Entrevista: Pilar Iglesias.

Pilar Iglesias.

Por Luis Pernía.

La conocí en el proyecto “Ahora en común Málaga” y me llamó la atención su perfil de mujer independiente y militante activa del feminismo, pero sobre todo su contagioso entusiasmo de que la situación política se puede cambiar.  Desde muy joven en la JIC creyó firmemente en la igualdad de mujer y hombre, de tal manera que quiso ser educadora para trasladar ese ideal de igualdad a todos los ámbitos posibles. Trabajó mucho para ser educadora y llegar a ser Doctora en Igualdad de Género. Actualmente pertenece a la ASOCIACION DE MUJERES FEMINISTAS PUNTOS SUBVERSIVOS y es trabajadora activa en el “Informe Sombra” de CEDAW (Convención para la Eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres), de Naciones Unidas. Hay que saber que es uno de los tratados internacionales de derechos humanos de Naciones Unidas más operativos en la conquista de la igualdad de oportunidades y de trato entre mujeres y hombres, siendo considerada como la carta internacional de los derechos humanos de las mujeres.

¿Cómo comenzó tu recorrido hasta llegar a esta utópica candidatura de la Unidad Popular?

En realidad, ha sido una vocación desde siempre, en el hilo  feminista conductor de mi vida, en la educación en valores, en la educación por la paz, en la colaboración con muchas asociaciones, hasta terminar en el grupo coordinador de esta iniciativa “Ahora en común Málaga”.

Vivimos momentos de grave emergencia social. Los poderosos, aprovechando la crisis financiera, están imponiendo un modelo cercano a la esclavitud, destruyendo derechos y privatizando servicios básicos. La crisis ha sido la coartada para utilizar los recursos públicos en el rescate del sistema financiero. Es cierto que estamos en crisis, pero ésta es de valores.

Pero el 15 de mayo de 2011 resurge la contestación; cientos de miles de personas se reúnen en las plazas bajo el grito común de “no nos representan”. Ese clamor de rebeldía no cayó en saco roto y se forjaron nuevos movimientos sociales como expresión popular de lucha contra los recortes y para mantener los derechos.

Los movimientos sociales han sido durante estos cuatro años la llama de la lucha por una sociedad más justa, han sido la mejor expresión de unidad popular. El  aire fresco que trajo el 15M potenció la lucha social a través de movimientos populares unitarios, posibilitando la formación de candidaturas de convergencia para las municipales de mayo de 2015.

Allí donde esta convergencia ha sido posible, gracias a la participación y el protagonismo ciudadano, la derecha corrupta ha sido desalojada de los ayuntamientos: Barcelona, Madrid, Zaragoza, A Coruña, Santiago… Lamentablemente, en otras ciudades el proceso de unidad fracasó, posibilitando que la derecha siga en los ayuntamientos.

¿En el movimiento feminista habláis de pactos de mínimos?

Efectivamente, así es nuestro modo de proceder para avanzar. Y creo que ante las elecciones generales debemos convertir el clamor popular en una suma de voluntades. Es la hora de sumar, de aceptar la riqueza de la pluralidad y la diversidad, de abandonar las posiciones excluyentes y prepotentes.

La prepotencia no es buena compañera para este viaje a la unidad popular, y sospecho que cuando los medios de comunicación, que están en manos de los poderosos, encumbran a un grupo, aunque sea contestatario, es por alguna razón escondida.

Hay que buscar caminos más sencillos, incidiendo en la ciudadanía activa, como fue la Marea blanca o el Tren de la libertad.

¿Cuál es el eje de esa unidad popular?

No cabe duda de que es colocar a las personas en el centro de la vida, frente a un sistema que ha colocado a los mercados como centro de todo. Un sistema que se  sostiene sobre el patriarcado y la exclusión de numerosas personas.

