Colaboración: Construir el Postcapitalismo

Antonio Zugasti

“No está nada claro cómo puede ser el mundo realmente humano que sustituya al capitalismo, pero tenemos bastante idea de cómo deben las personas que lo construyan, su ética, sus valores, su mentalidad. ¿No podíamos empezar por ahí?”.

Desde los tiempos de Marx se viene hablando de la crisis final del capitalismo, y ahora parece que va en serio. Múltiples análisis lo apuntan con argumentos incuestionables. Hasta ahora  el capitalismo había resistido victoriosamente todos los ataques que se le habían hecho. Durante más de siglo y medio la batalla se planteó como una lucha de clases, y hoy los ricos pueden jactarse de que han tomado la iniciativa en esa lucha y van ganando por goleada.

Pero el capitalismo no ha explotado sólo a la clase obrera, explota también la vida de nuestro planeta. Explota y destruye el mundo vivo, esa maravillosa capa de vida que rodea la mole rocosa de la Tierra. Explota la atmósfera, la utiliza para depositar en ella los millones de toneladas de residuos gaseosos que su insensata actividad produce. Explota mares y océanos, esquilmando los peces que los habitan y llenándolos de islas de plástico y basura. En su ciega ambición el capitalismo destroza  y mata ese mundo vivo que nos sustenta a todos. Y a ese enemigo no le pueden vencer. Porque esa biosfera es verdad que no les resiste, pero dejándose destrozar, destroza,  dejándose matar, mata. Y si la humanidad no logra parar al capitalismo a tiempo -y queda poco-, la catástrofe es inevitable.

El problema es cómo le paramos.

  Hace ya bastantes años  José Luis Sampedro, cuando afirmaba que el capitalismo no tenía salida, señalaba también que no estaba nada claro cuál iba a ser la continuación de este capitalismo agónico.

Y parece que de eso nos ocupamos bastante poco. Hay una buena parte de la izquierda que se encuentra mucho más cómoda dándole vueltas al pasado, recreándose en la historia, que enfrentándose al futuro. La izquierda mayoritaria, la de los grandes partidos, hace tiempo que se olvidó de cualquier pretensión de derribar al capitalismo. De vez en cuando, alguien hace una alusión retórica al tema, pero  sus propósitos concretos todos se centran en como situarse un poco más cómodamente en un capitalismo que se piensa ¡loca ilusión! que puede llegar a ser aceptable.

El surgir del hombre nuevo

Ninguno de los intentos realizados hasta ahora para acabar con el capitalismo han tenido éxito.  Todos han seguido el mismo esquema: hacerse con el poder y cambiar la estructura económica del país. Detrás iría toda la estructura ideológica. Surgiría el hombre nuevo, la persona impregnada con los valores socialistas. Lo que surgió fue la burocracia del partido, y, de una manera u otra, todos han acabado fracasando.

Sigue pendiente de respuesta la pregunta que formuló Lenin en 1902, ¿Qué hacer?

La respuesta de Lenin no sirvió, y menos sirve hoy: un cambio revolucionario en la actualidad parece totalmente descartado. Un cambio gradual tampoco parece factible.  ¿Dónde están las fuerzas que puedan imponerlo? Además las estructuras capitalistas impregnan de tal manera nuestro mundo que no tenemos claro cómo debería ser una civilización no capitalista que desmontara todas esas estructuras y, al mismo tiempo, resolviera el principal problema actual, el de la sostenibilidad de una aceptable vida humana para toda la especie.

¿No podíamos avanzar hacia el postcapitalismo planteando el esquema del cambio al revés: empezar por las personas capaces de construir una sociedad postcapitalista? No está nada claro cómo puede ser el mundo realmente humano que sustituya al capitalismo, pero tenemos bastante idea de cómo deben ser las personas que lo construyan, su ética, sus valores, su mentalidad. ¿No podíamos empezar por ahí, fomentando los valores postcapitalistas de las mujeres y hombres dominados hoy por el capitalismo?

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