Comunicado: Memoria Histórica tomada en serio.

Memoria Histórica tomada en serio.

Evaristo Villar.

Por mediación del abogado español Manuel Ollé, que dedica largas temporadas de trabajo en apoyo a la Comisión de la Verdad en Ecuador y que tuvo la gentileza de gestionar y de acompañarme en la entrevista, tuve ocasión de encontrarme con el fiscal Fidel Jaramillo, encargado de la Memoria Histórica en ese país. Por lo que tiene de emblemático para nosotros, me interesó mucho el proceso que están siguiendo en Ecuador.

El encuentro tuvo lugar en el marco del III Encuentro Latinoamericano “Fe y política”, celebrado en Quito durante los días 28 al 31 de agosto de 2013, del que doy cumplida referencia en la revista Éxodo 121 (2013).

Para un ciudadano español,  conocedor del frenazo en el reconocimiento e identificación de las víctimas del lado republicano durante la guerra civil y el franquismo —hasta el punto que la ONU se ha visto obligada a denunciar recientemente esta situación—, Ecuador, que  hasta finales  de los 80 también  tuvo que pasar por la amarga experiencia de la represión y muerte. Es actualmente un lugar paradigmático. Así se lo hago saber al fiscal Jaramillo:

Bueno, aquí en el Ecuador, el presidente Correa, que asume el poder en 2007, crea por decreto en ese mismo año  la Comisión de la Verdad. Su cometido  no es otro que investigar los hechos ocurridos durante el gobierno de Febres-Cordero, entre el 1984 y 1988. Posteriormente la investigación  se alargó hasta los crímenes contra los Derechos Humanos posteriores al 1988. Y el enorme trabajo realizado por la Comisión se ha recogido en un voluminoso informe llamado “Sin verdad no hay justicia” que registra 140 casos  de violaciones de los Derechos Humanos,  que implican a más de 500 víctimas. Todo este material ha obligado a la Fiscalía General del Estado a crear una unidad especializada de fiscales,  destinada a investigar jurídicamente estos casos.

Como director jefe de esta unidad especial, ¿qué eco crees que está teniendo esta Comisión?

 Es una parte de la Fiscalía General. Esta consta de ocho direcciones generales, una de las cuales es esta nuestra,  la Dirección de la Comisión de la Verdad,  que trabaja en relación directa con el Fiscal General. Esto significa que la Memoria Histórica se considera un quehacer de Estado.

¿Puedo preguntarte por el número  de  personas que trabajáis en esta unidad?

Somos cinco equipos de fiscales con tres personas cada uno. Contamos, además, con tres profesores expertos en  análisis   sociopolítico, estructural y represivo de la época.

Si tuvieras que referirte a alguna represión especial,  ¿cuál señalarías?

Casi todos los casos comienzan con una detención arbitraria acompañada de tortura. Una tortura que va desde la violencia sexual hasta el asesinato o ejecución extrajudicial. Y, en algunos casos, la desaparición forzada de la víctima.

¿Por ejemplo?

Podría señalar, por más conocido, el caso de Los Hermanos Restrepo. Dos niños ecuatorianos, de padres colombianos, de 13 y 17 años,  que fueron detenidos arbitrariamente sin otra sospecha que la de su apellido colombiano. Durante la tortura se les fue la mano y murió el mayor. Y para que el menor no hablara, lo mataron y lo hicieron desaparecer. Actualmente estamos desenterrando este caso.

Es también muy llamativo el caso de Arturo Jarré, un dirigente guerrillero que, para financiar la guerrilla, participó en varios atracos a bancos. Por este motivo estaba siendo perseguido en Ecuador. Huyó a Panamá. Pero la inteligencia ecuatoriana logró detenerle y, ya en Ecuador, lo hizo desaparecer. La razón oficial que se dio ha sido escuetamente esta: murió en enfrentamiento a balazos con una patrulla. Así las cosas, después de 20 años resulta que el agente que lo detuvo en Panamá oyó por radio esta versión y, en confesión hecha al P. Conrado Sanjú,  de Panamá, le manifestó que él lo había entregado vivo a Ecuador. Analizados sus restos por el forense,  se advierte que los más de 10 balazos que se registran en su cuerpo nada tienen que ver con una persona que se enfrenta a balazos con una patrulla. Fue ajusticiado sin más y enterrado. Es un caso del modo de actuar: se eliminaba a la gente por el hecho de ser y pensar de modo diverso  al oficialmente  establecido.

Al constatar la satisfacción que mostraba el fiscal Jaramillo,  rescatando la memoria de  víctimas inocentes en Ecuador, me preguntaba yo si y cuando vamos a poder disfrutar en España de una sensación similar.  Y me iba creciendo la esperanza de que, más bien pronto que tarde  —y contra todo fanatismo e irracionalidad— este momento irrenunciable no se puede hacer esperar…

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