Para leer: Abajarse.

Abajarse: Luis Pernía. Círculo Rojo 2015.

Alfonso Hernández Martín.

Luis Pernía Ibáñez (Mahamud, Burgos 1944) vivió la experiencia de la pequeña comunidad franciscana en la calle Cisne, 19, Barrio Tiro Pichón (Málaga). Trabajó en varios oficios, pero sobre todo, durante 30 años, de enfermero en la unidad de diálisis del Hospital Regional de Málaga, compaginando su tiempo como voluntario en la ONG ASPA (Asociación Andaluza por la solidaridad y la paz), en la que continúa actualmente, una vez jubilado.

Abajarse es una manera de seguir a Jesús de Nazaret, pero sobre todo una actitud ética, de cualquier tiempo y cualquier cultura, para oír la voz de las víctimas y perdedores. Y no sólo para estar, sino para ser parte de ellas. En la experiencia de la pequeña fraternidad ella fue la arcilla y el mundo obrero el alfarero.

Esta obra, autobiográfica, introduce al lector en la reciente historia de España, desde el año 1974 hasta nuestros días, con un relato evocador de unos tiempos en los que todo cambió: fin de la dictadura e inicio y construcción de la democracia. Pero no desde el punto de vista meramente histórico (no es la intención del libro), sino desde la experiencia de gestar un nuevo mundo, una nueva sociedad, desde el mensaje de Jesús; intentando vivir esa realidad histórica desde las líneas marcadas por el concilio Vaticano II.

Dice José Arregi en el prólogo: “Es una historia que sabe a Jesús de Nazaret, a Francisco de Asís. Que sabe a Dios o a la Vida, hecha de tierra y de hermandad.

Si amas la vida, si vibra la compasión en tus entrañas, si las certezas te aburren, si deseas mantener viva la llamita de la esperanza de Jesús, subversiva y no-violenta, este libro, de sencillez luminosa, te hará bien. Te alegrará el corazón, te animará a seguir.”

Poco más que añadir. Es un libro que, a los que tenemos una cierta edad nos recuerda unos tiempos en los que no era fácil estar en la calle con los desprotegidos. O sea, como ahora, aunque de otra forma. En ese tiempo, a muchas personas se nos despertó una sensibilidad que, afortunadamente, aún perdura, como dice S. Juan de Dios: “Tan pobres y maltratados los vi, que me quebraron el corazón.” Es la línea de este libro, que emana sensibilidad franciscana. No dejéis de leerlo.

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