Esta es nuestra tercera revista que explícitamente desde su título quiere “recuperar la alegría”. Vamos a recuperarla porque es necesaria para la vida; sin ella los matices de lo que creemos, hacemos y pensamos se vuelven grises y pobres. Y vamos a hacerlo todos juntos porque nos necesitamos para ir acercándonos a esa alegría y esa felicidad verdaderas que nos llenan y nos producen bienestar.
El ser humano se mueve para conseguir felicidad, bienestar, placer… pero estos conceptos a veces se nos presentan tan difuminados que es difícil llegar a ellos y sentirlos. El sentido que se les da también ha ido cambiando a lo largo de la historia, como lo veremos en el interior de la revista, y lo que no podemos olvidar es que nuestra visión está condicionada por el contexto histórico y cultural en el que vivimos. Patrones exteriores a nosotros mismos nos definen el bienestar al que tenemos que aspirar e incluso cómo disfrutarlo. Lo más importante es que reconozcamos todo esto que viene de fuera, y que reflexionemos sobre dónde se encuentra aquello que nos produce bienestar verdadero, ése que te ensancha por dentro y te hace feliz.
Nos necesitamos, los unos a los otros, porque si no la rutina diaria nos lo pone difícil. Necesitamos alimentar el anhelo de vida que sentimos dentro, aunque a veces lo tenemos tan ahogado que incluso parece que ha dejado de existir. Oímos constantemente hablar de “bienestar”, pero desgraciadamente sólo se refiere a la calidad de algunos productos. Podemos llegar a tener el bienestar que vende nuestra sociedad moderna y esto no significa que sepamos vivir. Las cosas no alimentan nuestro deseo de vivir, no hacen crecer la alegría de vivir, no hacen que nuestro verdadero bienestar sea cada vez mayor. Por eso tenemos que recuperar la alegría, esa alegría consustancial al ser humano que a veces nos la dejamos perder, porque nos hará encontrarnos con nuestras necesidades y con el mundo, e iremos sintiendo que el bienestar en que vivimos crece cada vez más.
Si descubrimos la fuerza que nos da Jesús para transformarnos día a día seremos poco a poco más felices, iremos avanzando hacia nuestro bienestar. Y veremos lo gratificante de descubrir lo sencillo, lo pequeño, el detalle, la mirada atenta al sufrimiento humano, el deseo de vida digna para todos, el ansia enorme de vivir y hacer vivir. Un deseo de vivir con más verdad y más amor, que nos lleva hacia un bienestar de vida que nos llena, que es verdadero.
Y mejor no buscarlo bajo la apariencia de la grandiosidad y lo sofisticado. Podemos sentir mayor bienestar con un buen libro que con la máscara de falso poder de los grandes almacenes; charlando con amigos que con el ocio diseñado de los centros comerciales; dando un paseo y disfrutando del entorno más que esperando en un atasco cumpliendo la obligación de ir a la playa; intentando que nuestra manera de vivir forme parte de un desarrollo sostenible más que explotando los recursos naturales únicamente en nuestro provecho.
Estamos seguros de que el bienestar verdadero existe. Lo podemos disfrutar, y debemos hacerlo. Nos merecemos una buena calidad de vida. Tenemos una confianza grande en que el bienestar verdadero del que hemos estado hablando lo podemos conseguir. “Vamos a recuperar la alegría: otro bienestar es posible”.