Farid Yazdani
En el siguiente artículo Farid Yazdani reflexiona sobre el sentido profundo del concepto “economía” y como esta, lejos de ser una actividad exclusiva de magnates y profesionales del ramo, impregna cada instante de nuestra vida, es un acto relacional e incide en el rumbo de las personas y de las sociedades, haciendo de todos nosotros “economistas”.
Las decisiones económicas, en este caso macro, pueden configurar escenarios sociales muy distintos según se tomen desde la responsabilidad o desde el principio único del máximo beneficio. Así, podemos generar sociedades saludables, dueñas de su conocimiento y con un grado aceptable de autonomía, o sociedades desestructuradas, desvinculadas del conocimiento adquirido por las generaciones pasadas, dependientes y alienadas. Una interesante reflexión para este mundo cada vez más globalizado.
La economía: una disciplina relacional
En las últimas décadas, cada vez más, oímos hablar sobre la economía: que si el PIB, que si los presupuestos generales, la fortaleza de la moneda, el déficit, la inflación, el Euribor, y muchos otros conceptos técnicos que la prensa en general utiliza para referirse a estos temas. Pero, realmente, ¿de qué están hablando?
Fuera del sector especializado, la imagen generalizada que se ha construido, utilizando todo ese lenguaje específico, es que la economía es sinónimo de dinero, de ricos y pobres, del poder, de la corrupción, etc. Sin embargo, la economía es mucho más, podría decirse que casi toda nuestra existencia material es economía y no hay forma de escaparse de ella. Vamos a empezar desde el principio y veamos qué significa esta palabra según la RAE:
Del lat. mediev. oeconomia, y este del gr. οἰκονομία oikonomía, de οἶκος oîkos ‘casa’ y νέμειν némein ‘distribuir’, ‘administrar’…
Podríamos decir que “eco” significa casa, y “nomía”, administrar, por tanto, sería “administrar la casa”. La RAE ofrece unas cuantas definiciones para la palabra economía, pero hay una de especial relevancia:
Conjunto de bienes y actividades que integran la riqueza de una colectividad o un individuo.
Incluso dormidos
Está definición, según mi punto de vista, es la que realmente la define, especialmente el apartado de actividades; tal como lo veo yo, no es posible no estar haciendo economía las veinticuatro horas del día, es decir, permanentemente.
La economía es relación, directa e indirecta, comprando o no comprando, consumiendo o no consumiendo, porque todas estas acciones constituyen una cadena de relaciones. Podemos pensar que cuando estamos durmiendo por la noche no ejercemos ningún tipo de intercambio comercial, sin embargo, la energía que estamos utilizando, la casa donde estamos cobijados, la seguridad que disfrutamos, son economía.
Decisiones económicas
Una vez comprendido que la economía son las relaciones que construimos con todo lo que existe en este planeta, ya no cabe una actitud distante con esta disciplina, ya no es meramente una cuestión de los banqueros y los magnates. Con cada decisión estamos haciendo economía, es decir, nos estamos relacionando con otras personas, que a su vez se relacionan con otras y otras, y de paso con la naturaleza, los bosques, los océanos, las minas, con todos los seres vivos que habitan el planeta tierra.
Cuando compramos algo o contratamos algún servicio, estamos incidiendo en la vida de otras personas, o cuando los empresarios deciden trasladar sus fábricas a otros lugares por mero interés particular. Veamos alguno de los aspectos de esto último:
Acciones económicas
1-Cuando se traslada una fábrica a otro lugar, la pérdida para la sociedad no es meramente una cuestión económica (que también), sino que es más una pérdida de conocimientos para las generaciones que han de venir. En la mayoría de los casos, esos conocimientos necesitaron siglos de desarrollo y perfeccionamiento, y sin mayores consideraciones decidieron impulsar todo lo necesario para facilitar esa pérdida. Aquí en nuestro país (España) lo podemos ver en muchos sectores, por ejemplo, en la industria textil que estaba muy bien estructurada y donde un gran número de personas, tanto directa como indirectamente, disfrutaba de ese conocimiento y, como consecuencia, la sociedad entera, de su éxito. Sin embargo, la codicia primitiva de unos pocos (llámese enriquecimiento, ceguera de poder o imposición del saber), en aras de la competitividad, hizo que esta industria desapareciera, es decir, miles de hombres y mujeres perdieron la posibilidad de desempeñar el conocimiento que habían desarrollado durante siglos.
2-Por otro lado, están las sociedades receptoras de la industria textil española. En un principio, podríamos pensar que ha habido una transferencia económica, es decir, que estamos favoreciendo a los más necesitados. Sin embargo, lejos de tal hecho, lo que se ha provocado no ha sido sino un éxodo o desplazamiento rural masivo a las ciudades, un desarraigo humano y un empobrecimiento colectivo para satisfacer la demanda de mano de obra necesaria que subsiste en condiciones inhumanas e injustas, además del gravísimo perjuicio medioambiental que todo ello conlleva.
3-El perjuicio medioambiental es otra de las consecuencias de nuestra mirada relacional, que comenzó con el deseo de obtener mayores beneficios económicos. Para que los costes sean menores, los procesos industriales necesitan externalizar la mayor parte de sus residuos. Por ejemplo, muchas fábricas de la India que tiñen los tejidos no tienen sistemas de control de aguas residuales y tóxicas y las vierten directamente al río no solo eso sino que, además, la gente que vive cerca de esas fábricas desarrolla enfermedades a causa de los tóxicos de dichos vertidos.
4-Otro asunto de suma gravedad es la dependencia nacional.
Un gran número de industrias, y muchas de ellas de primera necesidad, fueron a concentrarse en algunas zonas geográficas del planeta. Este hecho se justificaba con el pretexto de especialización y competitividad; sin embargo, la pandemia se encargó de hacerlo bien visible, pues somos sociedades dependientes y no tenemos capacidad de producir los elementos de primera necesidad. Todas las naciones deben ser autosuficientes en mayor o menor medida. Y lograrlo es la mejor muestra de autentico equilibrio socioeconómico.
Según estas premisas todos somos economistas y a todos nos compete reflexionar sobre cómo nos relacionamos con el resto de la existencia terrestre (humanos, animales y naturaleza), ya que de ello depende nuestro éxito o fracaso económico.