COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES ANTE EL DOCUMENTO “TEOLOGÍA Y SECULARIZACIÓN EN ESPAÑA”, DE LA CEE

Coordinadora Estatal de Comunidades Cristianas Populares

 La coordinadora estatal de Comunidades Cristianas Populares (CCP), reunidas el pasado 1º de Mayo en Murcia, ante el documento que la Conferencia Episcopal 58 Comunicaciones 3Española(CEE) ha publicado con motivo de los 40 años del Vaticano 11, y una vez que se nos ha solicitado nuestra opinión desde el periódico de mayor tirada nacional, quiere hacer pública su discrepancia contra el ataque injustificado que los obispos españoles lanzan contra los muchos y diversos grupos cristianos de base, teólogos progresistas, centros académicos, medios de comunicación y editoriales que hay en nuestro país. Revindicamos nuestro derecho a disentir y a pensar de manera crítica con respecto a la Jerarquía, pues pensamos que por el hecho de pertenecer a la Iglesia, podemos expresarnos, entender de otro modo las cosas y exigir desde otro modelo que creemos más evangélico.

En cuestiones de forma y procedimiento es bueno comenzar por algo que casi nunca trasciende de las asambleas plenarias y que González Faus -reconocido teólogo español donde los haya- nos ha desvelado en su artículo ¿Patinazo pastoral? (Atrio, 8/5/2006). Y ello porque no es baladí que 16 obispos no aprobaran el texto y que por ello se haya presentado como Instrucción Pastoral y no como lo que es, un documento doctrinal. Claro para la primera fórmula no necesitan ni la amplia mayoría ni la autorización de Roma. Igual que el obispo Echarren, cuando se intentó publicar hace 20 años un documento similar, se preguntaba si «¿no deberíamos comenzar por examinar qué culpa tenemos nosotros los pastores en que tanta gente se aleje de la lglesia?» alguien se cuestionaba esta vez diciendo «¿no deberíamos preguntarnos si algunas actuaciones nuestras como la defensa sin matices de la COPE o la presencia selectiva en manifestaciones, alejan a la gente de la Iglesia, más que las voces críticas de algunos teólogos?»

El documento en cuestión, presentado por los obispos el pasado mes de abril, es largo y farragoso, para ser una simple instrucción (18 páginas de texto y hasta 200 notas aclaratorias). No va dirigido al gran público, que ya pasa de estos temas, pero tampoco al conjunto de creyentes, porque la inmensa mayoría ni lo entiende ni lo soporta. Pensamos que se trata más bien de un documento para sacerdotes y teólogos, como aviso de navegantes. Y siempre teniendo muy a la vista la Congregación para la Doctrina de la Fe a la que se cita más de 60 veces y en la que acaba de entrar monseñor Cañizares

A medida que se va leyendo el texto, es difícil superar el desaliento y la desesperanza. El documento rompe todos los puentes de diálogo con la cultura moderna, con otras religiones, con otras confesiones cristianas y hasta con otros sectores católicos medianamente críticos. Desde esta perspectiva, su lectura es desoladora, sobre todo en los números 48-51 del documento y en otros muchos donde lamentan «el disenso» en tantas manifestaciones y afirman que estos fenómenos provocan desconcierto en un sector de creyentes. Hubiera sido muy acertado manifestar también la preocupación hacia otros sectores que se alejan de la Iglesia precisamente porque la ven incompatible con un mínimo espíritu crítico.

Pensamos que los obispos se encuentran desbordados y asustados porque cada día son más incapaces de controlar al personal; porque va aumentando el número de seglares, mujeres y hombres, que estudian teología y que pueden hablar de estos temas con conocimiento de causa y sin control institucional, y porque sigue creciendo el número de personas inquietas, que se interpelan y buscan, leen y discuten, reformulan su fe cristiana y la proponen públicamente a los demás como instrumento de reflexión y debate. Por añadidura los obispos ya no controlan buena parte de las publicaciones religiosas.

Ante esta situación, la respuesta de los obispos es el enroque. Se atrincheran en lo que siempre se ha dicho. Vuelven a remachar las verdades de fe como formulaciones absolutas e inmutables. Por supuesto, se confirma la estructura jerárquica machista, excluyendo a la mujer, y, además, por voluntad divina. Se reitera la fijación casi 58 Comunicaciones 4obsesiva en los temas de la sexualidad, etc. Ningún resquicio para dejarse interpelar por los rápidos y profundos cambios sociales. La culpa es siempre de los demás, sean de dentro o de fuera.

También queremos hacermos eco de los profesores jesuitas José Mª Castillo y Juan Antonio Estrada -a quienes se cita en la nota 133-, que fueron expulsados de su cátedra de teología hace ya más de 15 años y hasta la fecha no se les ha dado la mínima razón que justificara una decisión tan extrema. Desde aquí manifestamos nuestro respeto, nuestra admiración y nuestro cariño. Y queremos dejar muy claro que ellos, como otras muchas personas que se encuentran en «entredicho episcopal», siguen alimentando nuestra fe cristiana y siguen estimulando nuestra esperanza.

Con todo, lo que más nos sobrecoge, entristece y preocupa del documento episcopal es su absoluto silencio sobre la realidad social en la que estarnos imnersos: la exclusión social, la inmigración, el paro, la opulencia y el hambre, la injusticia estructural, etc. Todo ese mundo de sordidez y esperanza donde Jesús de Nazaret se esforzó en insertar el Reinado de Dios. De todo esto… ni una sola palabra. Aquí es donde llegan al máximo el desconcierto y la desolación. Vemos a nuestros dirigentes incapaces de dar respuesta a las nuevas situaciones, sin creatividad ni capacidad de ilusionar, oficiando ceremonias litúrgicas de gran boato y riqueza, procesiones, romerías, actos de populismo religioso … al amparo de los grupos religiosos más conservadores y apoyando explícitamente a los grupos políticos que representan al capitalismo de la derecha más feroz.

Por fortuna, para quienes seguimos enganchados con el mensaje evangélico, los hechos y las palabras de Jesús mantienen su interpelante sencillez y su cautivadora fascinación. El manantial sigue ahí, cristalino y borbotante, para quien quiera beberlo.

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