Concha López Vidal
Dominica Misionera de la Sagrada Familiau
Se me enseñó que la sexualidad era un dato genital y biológico. Algo extraño al ser humano, apoyada en el instinto animal que llevamos dentro.
Mi educación, sobre este tema transcurrió, tanto en mi infancia, como en mi adolescencia y juventud, dentro de una moral represiva, en la que la castidad era la virtud por excelencia, tanto que en esta materia no existía el pecado venial, siempre era una culpa grave, en la condena del placer de los sentidos y del instinto. Pero jamás se me explicó cómo se desarrollaba la sexualidad, en qué consistía, como orientarla. Por el contrario se me dirigía para vencer mis impulsos, mis tendencias, apoyándome en un espiritualismo absurdo y alienante, en el que primaban la renuncia y la ascesis, en una dicotomía del cuerpo y el espíritu. La sexualidad era algo prohibido, marginal e indigno.
Con esta formación ingresé en la Vida Religiosa, que allá por los últimos años cincuenta y primeros de los sesenta, mantenía, tanto en la Iglesia como en la Sociedad Civil, los mismos presupuestos que en mi educación y vivencia anterior.
Fui descubriendo que la sexualidad era una dimensión básica de la persona y que tenía que vivir mi sexo de una forma integral y liberadora, que no la podía concebir de una manera meramente biológica y que no la podía reducir a lo genital y menos aún al mero acto coital.
Profundicé en que mi sexualidad estaba íntimamente unida a mi historia personal, pues jugaba un papel decisivo en el desarrollo de mi personalidad, desde mi nacimiento hasta mi muerte. Y desde entonces la he vivido y la vivo como fuente de comunicación y placer, como una forma de expresar mi afectividad y como una manera de descubrirme a mí misma y al otro. Os puedo decir que disfruto de mi cuerpo y del de los demás con madurez y responsabilidad.
Por todo esto, mi voto de castidad por mi consagración en la Vida Religiosa lo experimento como una alianza continua con Jesús a través de los valores del Reino, recreándole cada día. Me ayuda a descubrir los bienes de Dios, me libera para el amor llevándome a amar a los demás sin miedos ni complejos.
Por la castidad he creado una familia a nivel de la fe, una comunidad en la que conjugo la soledad y la compañía. Me abre a la amistad, me hace sensible para percibir la bondad de Dios que hay en los demás y en el mundo llevándome a una hermandad con todas y todos. Me libera para la construcción del Reino y me dispone para la entrega y el servicio, me da fuerza para la misión.
La castidad como renuncia no es comprendida por la gente que me rodea, por mi tampoco, sin embargo mi testimonio de mujer comprometida en las luchas de los hombres y mujeres excluidos y marginados, que vive alegre en un mundo hedonista, donde lo que cuenta es el placer inmediato, donde el sexo se utiliza sin integrarlo en la afectividad, creo humildemente que es un signo.
Todo esto lo he ido descubriendo a través de mi devenir en el Barrio de Canillejas, desde el año 1977, como una más, desde mi trabajo por cuenta ajena como administrativa en una empresa de libros, de mi pertenencia a una Comunidad Cristiana de Base y mi caminar en el Colectivo San Blas con enfermos de VIH.
Varios años después de llegar al barrio, tuve la ocasión de ver la película Thelma y Louise, al final de la misma, adentrándose ambas en el Cañón del Colorado, perseguidas por la policía, hay un breve diálogo:
“¿Estás despierta? (pregunta Louise)
Sí. Estoy despierta, nunca me había sentido tan despierta. ¿No crees que vamos hacia algo nuevo?”
La que habla es Thelma, la más joven, casada, insatisfecha en su matrimonio y con razón. En unos pocos días ha vivido tal cantidad de acontecimientos pudiendo ser ella misma, capaz de autonomía, libertad, con posibilidades desconocidas positivas y negativas, que ha madurado. Se ha descubierto como SUJETO-PERSONA.
Quizá los que hayan visto esta película piensen que el final es un final no feliz, (se despeñan por el barranco). Pero el percibir que van hacia algo nuevo, surge de ellas mismas, de su decisión de ASUMIR LA RESPONSABILIDAD DE SUS PROPIAS VIDAS.
Esto es lo que he realizado al descubrir mi sexualidad y vivirla como algo integrante de mi persona.