Todo el trabajo de la unidad popular es intentar que el ser humano sea el eje sobre el que  articular las propuestas. Esto hace pensar en una agenda de mínimos, como sería el feminismo, pues la mitad de la población (las mujeres) están viviendo bajo criterios patriarcales que se manifiestan en las brechas salariales, en las jornadas que nunca terminan, en las lecturas misóginas de los medios y muchas instituciones, etc. La marginación atraviesa todas las estructuras; en nuestro país se comenzó a paliar la situación con la llegada del PSOE, donde algunas de sus mujeres hicieron tomar conciencia del problema e hicieron propuestas; más tarde las haría también IU. En esta agenda estarían también el corregir las desigualdades sociales que claman al cielo y que hacen cada día mayor la brecha entre pobres y ricos. Habría que tocar también en esas urgencias los temas de salud, educación y ayudas sociales, de las que muchas personas han sido excluidas.

El eje, pues, de la unidad popular es el cuidado de las personas, la inclusión de todas las personas, con todos sus derechos y con todas sus diferencias.

Si, digamos lo que digamos, nuestras políticas las deciden otros gobiernos en Bruselas, entonces ¿de qué sirve la democracia?, ¿de qué sirve votar?

Sirven muchísimo. Pero si estamos concienciados. Porque si no estamos concienciados, entramos en un peligroso desdén, un desdén que es aprovechado por el poder para llevar el agua a su molino.

Es muy importante en este sentido tomar conciencia, frecuentar el contacto y las redes con los pueblos de la UE para poner en común nuestros problemas y no hacer compartimentos estancos.

Hay que tener claro que el mantra de “no hay salida” es utilizado hábilmente por los poderosos para anestesiarnos. Cuando una persona asume esto, el poderoso ya no necesita nada.

Esta sociedad nuestra, multicultural y en creciente desigualdad social, no se siente políticamente representada (“no nos representan”). ¿Dónde está el fallo?

Las distintas estructuras de poder nos ocultan herramientas indispensables para conocer lo que está pasando. Pero existen herramientas para desenmascarar la tramoya política, incluso a nivel internacional.  En el caso de nuestro “Informe Sombra” de CEDAW,  sobre el convenio de Naciones Unidas contra la discriminación de la mujer, nosotras hemos denunciado al gobierno español por incumplir las normas que él mismo ha estipulado.

Que los poderes financieros y económicos dominan a los políticos y sociales es una evidencia. Nuestro trabajo es conocerlo y buscar los medios para que esa intromisión  no esté descontrolada. Ése es nuestro trabajo, nuestro compromiso: abrir los ojos, desenmascarar la farsa, porque, desde luego, la TV no lo va a hacer.

Un reciente informe de Intermón-Oxfam afirmaba que las élites económicas tienen secuestrados a los gobiernos y parlamentos. ¿Qué piensas de ello?

Es cierto. Los mercados son el rostro invisible que domina todo: una estructura sin rostro, anónima, como un Gran Hermano que nos dirige. Precisamente, ese anonimato deja más vulnerable a la gente, porque te están torturando y no puedes identificar al torturador.

Para atajarlo no existe otro camino que el empoderamiento de la ciudadanía. Y de ahí la urgencia de la unidad popular. Sólo desde la unidad popular podemos multiplicar y disponer de las fuerzas necesarias para recuperar la democracia.

Si el capitalismo es el mayor de los fundamentalismos, ¿cómo luchar contra él o estamos ya de salida vencidos?

El capitalismo no es sostenible, es un sistema fracasado, pero que va a dar mucha guerra hasta que sucumba. Rosa Cobo, profesora de filosofía feminista, dice que “estamos al final del capitalismo y del patriarcado, pero el final se vuelve enormemente violento”. Una violencia que  primero se vio en América Latina y ahora se está viendo en Europa, como es el caso de Grecia.

Frente al desenfreno suicida del capitalismo, lo que hay que reclamar es un poco de sentido común. Bastaría, en efecto, poner la Declaración Universal de los Derechos Humanos sobre la mesa y afirmar con suficiente energía que sólo es cuestión de cumplirlos.

¿Qué dices de la magia de la ley d´Hont, que,  a través de la Ley de reforma Política basada en el modelo de circunscripciones provinciales en proporcionalidad corregida,  en 1977 convirtió los votos de una minoría en una cámara dominada por las derechas?

La Ley d´Hont es una de tantas cartas que ha perdido la democracia. Hay que reconocer que los dos grandes partidos, PP y PSOE, han cometido una gran injusticia y han roto la democracia.

