Editorial Provocar miedo es rentable
Lo han sabido todos los poderes desde tiempo inmemorial. La cultura del miedo es la cultura de la dominación por parte de unos y la de la sumisión, la desesperanza, la desmovilización, la resignación y la humillación por parte de otros.
Postverdad y miedo
Provocar miedo, igual que mentir compulsivamente, desfigurar la realidad, culpabilizar, amenazar, calumniar, difamar, ningunear o manejar titulares de los medios de comunicación son instrumentos muy rentables. Estamos hoy en la cultura de la postverdad; en ella la verdad se construye artificialmente según las conveniencias e intereses de los poderes económicos, políticos, militares o religiosos. La postverdad es la verdad fabricada, en la que puede no haber nada de objetivo, de comprobable, de sincero, de justo; lo que pasa es que sirve a quien la fabrica. Pero para que la postverdad sea aceptada, a pesar de sus contradicciones, ha de ir acompañada del miedo: miedo al caos, a que todo pueda ir peor, a la privación de libertad, a la guerra, a una multa, a una enfermedad, a los partidos de la oposición, a la pobreza… y a todo lo que el imaginario del miedo pueda vocear en cada momento, según sea el tipo de poder y de interés que busca rentabilidad.
El miedo paraliza y somete
¿Qué objetivo tienen, si no, la Ley Mordaza promulgada por el gobierno actual en España o las mentiras de las multinacionales farmacéuticas para vender una vacuna innecesaria o las vallas entre países para que no nos invadan los bárbaros o la indefinida producción de armas para combatir a cualquier enemigo potencial o las múltiples normas de las religiones? El miedo amordaza la libertad de conciencia y de acción, la capacidad de indignarse ante la injusticia, el derecho a la protesta… El miedo, está claro, es rentable para quien sabe manejarlo; eso es lo que hace el gobernante que provoca el miedo sabiendo que miente cuando habla, para el acosador en una empresa o en un colegio, para el vendedor de alarmas y para el predicador que culpabiliza a la gente y amenaza con el infierno. El miedo es poliédrico y podemos estar sometidos a muchos miedos a la vez, con lo que nuestra capacidad de resistencia y de crecimiento personal y social se debilita.
En este número de Utopía reflexionamos sólo sobre algunos aspectos del miedo, incluidos los que tiene la Iglesia, y sobre cómo intentar superarlos; hay aún un amplio campo de reflexión que cada persona y cada grupo han de hacer. Superar el miedo implica necesariamente tres cosas: una buena información, una opción decidida y una lucha colectiva. Sólo la indignación que se expresa en unión con otros lleva a la movilización contra el miedo.
Quien provoca el miedo para manipular a otros es un corruptor de las relaciones, de los sentimientos, del equilibrio personal y social, y un destructor del tejido comunitario. Jesús de Nazaret, que también conoció el miedo, repite una y otra vez a sus seguidores que no tengamos miedo, pero al mismo tiempo insiste también en que estemos unidos.