Me alegra el mal de todos… ¿Por qué? Mi corazón
fue siempre un ramo blanco de rosas de dulzura
¿por qué quiere mi vida encontrar a la vida
rota y marchita debajo de la tumba?
Siempre mi mano dulce acarició temblando
las frentes doloridas. No me conozco. Húmedas
estaban mis pupilas ante el dolor, y hoy
son fuente de desgracia, como saetas duras.
¡Qué mano de los sueños me ha puesto el corazón
de una víbora en vez de aquella rosa pura!
Si alguien lo ha hallado escondido en su camino,
yo le pido llorando que me lo restituya.
Juan R. Jiménez (Poema inédito)