COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES
Las Comunidades Cristianas Populares nos hemos ocupado del problema vasco en varias ocasiones. El 14 de abril de 2002 decíamos :
«Opinamos que no debe haber leyes especiales para la ilegalización de partidos políticos, ni de sindicatos, ni de ONGs, ni de asociaciones ciudadanas de cualquier tipo. Basta con las leyes civiles y penales existentes y con los jueces ordinarios para combatir el crimen». Se dio la ley especial. Ilegalizaron el partido, pero no suspendieron a los parlamentarios y los concejales, ni tocaron para nada sus derechos de parlamentarios, de asociación y reunión. Dieron orden al Presidente del Parlamento para que disolviera el grupo. Se negó y también la Mesa, y se querellaron contra él y los que habían votado «NO».
Ahora reforman el código penal y establecen por primera vez en la democracia el delito político: el delito de referendum ilegal castigado con tres a cinco años de cárcel, o de financiación ilegal, con la misma pena.
En enero de 2003 escribíamos : «Las Comunidades Cristianas Populares estamos muy alarmadas por la política de frentes que llevan los partidos políticos en la Comunidad Autónoma Vasca y la estrategia de enfrentamiento entre el poder central y el poder autonómico, que está incubando un enfrentamiento civil. El objetivo de toma del poder por la victoria en unas elecciones se identifica de manera confusa y torticera con el objetivo de erradicar el crimen».
Tendrían que empezar reconociendo todos lo que es obvio, que en Euskal Herría hay un problema político y que este problema político no se resuelve con medidas policiales, ni judiciales ni represivas. El PP ha defendido siempre que empleará todos los medios que le otorga la Constitución. La Constitución le otorga el poder de disolver la Autonomía y poner un Estado de excepción. También afirma que una de las funciones del ejército es preservar la unidad nacional. Creemos que ni disolver la autonomía, ni mucho menos meter el ejército, resolvería el problema.
Los problemas políticos deben resolverse políticamente. Y para resolverlos hay que discutirlos, dialogarlos y llegar a acuerdos. Cuando una comunidad está dividida por religión, raza, lengua o cultura, la única solución es un acuerdo en que las partes cedan algo. El Líbano, por poner un ejemplo, fue la Suiza de Oriente Próximo cuando hubo acuerdo, por absurdo que parezca: el presidente islámico y el poder repartido entre ortodoxos, maronitas, cristianos y judíos. Se rompió el equilibrio y vino la guerra y el caos en que todavía persisten.
Creemos que el Partido Socialista e Izquierda Unida tienen una gran responsabilidad por su condición de puentes, que ya han ejercido en otras ocasiones.
Creemos que es necesario romper los frentes, el nacional y el nacionalista, y propiciar el diálogo y el acuerdo. Desde los abertzales, lo está intentando Elkarri, y desde los nacionales, Izquierda Unida y algunos socialistas.
Y no digan que no se puede llegar a acuerdos porque otras veces se ha llegado.
Y si hay que cambiar la Constitución, se cambia.