Entrevista a Pepa Torres. La misión por una vida más humana para todas.

Por Luis Ángel Aguilar Montero

@luigiaguilar .

Pepa Torres

Me vais a permitir que, haciendo una excepción a las muchas entrevistas ya realizadas que creo justificada, hoy me extienda en la presentación de esta mujer que, además de religiosa, es teóloga, filóloga, profesora y educadora social. Combina milagrosamente la docencia y la investigación teológica, con su implicación en diversos movimientos sociales y con el acompañamiento a colectivos y personas comprometidas en los mundos de la exclusión, los feminismos y las luchas migrantes.   

Conocí a Pepa Torres (Mª José Torres Pérez) en una humilde casa del barrio periférico de las 500 viviendas de Albacete, siendo ya religiosa de la Congregación de las Apostólicas del Corazón de Jesús, a la sazón casa de formación nacional de dicha congregación seglar. Después, sin dejar su compromiso por un momento, todo fue un no parar.

Licenciada en Filología Hispánica por la UAM y en Teología por la de Comillas, Educadora Social, Profesora invitada en el ISPM de la Universidad Pontificia de Salamanca, donde trabaja actualmente, y miembro del Consejo Asesor de la Cátedra de Teología Contemporánea José Antonio Romeo, de Madrid.

Teología en las periferias. De amor político y cuidados en tiempos de incertidumbre (2020), Decir haciendo. Crónicas de periferias (2017) y Cartas a Francisco (2017) son algunas de sus últimas publicaciones. Y los premios de Alandar por la defensa de los derechos de las personas migrantes (2019) y del Consejo Municipal de AB por la creación de la Coordinadora Prisión y Sociedad, en defensa de los derechos de las mujeres presas (2000), han sido algunos de sus últimos reconocimientos-

Actualmente es coordinadora de la Red Miriam de espiritualidad ignaciana femenina, miembro activo de la Revuelta de las mujeres en la Iglesia (Madrid), de la Asociación de teólogas de España y de la Asociación de Teólogas Feministas Europeas. Y vive en una comunidad intercongregacional en el madrileño barrio de Lavapiés, la cual dio origen a la Red Inter-Lavapiés, una red de apoyo mutuo contra las fronteras y la precariedad.

¿Cómo definirías el virus de lo inhumano y dónde lo ves más reflejado?

El virus de lo inhumano creo que tiene mucho que ver con la introyección en nuestras conciencias y en nuestra sensibilidad de los valores del neoliberalismo patriarcal que lleva a naturalizar que no todas las vidas valen lo mismo, y antepone el mercado, el extractivismo salvaje, la explotación de los cuerpos de las mujeres y las niñas y el propio cuerpo de la tierra a la dignidad y la sostenibilidad de la vida, especialmente de la más vulnerada.

El virus de lo inhumano lo veo reflejado también en las nuevas formas de colonialismo que empujan a migrar a millones de personas en el mundo y a jugarse la vida en el intento, en el racismo estructural, en los feminicidios y las múltiples formas de violencia hacia las mujeres: simbólica, económica, sexual. También en la aporofobia y en la emergencia de los neofascismos. Creo que en estos momentos éstas son algunas de las patologías más dañinas que es urgente abordar.

¿Qué vacunas propones contra el virus de lo inhumano? 

Es urgente despertar del sueño de la cruel inhumanidad -más que sueño, pesadilla- y ponernos un colirio en los ojos para hacernos conscientes, como dice Yayo Herrero, de que estamos sosteniendo un sistema que está en guerra contra la vida, porque atenta contra las bases mismas de su materialidad y se construye sobre el expolio del Sur global.

¿Vacunas eficaces?…

Hacernos conscientes de nuestros etnocentrismos y privilegios, y desobedecer los mandatos de esta nueva religión que se llama capitalismo, con sus dogmas: “sálvese quien pueda”, “consumo, luego existo”, “no hay nada que hacer”, etc.

Creo que es fundamental atacar el virus del individualismo posesivo, tremendamente unido a la falacia de la meritocracia. Es decir, la creencia de que cada uno tiene lo que se merece, lo cual cuestiona radicalmente el reconocimiento de los derechos humanos como universales y niega el derecho a tener derechos a personas, colectivos y pueblos. De este modo, se termina por otorgar legitimidad ética a la desigualdad, que acaba siendo concebida como justo reconocimiento al trabajo y al esfuerzo.

