Manmen Castellano Paredes
Cuando nos reunimos para preparar este número de la revista, allá fuimos Rebeca y yo con gran ilusión. Rebeca es mi hija, tiene un año recién cumplido y me ha hecho consciente de que hay alternativas respetuosas con la naturaleza también en el modo en que criamos a los más pequeños.
Al quedarme embarazada, una amiga nos recomendó los libros de Carlos González, uno de los cuales se llama “La lactancia materna. Un regalo para toda la vida”, de ahí este título. Estos libros, el sentido común y la naturalidad han guiado en gran medida este año con nuestra pequeña, aunque ha sido ella la que más nos ha enseñado en esta aventura de criar a nuestros hijos.
Queríamos que el parto, el primer momento de la vida de nuestra pequeña en este mundo, fuera muy especial, esa era nuestra intención con el plan de parto. Por mi parte, quería sentir cada contracción, cómo se acercaba el momento de alumbrar a mi hija, el dolor era lo de menos.
Si tengo que destacar un instante de aquel día, es cuando nada más nacer me pusieron a Rebeca en mi pecho y ella automáticamente se enganchó a una teta y después a la otra. Habíamos preparado el momento con gran ilusión, pero fue mucho más especial de lo que nunca nos habíamos imaginado.
Después de aquel instante, los dos hemos querido que si algo tiene que marcar a nuestra hija en su educación tiene que ser el amor y el cariño. Son muchas las experiencias a lo largo de este año que difícilmente se pueden detallar en una página: el compartir el espacio con la más pequeña de la casa, haciéndole sitio en mi cama cuando a medianoche sentía hambre, soledad, frío…; al no saber hablar, es cierto que cuesta saber qué es lo que necesita en cada momento, pero al estar junto a nosotros, ella siempre buscaba lo que necesitaba. Un año después, Rebeca come de todo lo que se pone en la mesa, pero sigue con su “teta”, creo que es una de las primeras palabras cuyo significado ha aprendido claramente. Se puede leer mucho sobre la conveniencia de dar el pecho a un bebé, pero ningún libro explica la vivencia y el lazo que se crea entre una madre y su hija cuando le está dando el pecho, ha sido maravilloso y espero que lo siga siendo hasta que ella quiera. Parece que es un tema que depende sólo de que la madre quiera, pero se necesita mucho más: un padre lleno de paciencia que le da la leche materna a su hija con cucharita o bebida en vaso cuando la madre no está, para que no se acostumbre a ningún tipo de tetina, trabajos en los que te permitan llevar a tu hija contigo… Seguramente parte de la humanidad hemos avanzado en algunos aspectos, pero en otros hemos dado grandes pasos atrás, en muchas partes del mundo cuando una madre tiene a su hijo trabaja en la medida en que su nueva condición se lo permite, lo fundamental es estar cerca de su hijo y no es extraño ver a madres trabajando en el campo junto a sus hijos recién nacidos; sin embargo, en nuestra sociedad sólo unas cuantas somos privilegiadas y podemos tenerlos cerca en todo momento. Es necesario que revisemos a qué le damos valor y empecemos a ver mucho más natural ver a las madres con sus hijos en las oficinas, en los bancos o en los supermercados; eso sí sería conciliar vida familiar y laboral, y no que la madre tenga que elegir entre una cosa o la otra (o dejas de trabajar o dejas a tu hijo en casa y te vas al trabajo, eso no es conciliación, sino elección entre uno y otro).
Para nosotros, como ya he dicho anteriormente, es fundamental educar a Rebeca desde el cariño y el amor, no
creemos que por abrazarla demasiado, estar en todo momento cerca de ella o llevarla siempre con nosotros la estemos malcriando, sino todo lo contrario. Algunas de las decisiones que hemos tomado no han sido bien acogidas en nuestros entornos, cuando todavía nos ven dándole el pecho o cuando estaba en todo momento con nosotros (llevándola allí donde el trabajo nos ha llevado en este año), nos decían que iba a estar muy “remamada” y que le costaría separarse. Esto no ha sido así, eso le ha dado seguridad y es una niña muy sociable, se lo pasa bien allá donde va y ha conocido a muchísima gente que la quiere un montón y que nos han ayudado a educarla en ese cariño y amor que pretendíamos.
Me hubiera gustado que este artículo lo hubieran elaborado gente con más experiencia que yo (Asociación Criar con Apego), pero ha sido imposible en esta ocasión; espero que haya otra ocasión para ello.