La fiesta es “la nueva ilusión que se vive”.
José Luis Pascual
Alcalde de Trabanca, Salamanca
En un pueblo como Trabanca, de 270 habitantes, situado en el noroeste de la Provincia de Salamanca, en plena frontera con Portugal, cuando llega el verano, supone algo más que una estación nueva.
En la mayoría de los pueblos pequeños de nuestra geografía el verano supone una alegría para los que en ellos vivimos, puesto que nos vamos a encontrar con muchas de nuestras amistades de la infancia o la juventud, amigos y amigas que en su día tuvieron que irse del pueblo en busca de un futuro, ni mejor ni peor, si no sencillamente con un camino más allanado para tener futuro.
En Trabanca, la llegada del verano, supone algo más.
Hoy por hoy la gente de nuestro pueblo que vive en otras ciudades, cuando llega el verano y regresa a su pueblo, a nuestro pueblo, regresa sobre todo a ser partícipe de una nueva ilusión que se vive, con una intensidad como nunca, en verano. La fiesta del verano consiste en vivir la experiencia de esta nueva ilusión.
Regresan a un pueblo, lleno de vida, lo que le faltaba cuando ellos se fueron; regresan a un pueblo cargado de nuevas ilusiones, lo que añoraban cuando ellos se fueron; regresan a un pueblo cargado de nuevas oportunidades para los jóvenes, lo que soñaron antes de irse; pero sobre todo regresan a su pueblo, al pueblo que todos soñábamos, un pueblo lleno de vida, lleno de gente joven inquieta y atareada, a un pueblo hasta con un poco de estrés, un pueblo en definitiva vivo.
Trabanca, actualmente, aglutina en el verano la representación del ideal de pueblo con futuro que todos deseamos, un pueblo de dimensiones que permiten la cercanía y el buen vivir de donde nos conocemos todos, pero a la vez un pueblo de incipiente movimiento y generación de actividades, económicas, culturales, sociales, educativas, lúdicas . . ., (Mercadillo portugués de cada primer domingo de mes, Feria Agroalimentaria, Feria Internacional de Artesanía, Feria Internacional de Artes escénicas, Muestra de Teatro, Centro tecnológico, Pueblo wíreless a través de satélite, . . . )
Todo esto se ha conseguido y tiene la base del éxito en algo tan sencillo pero tan difícil de conseguir, en la ilusión.
El verano desde el Ayuntamiento lo hemos tomado desde un principio como una época en la que se debía de aglutinar los esfuerzos por generar nuevas oportunidades de hacer sentir vivo a nuestro pueblo; y, desde esa premisa, empezamos a generar nuevas actividades, que lejos de ser meramente lúdicas, conllevarán un nuevo compromiso para los habitantes a la vez que en ellos mismos se genera la ilusión de sus propios logros; no es cuestión de tener fiestas de puro entretenimiento en el momento que más gente estamos, sino de sentar las bases sobre las actividades de las que todos nos sintamos orgullosos.
En Trabanca, en pleno mes de agosto, a las 7 de la mañana del día 15 de agosto, se puede contemplar uno de los espectáculos más deseados de ver en un pueblo, cualquiera puede contemplar un devenir de personas, decenas y decenas de personas, encaminándose al recinto ferial, a las 7 de la mañana de un día de fiesta a participar en la limpieza, voluntaria, de la Feria Agroalimentaria Arribes del Duero, una feria de miles de metros cuadrados de stands, que son puestos a punto por las personas de nuestro pueblo, tanto residentes como los que se tuvieron que ir en su día, y lo hacen con la alegría que a todos les da el ver un pueblo que “tira” para adelante mirando al futuro de frente, un pueblo que ve cómo por cada feria pasan miles y miles de personas, y al final del trabajo siempre dicen, quién nos lo iba a decir que nuestro pueblo, lo veríamos como lo vemos.
Lo que aquí hemos hecho es que una época que siempre fue festiva y de alegría por ver a los amigos, la hemos convertido en una época en la que la gente sueña con conseguir que el que no quiera no se tenga que ir, hemos conseguido que al final sea la época por excelencia de Trabajo, trabajo por el pueblo, pero trabajo realizado desde las ganas de sentirse vivo. La fiesta del encuentro toma forma de compromiso.
Y al final, incluso cuando los más niños regresan a nuestro pueblo a pasar las vacaciones de verano, a corretear por nuestras calles sin la preocupación de sentirse acechados por el peligro de la ciudad, y con la libertad que sólo un pueblo da, en ese momento cuando compruebas que sus padres se ponen a pensar y soñar despiertos sobre la posibilidad de que sus hijos vuelvan a tener futuro en el pueblo que vio nacer a sus padres, en ese momento, probablemente compruebo que yo también estoy soñando, pero cada vez ese sueño está más cercano, y además en Trabanca un día nos despertaremos y veremos que no sólo era un sueño.