Colaboración: La responsabilidad del desastre

Antonio Zugasti

En las elecciones de pasado 26 de mayo los partidos a la izquierda del PSOE sufrieron un tremendo batacazo. ¿A quién le echamos la culpa?

El pasado día 27 Antonio Maestre publicó en la sexta.com/el muro  un artículo sobre los resultados de las elecciones en Madrid. En él lanzaba un durísimo alegato contra Iglesias y Errejón, a los que responsabilizaba de lo acontecido en nuestra región.  Después me he encontrado en ATRIO un artículo de Fernández Liria en que también crítica muy duramente las posturas mantenidas por Pablo iglesias al frente de Podemos. Y no son los únicos, ni mucho menos, que realizan análisis similares.

Estoy muy de acuerdo con la crítica que hacen los dos. Fernández Liria parece que salva a Errejón; a mí me parece que el momento y la forma de lanzar su nueva formación política han sido muy desafortunados. De todas maneras, habría que haber estado dentro de Podemos para poder juzgar con más de conocimiento de causa la responsabilidad de cada uno.

Es incuestionable que, como dice el artículo de Maestre: “El desastre absoluto de la izquierda a la izquierda del PSOE tiene nombres propios y nadie tendría que evadir sus responsabilidades… No importa la repartición de culpa. Por decencia y responsabilidad ambos tendrían que irse y con ellos toda la camarilla que han medrado durante años para poner a los suyos y quitar a los otros”.

Efectivamente creo que deberían asumir su fracaso –especialmente Pablo Iglesias− y convocar un congreso o una asamblea de su organización para presentar su dimisión y que los afiliados debatan la línea a seguir. Pero también pienso que es demasiado cómodo por nuestra parte buscar unas cabezas de turco y cargar sobre ellas todas las responsabilidades. Tienen una gran responsabilidad, no cabe duda, pero ¿toda? El partido popular llevaba muchos años gobernando en Madrid antes de que Podemos saliera la palestra. No habían aparecido Iglesias y Errejón y ya Izquierda Unida arrastraba una vida cada vez más irrelevante. Y no digamos los numerosos grupos de izquierda radical existentes a lo largo de todos estos años.

 Además, en el mundo globalizado en que vivimos hoy, sería una mirada muy miope si la pusiéramos sólo en nuestra región. ¿Podemos achacarle a Pablo Iglesias y a Errejón la situación de la izquierda en Italia o en Hungría, o en Austria? ¿Han aupado a Marine Lepen en Francia? ¿Han tenido algo que ver con el triunfo de Bolsonaro en Brasil, o Macri en Argentina? ¿Nos quedamos tranquilos con descargar la responsabilidad de lo acontecido en Madrid sobre los hombros de unas personas concretas? ¿No se nos ocurre pensar que algo falla en el discurso de la izquierda en todo el mundo?

Entre nuestros políticos se dan ambiciones personales y egos muy intolerantes, pero creo que hay algo más. Las proverbiales divisiones de la izquierda ¿se deben solamente a las ambiciones personales? ¿No habrá también una tendencia al dogmatismo que impide gestionar convenientemente las diferencias? Somos herederos de unas corrientes de pensamiento que defendían el socialismo científico, y lo científico tiene poca discusión. ¿No pensaremos que  nuestras ideas son científicas y tampoco tienen discusión, y por tanto veremos las opiniones discrepantes como desviacionismos inaceptables? ¿Somos capaces de ver las divergencias como posibilidad de enriquecimiento y las debatimos con mentalidad abierta?

Durante mucho tiempo se ha dicho que inevitablemente se agudizarían las contradicciones del capitalismo y eso abriría paso al socialismo. Las contradicciones se han agudizado de una manera intolerable, pero lo que se ha abierto paso es la extrema derecha. Eso de que “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo” pasó a la historia. Hoy es un renovado fascismo el que recorre Europa, y no como fantasma, sino como una amenaza muy real.

La evidente debacle general de la izquierda en el mundo no se puede atribuir sólo a fallos personales. Algo muy de fondo está fallando. Pero resulta más fácil y cómodo buscar chivos expiatorios que realizar una seria autocrítica. Porque, a lo mejor, en esa autocrítica tendríamos que cuestionarnos ideas muy arraigadas y despojarnos de viejas certezas, para empezar a construir sobre cimientos nuevos.

Se tribuye a Einstein la afirmación de que es absurdo hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. La humanidad, a la que el capitalismo lleva al desastre, necesita imperiosamente que la gente que no aceptamos este mundo irracional e inhumano, los que nos consideramos de izquierdas, acertemos con el camino para lograr el cambio de rumbo. Va en ello el porvenir del género humano.

 

 

2 comentarios

  1. Querido Luis Ángel. Yo no puedo hacer una “autocrítica” del PSOE porque no soy ni he sido nunca del PSOE. Una crítica a la derechización del PSOE muchos llevamos haciéndola desde los tiempos de Felipe González. A mí lo que me preocupa es que ese sector de la sociedad que seguimos pretendiendo una superación del sistema capitalista, logre hacerlo. Y parece claro que hasta ahora todos los esfuerzos realizados en ese sentido no han dado resultado. A lo que yo invito es a reflexionar sobre los caminos que hemos seguido para lograr esa superación, y si nos parece que por ellos no hemos conseguido nuestro objetivo, busquemos caminos nuevos
    Un abrazo

  2. De acuerdo en casi todo, hermano Antonio, pero no habría estado de más en tu reflexión, alguna palabra de autocrítica al PSOE, que hace mucho que dejó de ser de izquierdas (como dirigentes claro, que en sus bases queda aún muchos socialistas de verdad).
    Entre otras cosas porque en la comunidad de Madrid, donde tú vives, el PSOE con Pepu, perdió muchos más votos que la suma del desastre de Carmena y Sánchez Mato, que ni sumando todos sus votos, hubieran parado a la derechona del trifachito madrileño.
    Saludos fraternos

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