APROMAR ¿Caridad o justicia?

APROMAR ¿Caridad o justicia?.

Grupo de Reflexión de los Martes.

Comunidad de Santo Tomás de Aquino.

Hace ya 35 años que algunas personas de las que hoy forman el núcleo más activo de APROMAR empezaron, en el ámbito de la Pastoral Penitenciaria desde Cáritas, a acercarse a los presos en las cárceles y a tomar conciencia de cuál era su situación y cuáles de sus problemas no resolvía la institución. El trato con los presos y presas y el contacto con su realidad, sus problemas de soledad, de estructura personal, de salud, de escasez, de falta de esperanza y de expectativas de muchos de ellos, empezaron a calar entre estas personas que, sin darse cuenta, se encontraron un día buscando el qué y el de qué manera pueden hacer algo nuevo acorde a las necesidades reales que perciben.

Supieron ver y reaccionar ante el sufrimiento de las personas que, según salían de la cárcel, sin trabajo y sin techo, en muchos casos sin formación ni experiencia laboral y sin poder acudir a sus familias, eran carne de presidio sin remedio por no tener fuera de la cárcel posibilidades reales de incorporase a la sociedad como ciudadanos de pleno derecho.

Esta experiencia de tantos hombres y mujeres con tan pocas posibilidades de salir adelante ellos solos, vivida de cerca y repetida en muchas ocasiones, hizo pensar a quienes luego se llamarían APROMAR que su actividad debía dirigirse a prestar un apoyo continuado a los presos y presas que salían de permiso y a los que, al terminar su condena, tenían que reinsertarse en la sociedad.

 Así es como nace el proyecto “Y después de la cárcel, qué”, porque, efectivamente, entonces es cuando realmente empiezan los problemas más serios: acostumbrarse de nuevo a vivir en sociedad, prepararse o reciclarse profesionalmente, desintoxicarse en algunos casos, aprender a convivir con las demás personas en un contexto muy diferente a la prisión, comer todos los días, tener con qué hacerlo, disponer de un lugar donde vivir. Cada una de estas necesidades constituye un muro realmente infranqueable para ellos y es difícil poder superarlo. Ni en la cárcel les han preparado para la libertad ni los servicios sociales existentes les resuelven los problemas a los que se enfrentan.

El grupo de personas de APROMAR es bien consciente de ello y ve claro cuál es el camino: actúa desde la solidaridad y, a su modo, construye ciudadanía. No hace política con mayúscula, no pretende cambiar las relaciones sociales y económicas, porque comprende que no está en su mano. Su objetivo es posibilitar que sus chicos sean capaces de vivir dignamente sin delinquir, que se puedan reincorporar a la sociedad con suficientes recursos personales para llevar una vida normal, digna.

En estos tiempos en que instituciones como Cáritas, en su valioso Informe Anual, nos muestra que vivimos en una sociedad cada vez más desigual, en la que el índice de pobreza es más que preocupante y en la que aumenta la vulnerabilidad y la exclusión social, los organismos públicos que se encargan de gestionar los servicios sociales no dan respuesta a las necesidades de las personas que precisan más ayuda; más bien “ignoran” esta realidad. La falta de soporte institucional y social específico a las personas en estas circunstancias es una de las causas, junto con los tipos de los delitos y la duración de las penas reguladas en el vigente Código Penal, de la reincidencia, que lleva a que el número de presos en las cárceles de nuestro país sea tan alto, tan trágico.

Por ello, la labor de APROMAR y de tantas otras asociaciones, que de algún modo trabajan en la misma dirección, es hoy tan necesaria, en la medida en que quienes tienen las responsabilidades políticas e institucionales de garantizar la reinserción y rehabilitación de los presos, avalada por la Constitución de 1978, no cumplen este mandato.

Aun siendo conscientes de que el problema seguirá sin resolverse del todo, porque con sólo “apromares” nunca se llegará a curar el mal de raíz, que es a lo que una sociedad democrática y que busque la justicia debe aspirar, reconocemos que, hoy por hoy, la actividad de APROMAR es conveniente, necesaria y oportuna.

APROMAR es una gota de agua (bendita) en el océano. Ojalá hubiera muchas “apromares”, para poner de manifiesto que el conocimiento consciente de la situación de nuestros prójimos nos duele y nos mueve, al menos, a la necesaria solidaridad para actuar de inmediato.

Estamos con el Papa Francisco, cuando en su exhortación Evangelii Gaudium dice que las acciones de asistencia, como es ésta de APROMAR, deben ser respuestas pasajeras, pues mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los males del mundo.

Y, aunque sean respuestas pasajeras y sabiendo que ese esfuerzo no resolverá estructuralmente la injusticia, es preciso reconocer y debemos agradecer, apoyar y respetar la actividad de las organizaciones que, como APROMAR, trabajan por los demás en la medida en que pueden y entienden, abarcando unas necesidades que quedarían sin cubrir sin su esfuerzo.

Para terminar este breve texto, queremos manifestar nuestro convencimiento de que, además del trabajo o del apoyo a estas organizaciones y actividades solidarias, es muy necesario trabajar por la construcción, entre todos, de una estructura económica y social que genere menos desigualdades, más solidaria, más justa.

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Más información sobre APOMAR en: https://plus.google.com/102976237115412085318/about?gl=es&hl=en

Bergoglio, Francisco “Evangelii Gaudium”, 202.

“Precariedad y exclusión social.2014, análisis y perspectivas”. Fundación Foessa, Caritas, 2014

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