La soberanía ¿reside en el pueblo?
El Principio teórico en el que se basan todas las concepciones de la democracia y que hoy tiene aceptación prácticamente universal como fuente de todo poder y autoridad, es que la soberanía reside en el pueblo. Esto es casi una Ley natural que ha reflejado gran parte de las Constituciones nacionales, las cuales recogen en su articulado esta declaración como principio fundamental. Concretamente nuestra Constitución, en su artículo 1.3 declara que “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.” Pero ¿esto es así, realmente?, ¿se cumple? Lamentablemente hemos de decir que no es así. Lo dice en su articulado pero ni se cumple ni garantiza los derechos que enuncia. La delegación necesaria de la soberanía, por parte del pueblo, a unos representantes, a través de las elecciones, acaba siendo una usurpación o imposición, que desvirtúa completamente el principio recogido por la Constitución y despoja al pueblo de su valor soberano, reduciéndolo al estado de comparsa en el juego político. En todo caso, esto es una negación de la soberanía del pueblo.
Y para completar la injerencia en la soberanía, una breve referencia a los mercados, que han llevado la usurpación de aquella a los límites más insospechados. Ha habido una usurpación del poder político y, por consiguiente, de la soberanía popular, a cargo del capital. De soberanos hemos pasado a esclavos, todo ello con la connivencia de la clase política, elegida por el pueblo y, ¿por qué no decirlo?, con el aplauso insensato de una parte de ese pueblo. Por ello creemos que se hace necesario caminar hacia un Nuevo Proceso Constituyente.
Tenemos que diferenciar entre soberanía y poder. La soberanía es el derecho de un pueblo a decidir por sí mismo. El poder se ejerce por delegación del pueblo soberano y, teniendo en cuenta que el poder supone dominio sobre las personas, hay que ser muy conscientes a la hora de de delegar el ejercicio de la soberanía. Por eso es muy importante educar al pueblo para que luego pueda ejercer ese poder democráticamente. Y para lograr eso, hay que educar desde la infancia.
La participación es otro aspecto fundamental para el ejercicio de la soberanía popular: no vale con votar cada cuatro años y olvidarnos hasta las próximas elecciones. Hay que controlar muy de cerca la actividad política de nuestros representantes, hay que recuperar la figura legal del referéndum para que el pueblo decida sobre cuestiones trascendentales y sobre todo, que pueda revocar. No vale el cheque en blanco para cuatro años. El derecho a la soberanía popular también se ejerce participando activamente en la vida social y política de nuestro entorno más cercano: asociación de vecinos, AMPA’s, parroquia… ¿Quién decide aquello que nos toca más directamente?
Está claro que no podemos dejar fuera de este proceso a la Iglesia. Como grupo social, que tiene su propia política, tendremos que plantearnos, desde los colectivos cristianos, cómo redistribuir el poder en la Iglesia, de qué forma se camina en pos de una democratización interna, cómo se articulan los diversos servicios y ministerios, etc.
Tampoco Europa puede quedar al margen de nuestras reflexiones. En estos momentos en los que estamos inmersos en un proceso electoral europeo, apenas si nos llega información al respecto. Parece como si nuestros partidos políticos no estuvieran interesados en tomar parte en la política europea, como si esto no fuera determinante a la hora de decidir en nuestro país, cuando ya hemos visto y estamos sufriendo en nuestras propias carnes la importancia de las decisiones que se toman a nivel europeo respecto a los países miembros, sobre todo respecto a aquellos con menor peso político y económico.
Tenemos que plantearnos muchas preguntas al respecto: ¿Qué modelo de Europa queremos? ¿Quién decide en Europa? ¿Qué intereses mueven la toma de decisiones en Europa? ¿Europa es algo abstracto o es una realidad? ¿Somos conscientes de ser ciudadanos europeos?¿En manos de quien está la soberanía europea? ¿Es el pueblo europeo el que detenta la soberanía europea? Como podemos apreciar, la importancia de las elecciones europeas es grande y sin embargo, apenas si llega a nosotros una información mínima.
Está claro que hay intentar remediar los problemas descritos y hacer que cambien muchas cosas. Según Antonio Machado, ninguna sociedad cambia mientras no cambie sus dioses y el de ahora es el dinero. Cambiar este dios va a ser una ardua tarea pero la utopía es nuestra compañera de viaje. Ante estas situaciones hay que ser imaginativos y buscar alternativas. Los nuevos movimientos populares que están surgiendo en los últimos tiempos son un claro exponente de que hay vida más allá de lo que nos quieren hacer creer los grupos dominantes. Hay que retomar la iniciativa popular y hacer ver a los que detentan el poder que la delegación de soberanía realizada cada cuatro años no les otorga “patente de corso”, sino que están sujetos al control permanente y posible revocación por parte de quien delega la soberanía: EL PUEBLO.