Habría que luchar en dos frentes. Uno, institucional para cambiar esa ley, y otro, de movilización ciudadana.

Nuestro esfuerzo debe ir dirigido, como ya lo fuera en los años setenta, a cómo componer ese frente amplio y caótico de luchas en un proyecto político coherente y alternativo,

A qué se debe esa extraña escisión entre la vida cotidiana y sus asuntos mundanos (fijada arquetípicamente en los derechos) y la forma en que estos derechos se ejercen y se organizan en común.

En el feminismo lo personal y lo político van unidos. Esa es la coherencia. Tenemos que conjugar los derechos personales con los comunitarios. Tarea que no es fácil; de ahí la importancia de la educación y la sensibilización.

Desde siempre las capacidades del Estado resultan de juegos políticos regulados por reglas imperfectas, frecuentemente no respetadas, en los que participan una variedad de actores con prácticas de confrontación y cooperación. Los déficits cognitivos, la reducida profesionalización, los pobres diagnósticos, la escasa consideración de alternativas y el reducido diálogo institucional con actores sociales provocan deficiencias técnicas en el diseño de las políticas y dificultades para la conversión de valores, objetivos y acciones en impactos significativos y valiosos. De ahí la necesidad de la responsabilidad, rendición de cuentas y control que la ciudadanía debe asumir si quiere que las cosas cambien.

El sueño europeo ¿es acaso una pesadilla? Porque nos hemos convertido en un país periférico, endeudado y en el segundo lugar del ranking de desigualdad social dentro de la UE.

Tengo que decir dos cosas. La mala es que desde que España entra en la UE es obligada al sacrificio de su tejido industrial y agrícola para ser convertida en un país monotemático dedicado al ladrillo y al turismo. El ladrillo ya fracasó, veremos lo que dura el turismo. Efectivamente, en este sentido el sueño europeo se ha convertido en una pesadilla.

Pero también existen herramientas a nivel europeo para cambiar las cosas como es el mencionado “Informe Sombra” CEDAW dentro del contexto europeo para atajar la violencia de género y hacer propuestas de igualdad.

Danos una palabra de esperanza. ¿Hay alternativas al capitalismo?

Creo que las hay; es cuestión de labrarlas cada día persiguiendo la utopía, como diría Eduardo Galeano. Evidentemente, es cuestión de tiempo, de esfuerzo y de unidad popular. Y porque no me quiero ir por las nubes, recuerdo eso de que pequeñas acciones, hechas por pequeña gente, en pequeños lugares, hacen cosas grandes. Es lo que dice la antropóloga Margaret Mead: “un pequeño grupo puede transformar el mundo”. Producción local, consumo local y todo lo que favorezca los sistemas abiertos y de cooperación colectiva. Disminuir la dependencia de los recursos energéticos no renovables y la sobreproducción de materiales innecesarios, como son ahora los móviles, por ejemplo. Cambiar el enfoque de la moda de lo banal a lo responsable. Disminuir la dependencia del coche, favorecer el transporte público. Crear un salario mínimo mundial que impida la explotación de las personas. Controlar el marketing excesivo e invasivo. Trasladar el gasto de defensa a cubrir las necesidades básicas de las personas.

Para no alargar mi respuesta, no puedo dejar de poner en valor la educación en esta búsqueda de alternativas al capitalismo. Una educación para hacer personas libres, iguales, que previene la violencia, que sabe resolver los conflictos. Recuerdo aquella serie “Anillos de oro”, que de forma pedagógica, amable y respetuosa indujo a aceptar el divorcio.

Y claro que hay esperanza. Nuestra sociedad está rompiendo el cascarón, como diría H. Hesse, ansiando un mundo nuevo en el que vivir. Un pequeño atisbo de esto son el clamor y la rebeldía del pueblo que llama a candidaturas de Unidad Popular.  El sueño de la unidad popular, que parte de la idea de que sólo obteniendo una mayoría suficiente en las instituciones  se puede  dar un salto hacia adelante que  permita pasar de la defensa al ataque. Septiembre debería traer agua fresca en un verano que ha batido récord de temperatura.

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