradicar?

Yo creo que sí. Pero el tema es cómo se puede hacer, porque el mecanismo es muy complejo. Hay un economista muy bueno –Amartya Sen– que propone como mecanismos de erradicación de la pobreza la educación, específicamente la educación a mujeres; y el control de la natalidad, que es muy importante en países superpoblados. Ordenar un poco, igual en países con tan bajas tasas de natalidad, porque eso produce un desequilibrio, porque la sociedad envejece y no hay reemplazo. Y después, es muy importante que progresivamente todos los países tengan sistemas democráticos, que aun de forma indirecta den capacidad de decisión a la población sobre cómo se organizan y distribuyen los recursos.

Amartya Sen es una persona que se ha dado cuenta de lo importante que son las mujeres en la economía. El trabajo con las mujeres es muy importante porque ellas suelen vivir con hombres y luego acaban incorporándolos también. Por tanto, hay que darles poder a las mujeres y auto- confianza para que empiecen a desarrollar sus zonas.

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