Conchi de la Iglesia Escalada
Luis Díaz González
Cuando un amigo nos pidió que escribiésemos sobre como el cuidado de unos mismos puede llevarte a la espiritualidad, nos dijimos: mejor contamos cual es nuestra experiencia personal y como pareja…
Vamos a partir de algunas premisas:
- Consideramos que el ser humano es uno, no la suma de sus partes: el ser humano es un ser de múltiples dimensiones (física, emocional, intelectual, energética, espiritual y transcendente por citar solo algunas que todo el mundo puede reconocer) y que todas están interrelacionadas y son interdependientes.
- No es fácil plantearse la transcendencia cuando tienes que dedicar todo tu tiempo, tu energía, tus recursos y tus dones a sobrevivir, aunque no es menos cierto, que el sentido de la vida puede aparecer en las situaciones vitales más duras e incluso cuando llegamos a una situación límite en nuestra vida.
- Que todo el mundo buscamos vivir una vida con sentido, lo que no lleva a sentirnos felices, plenos…
Cuando comienzas a amarte y a tenerte en cuenta a ti mismo, empiezas valorar todo lo que tú eres, como piensas, como te sientes, que necesitas, que aportas al mundo, cuales son los valores que mueven tus acciones… dejas de tener la referencia en lo que se supone que tiene que ser y te conviertes tu en tu propia referencia..
Y empiezas por lo más fácil que es cuidarse a nivel de salud, pero a continuación viene la necesidad de cuidarse emocionalmente, de entenderte y recurres a todo aquello que te permite conocerte, que te permite desarrollarte… para luego descubrir qué sentido tiene todo esto que ocurre en tu vida, para que ocurre lo que ocurre… y aquí aparece la espiritualidad, lo transcendente.
Pero no te sirven las religiones reconocidas ya que, como humanas que son, están llenas de contradicciones, de rituales que han perdido su significado, y solo te sirve lo que responde a ti. Entonces comienzas la búsqueda de tu camino, un camino que sólo puede hacerse en la cotidianidad. Experimentas diferente métodos; unos relacionados con el cuerpo (yoga, taichí, comida sana y vegetariana), luego te internas en el conocimiento de ti mismo, en el entenderte y conocerte (la medicina china, el trabajo personal desde la experiencia, el apoyo personal con psicología de trabajo de procesos, la meditación) para ir descubriéndote. Y vives experiencias que te vayan acercando a lo que da sentido a lo que te ocurre (trabajos y talleres donde se trabaje la apertura del corazón, donde se dé la conexión con otros seres humanos en búsqueda). Y según vas viviendo, vas viendo que todo lo que te ha ocurrido tiene su sentido, visto a posteriori: todo ha puesto su granito de arena en lo que eres, en cómo te sientes… todo te ha permitido seguir el proceso en el que estás, de crecer y dar sentido a lo que haces…
Y continuas este viaje interno, mientras vas incorporando a tu cotidianidad, lo que vas descubriendo de ti, y gracias a ello también descubres la semejanza con el resto de seres humanos, lo que te permite ser compasivo con las otras personas de tu vida… Pero sigues buscando aquello que hace que todo encaje, que todo tenga sentido, que permita vivir tu vida con la coherencia y con la confianza de que vives lo que vives para algo…
Y sigues buscando, la confirmación en la cotidianidad de que tu formas parte de un Todo, llámale como quieras, y que todo lo que te rodea es parte del mismo Todo… y aunque en muchos momentos es solo una idea común que está en muchas filosofías y tradiciones espirituales, intentas permanecer en la confianza que te permite experimentar que eres Todo.