Para leer: Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas.

Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas.

Edgar Cabanas y Eva Illouz . Barcelona, Paidós, 2021, 9ª edición, 219 páginas.

El tema “felicidad” ha estado siempre presente en el pensamiento filosófico y en la vida diaria de las personas de cualquier época; es la gran aspiración de todos. Pero la definición de felicidad y los caminos para lograrla son muy variados. ¿Se pueden manipular el concepto de felicidad y los modos de caminar hacia ella? Por supuesto. Este libro de dos profesores universitarios especialistas en el tema pone al descubierto varias de esas formas de manipulación.

Recensión de Jesús Bonet

Hay toda una supuesta “ciencia de la felicidad”, que coincide con una real “industria de la felicidad” apoyada por entidades financiaras mundiales y por multinacionales que tratan de convencer a incautos y no tan incautos de que, más o menos, quien no es feliz es porque no quiere. Supuestamente, unas buenas técnicas, unos buenos cursos de felicidad y bienestar emocional, una voluntad de ser felices y un objetivo de felicidad a corto plazo pueden sobreponerse a cualquier dificultad.

Detrás de ello está una “psicología positiva”, que tiene, en parte, una dosis del sentido común de la gente de todas las épocas para desenvolverse en la vida, pero también una dosis enorme de cuento chino, de individualismo, de especulación comercial y, al final -y después de haber gastado mucho dinero- de frustración y sentimiento de culpa por no haber logrado una felicidad que se prometía tan fácil.

No es creíble Seligman, el gran patriarca de la “psicología positiva”, cuando afirma que la felicidad se compone de una cincuenta por ciento de genética, una cuarenta por ciento de voluntad y un diez por ciento de circunstancias sociales. Si esa fuera la verdadera felicidad (excluidos valores, sentido de la vida, etc.), ¿pueden ser felices alguna vez quienes no tienen los genes adecuados (para Seligman) o viven en circunstancias de pobreza, cultura poco desarrollada, enfermedad o discapacidad? Seguramente, no.

“Happycracia” (happy = feliz, en inglés) es una crítica razonada y bien fundamentada de esas imaginarias ciencias y de esas industrias de la felicidad.

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