Otra consecuencia muy peligrosa de todo ello es la primacía de una ética emocional e inmediatista, incapaz de moverse en la lógica de los procesos a largo plazo, que son la única manera de conseguir realmente cambios personales, sociales y estructurales.

La vacuna que propongo es la conciencia de la ecodependencia y la interdependencia o, como dicen algunas culturas africanas, el “Ubuntu”: soy si los demás y las demás también son, lo cual nos urge a poner en el centro no los intereses individuales o privados, sino el bien común y la organización colectiva, la comunidad. 

¿Cuáles son las mutaciones previsibles y más peligrosas?

Creo que estamos viviendo en un tiempo axial en muchos sentidos y la Covid-19 ha venido a reforzarlo; estamos en una encrucijada epocal  importantísima. La actual crisis sanitaria y social ataca los cimientos mismos de nuestra vida, provocando no sólo una ingente cantidad de sufrimiento, sino un desastre económico que los poderosos intentarán aprovechar para recuperar sus privilegios; es urgente que los movimientos sociales no dejemos de plantearnos estrategias incisivas de organización comunitaria para resistir y proponer alternativas a esta vuelta de tuerca de la ofensiva neoliberal postpandemia.

Creo que nos hallamos también ante la encrucijada de hipotecar la viabilidad del planeta o cambiar radicalmente los modos de producción, consumo y convivencia. No es posible mantener un modelo basado en el crecimiento sostenido en el marco de un planeta con recursos finitos.

El hiperdesarrollismo, como nos está recordando trágicamente esta pandemia, no aumenta la esperanza ni la calidad de vida, sino el enriquecimiento de una pequeña minoría sobre las mayorías empobrecidas. No somos los dueños y dueñas de la tierra, sino que formamos parte de ella; por tanto, hemos de aspirar a que el cuidado, y no el mercado, esté en el centro de la vida y la economía.  

Desde que te conocí, ¿no ha sido siempre tu misión esa lucha por conseguir una vida más humana para todas las personas? 

Red Inter-Lavapies

Tengo la suerte de formar parte de una congregación religiosa con una opción muy clara por compartir la vida en las periferias, y desde que me incorporé a ella, he vivido siempre en barrios populares o marginales, participando en comunidades de base, asociaciones de mujeres, movimiento vecinal, la JOC (Juventud Obrera Católica), con personas presas y posteriormente con migrantes; y esto, reamente, me ha configurado la vida y le ha dado a mi fe un dimensión que es inseparable del compromiso con la justicia, con los derechos sociales y los feminismos.

Las periferias no son solo un lugar de acumulación de la violencia y la injusticia estructural del sistema, sino también un torrente de vida y solidaridad sumergida, un lugar de amistades incondicionales y complicidades a toda prueba. Son lugar de humanización y de revelación del Dios escondido en la historia, que nos urge a subvertirla colectivamente desde el cuidado y la responsabilidad con la vida más vulnerada.

La feroz explotación de la naturaleza y de sus recursos, ¿no es más grave que cualquier virus?

No solo es más grave, sino que está estrechamente relacionada. Como vienen denunciando desde hace décadas los movimientos ecologistas, sin la conciencia de eco e interdependencia, es imposible la sostenibilidad de la vida. Los actuales modos de producción y consumo nos están llevando al colapso climático, la degradación y desaparición de los ecosistemas, con lo que supone de destrucción de la biodiversidad y esto es muy grave.

La biodiversidad es determinante para constituir sistemas de protección con capacidad de reducir los riesgos de la zoonosis, es decir, la trasmisión de virus y otros patógenos de los animales a las personas, como ha sucedido con el caso de la Covid-19. Como señala Francisco en Laudato Si’, es urgente un cambio de rumbo. En este sentido, la crisis de la Covid debería tener un potencial educativo muy importante para no volver a la normalidad, sino para inventar juntos una nueva normalidad desde la perspectiva ecológica y sostenible, tanto en nuestros estilos de vida como en el fin de las políticas económicas basadas en el hiperdesarrollo, el extractivismo y el expolio de los recursos naturales en el Sur global, e incorporar en su lugar los principios de suficiencia y de decrecimiento.

