Utopía 122: El cuidado de las diferencias

Utopía 122: El cuidado de las diferencias.

La diversidad, entre los humanos y en la naturaleza, es una riqueza. La realidad es variada; su interpretación, también. El cuidado de las diferencias, cuando éstas no son agresivas, cuando no pretenden ser dogmáticas ni violentas, es una señal de sensibilidad, madurez social y democracia.

Cada ser humano tiene dentro de sí una pluralidad de identidades que lo hacen diferente de otros; vivir sin identidad es una patología, pero fanatizar uno de los aspectos de esa identidad múltiple de cada uno lleva a excluir a otros o a tenerles miedo.

Es injusto marginar a alguien por ser diferente, por salirse de una supuesta norma impuesta por mayorías. El miedo a lo diferente, como si fuera un peligro para la propia identidad o seguridad, no es más que un prejuicio educativo que nos dice que no es bueno ser diferentes: lo correcto es ser iguales, actuar igual, pensar igual, llevar formas iguales de vida. La consecuencia: intolerancia, falta de respeto o acoso a la identidad del otro.

Quien se considera normal y excluye a quien no es como él, puede ser un marginador compulsivo de las personas que se diferencian de él por cualquier motivo: homosexualidad, inmigración, pobreza, transgénero, limitaciones físicas o psíquicas, sexo, heterodoxia respecto a lo oficial, pensamiento político, convicción religiosa, raza, color de piel… Lo natural para él es lo que –muchas veces, hipócritamente- piensa y vive la mayoría; lo antinatural es lo diferente. Y esto le da derecho a sentirse superior y a humillar, a ignorar o a ejercer violencia sobre los y las diferentes.

Pero también la persona a la que le hacen sentirse diferente puede actuar con miedo, miedo a la libertad: o elijo la indistinción con los demás (y eso me da tranquilidad y seguridad) o elijo la autenticidad personal (y entonces me siento culpable y solo porque no pertenezco al grupo de los normales).

Cuidar las diferencias significa respetar, valorar, ser tolerante, admitir la libertad de conciencia, de pensamiento y de vida, evitar dogmas sobre cómo deben ser los otros. El cuidado de las diferencias implica una mirada sobre los demás que no lleve ni a absorberlos ni a aprisionarlos. La única forma admitida de intolerancia es la intolerancia respecto a la violencia y a la utilización de las personas sin tener en cuenta su dignidad.

Todos necesitamos raíces, fundamentos, pero no necesitamos fundamentalismos. Y todos podemos tener una tendencia, más o menos consciente, a acosar o a absorber al otro o a prescindir de él si no se deja absorber. Pero también existe dentro de nosotros una tendencia centrífuga que nos facilita abrir nuestro yo a los demás y a respetar la identidad de los otros yo: tú y yo tenemos historias diferentes, paisajes de amor diferentes, alegrías diferentes, sufrimientos diferentes, esperanzas diferentes; pero algo esencial nos hace iguales: tú y yo somos humanos; sin ti no soy del todo yo y sin mí no eres del todo tú. En esa apertura se basa el cuidado de las diferencias.

Las reflexiones de este número 122 de Utopía profundizarán en este cuidado de las diferencias.

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