Ante la preocupante situación política y social existente en Cataluña, la Comisión General de Justicia y Paz, con el deseo de proponer algunas palabras que favorezcan la paz y el entendimiento, expresa:
- Constatamos estar ante un grave, profundo y complejo conflicto de naturaleza política, vivido con fuerte pasión y creciente tensión. En democracia, todas las posiciones políticas, al margen de su grado de acierto o error, son legítimas mientras se formulen de forma pacífica y con respeto a la dignidad de todas las personas y pueblos y a los derechos humanos.
- Al tratarse de un conflicto de naturaleza política, estamos convencidos de que no se podrá resolver de forma unilateral por la imposición de ninguna de las partes, sino que solo se podrá alcanzar una solución mediante cauces y acuerdos políticos significativos y estables realizados en el seno de todas las instituciones democráticas legalmente implicadas, sobre la base del diálogo, la democracia y la sincera apertura a la verdad presente en cada posición.
- Por ello, queremos hacer un llamamiento a todas las partes y grupos implicados y, muy en especial, a los dirigentes de las instituciones políticas y los partidos en Cataluña y España. Y les pedimos que con la mayor urgencia se inicie un diálogo multilateral, profundo, sereno y sincero, sin condiciones ni exclusiones, que deje de lado cualquier interés personal o partidista, a fin de alcanzar una solución política justa, democrática, solidaria y duradera a este conflicto para favorecer el bien común, el respeto y la fraternidad entre personas y pueblos. Todos los foros de debate que se abran en un clima de diálogo y respeto mutuo pueden contribuir a su solución. La Comisión General de Justicia y Paz se compromete a hacer cuanto esté en su mano para hacer posible este diálogo.
- La convivencia y la paz solo se acrecientan cuando intentamos vivir con los demás buscando el bien común. San Agustín escribía: “Los hombres dicen que los tiempos son malos, que los tiempos son difíciles: vivamos bien y los tiempos serán buenos. Nosotros somos los tiempos: así como nosotros somos, son los tiempos” (S. Agustín, Sermón 8,8).