Esta crisis debería ser una oportunidad para nuestra conversión ecológica hacia formas de vida más sostenibles basadas en la apuesta por lo comunitario y por las redes de cuidado en común.

¿Qué piensas del transhumanismo, las tecnociencias y la cibertecnología, y de su relación con la ética global? 

Valoro del transhumanismo su aspiración a mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana a través de las tecnologías, pero creo que el límite ético está en la medida en que sirva para humanizar la vida o para todo lo contrario.

La finitud, la vulnerabilidad, cuando se colectivizan, pueden convertirse en posibilidad y potencia y, desde mi punto de vista, son un dato antropológico importantísimo que tiene una enorme capacidad humanizadora de cara a la vida social y relacional. 

La aspiración a ser como dioses o a imaginar una humanidad sin límites creo que conduce a infiernos humanos construidos sobre víctimas, como desgraciadamente la historia nos lo ha demostrado. 

Hoy nos conectamos más, pero ¿nos comunicamos menos?

Es fácil estar conectados y conectadas, sobre todo según en qué lugares del mundo se viva; evidentemente, no es igual en una comunidad campesina de Angola que en un barrio acomodado de Madrid o Londres, pero estar comunicados es bien distinto. Hoy podemos engañarnos creyendo que la comunicación es tan accesible como poner un mensaje por las redes sociales o pinchar en una web de búsqueda de amigos.

La conexión o desconexión depende de un click del ratón; sin embargo, la comunicación tiene que ver con la capacidad de generar cauces para el encuentro. La comunicación requiere atención y respeto a la alteridad, requiere escucha profunda, requiere pausas, códigos adecuados según la diversidad de los o las interlocutoras y también, y esta crisis nos lo están demostrando, nada puede sustituir al “cuerpo a cuerpo” en el encuentro humano.

¿Y cómo podríamos ganar en humanidad?

Para ganar en humanidad en nuestra comunicación, creo que también es muy importante partir de la autenticidad y la transparencia, no hablar desde las ideologías sino desde los propios aprendizajes y relatos vitales. Nada nos acerca tanto a otros humanos y humanas como la experiencia. Ya lo dijo Santa Teresa de Jesús en su Libro de la vida: “No hablaré de nada que antes no haya pasado por mi propia experiencia”. Creo que éste es el mejor antídoto frente a los discursos vacíos a los que desgraciadamente estamos ya tan acostumbrados y acostumbradas.

Pues muchísimas gracias, Pepa, por tanta erudición, claridad, experiencia y fe. Todo un orgullo, para todas y todos, poder hacerte y ofrecer esta entrevista, y todo un lujo para la revista UTOPÍA, en la que tú misma colaboraste una temporada, como hoy sigues haciendo en las revistas hermanas de Éxodo, Cristianisme i Justicia, Alindar y Fe Adulta. Y gracias también por ese último libro tuyo, Teología en las fronteras, cuya recensión ofrecemos más adelante.

5 comentarios

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  1. Sí Luisa y participantes,educar a un corazón sinérgico he aquí la asignatura pendiente para pasar el único examen importante “Ser o no ser…con”.

  2. Me encanta todo lo que hace y dice esta mujer. ¡¡Es extraordinaria!!

  3. También puedes encontrar esta entrevista con más enlaces y fotografías en el blog del propio autor, “La terca utopía”:
    https://latercautopia.com/entrevista-a-pepa-torres-espiritualidad-interreligiosa-y-compromiso-social-en-lavapies/

  4. Gracias Teresa, pero las felicitaciones no son tanto por la entrevista cómo por la profundidad de sus respuestas, qué son pequeñas tesis teologicas y de vida.
    Ahí seguimos trabajando por la utopía.
    Gracias a quién es leyendola y difundiendola,
    la hacéis posible

  5. Excelente entrevista a una mujer como Pepa que pone en práctica lo que dice.

    Referencia de coherencia y generosidad.

    ¡Felicitaciones!

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