Tres mujeres

Luis Pernia Ibáñez

 “Traían en sus ojos

el reflejo de otros cielos”

( tango)

 Emigrar es desaparecer para después renacer. En muchos casos, y a pesar de su aportación económica, demográfica, social y cultural, ese renacer es una meta que se hace lejana, casi imposible, porque llegados al país de acogida continúa el duro peaje de la vida con dificultades en el logro de “papeles”, de vivienda y derechos de ciudadanía.

Lejos de ser la marea que invade, esas personas son en realidad la espuma amarga  que pone en evidencia la hipocresía, un liberalismo que, por un lado, habla de Derechos Humanos, y, por otro, desplaza sin normas a millones de personas de todo el mundo.

La reciente llegada de tres millones de inmigrantes a nuestro país plantea nuevos retos en el terreno del compartir. Desde la arena, a pie de obra, nos acercamos a tres mujeres que conocen y sienten ese dilema entre la integración y el rechazo, en el que se mueve la inmigración en España.

  RABIA BANOU

 Rabia Banou es una mujer marroquí de 35 años, madre de dos hijas, mediadora intercultural en la Asociación “Málaga Acoge”. “Llegué a España en 1992 para completar mis estudios de Biología, pero muy pronto me sentí 54 pag 12atraída por el voluntariado de mi Asociación y me dediqué a él en cuerpo y alma hasta encontrar en él mi trabajo de mediadora intercultural y el sentido de mi vida.”

Rabia no deja de reconocer la riqueza que significa la inmigración. “El otro día en el ambulatorio me entrometí en una conversación que me resultaba odiosa, porque quien hablaba venía a decir que los inmigrantes están quitando las prestaciones sociales a los nativos. Yo no dudé en decir que las personas inmigrantes vienen a ocupar los puestos de trabajo que nosotros no queremos y además están generando riqueza en este país, pues vienen jóvenes, sanos y con ganas de trabajar, y ahí está, por ejemplo, el crecimiento de las cotizaciones a la Seguridad Social.”

Es especialmente sensible a la carrera de obstáculos que tienen que recorrer los inmigrantes y que les sitúa constantemente al filo de la precariedad. “¿Por qué se ponen tantas dificultades a los papeles, que son la garantía para la integración y una vida ordenada?” ¿Por qué la Comunidad Europea es tan hipócrita que por una lado habla de acogida e integración y por otro pone infinitas barreras a los derechos de los inmigrantes? “Los inmigrantes vienen de países ricos, pero empobrecidos por muchas circunstancias, entre las que están las antiguas y nuevas colonizaciones, ¿por qué no se invierte en desarrollo y cooperación, porque el único efecto llamada es la pobreza de allí y la riqueza de aquí?”

Rabia entiende que la anhelada acogida no es sólo dar papeles, sino “el afecto, la ternura, el que les escuchen y les comprendan, porque los inmigrantes son personas, no mercancías”. Al cabo de tantos años en este país reitera que “la inmigración es una gran riqueza humana, cultural y económica y hay que verla en positivo. Creo sinceramente que el inmigrante debe dar un paso adelante para acercarse a la sociedad de acogida, pero otro tanto debe hacer ésta, como en los vasos comunicantes”.

ROSA MALDONADO

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 Argentina, de 45 años, madre de dos hijas y enfermera de profesión, vino a España hace un año “por razones económicas”.  “Intento trabajar cuidando pacientes en sus domicilios y en hospitales, que me permite ir tirando.” Su credencial, al preguntarse por su trabajo en Argentina, es su compromiso de la ocupación obrera de la fábrica de cerámica ZANON, hoy gestionada por los trabajadores. “He trabajado en un hospital, pero quiero recordar mi compromiso con la ocupación de la fábrica ZANON de cerámica, en Neuquen, organizando a los trabajadores y especializándome en cubrir el aspecto sanitario de la fábrica. La ocupación se inició en el 2001, después de cuatro años de despidos y cierres. Comenzamos 260 obreros y hoy hay 440 trabajando, y no sólo dando trabajo, sino organizando y ayudando a los que no lo tienen.” “ZANON es del pueblo”, reitera con satisfacción. Como persona comprometida en las luchas sociales y laborales de su país le pregunto sobre cómo la situación de los trabajadores españoles: “La verdad es que a la clase trabajadora española la veo cada día más empequeñecida, cómo cada día va haciendo dejación de sus conquistas. Los empresarios a los inmigrantes sólo los ven como medio para controlar los salarios de los nativos a la baja. Me atrevo a decir que la globalización económica está intentando precarizar el empleo de los trabajadores estables  utilizando a los inmigrantes como apagafuegos de los trabajos que los  propios nativos no quieren y para frenar las conquistas salariales.” Sin mediar otra pregunta insiste: “De ahí la necesidad de la unidad de los trabajadores  en contra de esta globalización que nos destruye y que nos empobrece; debemos  hacer un frente común los trabajadores estables, los inmigrantes y los precarios para detener este proceso.”

Rosa es una activa propulsora de la Coordinadora de Inmigrantes de Málaga con una referencia muy clara: “Unidad y unidad de todos los trabajadores y trabajadoras para exigir derechos para todos, porque somos trabajadores, porque somos explotados, y eso nos une.” Nuestra estrategia es buscar la igualdad hacia arriba y no para abajo, como parece ser el proceder de algunos sindicatos. El paro no es solución. La solución es el trabajo estable. Y por ello debemos luchar todos los trabajadores juntos. El tema de los inmigrantes no está separado en absoluto de los trabajadores nativos, sino íntimamente relacionado. Sólo trabajando unidos podremos encontrar un camino a nuestra común exclusión y a todas las exclusiones”

  LANA SHNURENKO54 pag 14

 Es una mujer rusa de 28 años, psicóloga clínica, que llegó a España hace tres años. ”El trabajo es muy difícil”, me indica, sin más, cuando le pido que opine sobre su situación de mujer inmigrante. “No me permiten a mí, ni a otros universitarios convalidar el título universitario que conseguimos en nuestros respectivos países. Es como si el nivel de estudios en España fuera inferior y la manera de defenderse de la gente que viene mejor preparada es no reconocer sus titulaciones.” Con aplomo y reposando sus palabras continúa: “El extranjero al legar a España tiene que empezar de cero, con el inconveniente de que iniciar aquí otros cinco años de estudio supone dejar de trabajar para vivir, y ese lujo no nos lo podemos permitir.”.

Colabora en Málaga Acoge en actividades interculturales con personas de otras nacionalidades, recreando en las aulas un mapamundi de lenguas, culturas, gastronomía e historias de inmigrantes en busca de otra vida mejor con el fin de que los jóvenes y los niños se inicien en el diálogo intercultural y la tolerancia. “He visto en algunos colegios niños aislados, incomunicados, que parecen no sentirse cómodos, pero no he visto actuaciones racistas; diría que la sociedad española no es racista, pero no ha asumido del todo la llegada de las personas emigrantes. Se necesita un proceso de aprendizaje en el mestizaje y la interculturalidad, empezando por quitar el miedo a los extranjeros que vienen en busca de trabajo. El objetivo de este proceso educativo, en el que toda la sociedad debe estar implicada, es superar los prejuicios y abrirnos a una forma más multicultural, más cosmopolita y más humana de ver el mundo.”

Lana es clara y escueta en sus valoraciones, que sintetiza en una frase: “Mi país y mi casa es el mundo entero”.

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